1. Introducción
¿De qué trató ese concilio? También trató de elaborar las implicaciones del cuarto concilio, pero se aplicó al tema de los iconos. Entendió los iconos como una especie de puerta a través de la cual podemos orar y adorar a Dios y dijo que debían ser “veneradas” (Gr: προσκύνησις) y “honradas” (Gr: τιμή), pero no “adoradas” (Gr: λατρεία), que está reservado sólo para Dios. Además, basó este argumento, al menos en parte, en la afirmación de que la tradición apostólica no escrita imponía este punto de vista. En resumen, Nicea II se centró en las imágenes y la tradición no escrita y de ahí el problema para los protestantes (especialmente cuando la tradición no escrita parece contradecir lo que ha sido escrito en la Escritura).
Para comenzar, me gustaría citar un texto de la Misná, que es el texto rabínico más temprano sobre la jurisprudencia religiosa judía (c. 200 d. C.) y contiene los debates y decisiones de algunos rabinos desde s. I a. C. hasta el s. II d. C. Una de las muchas características interesantes de este trabajo es que contiene tanto las posiciones mayoritarias (aceptadas) como las minoritarias (rechazadas). En un texto, Eduyot 1:5, se hace la pregunta: ¿Por qué, si seguimos la decisión mayoritaria, recogemos también la minoritaria? La respuesta contiene el precedente judío que, en mi opinión, es de ayuda para la presente discusión:
Y, ¿por qué recogen la opinión de un individuo junto con la de la mayoría, si la ley sigue la opinión de la mayoría? Para que, si un tribunal prefiere la opinión de un individuo, pueda decidir basarse en ella. Porque un tribunal no tiene autoridad para anular la opinión de otro tribunal a no ser que sea mayor que él en sabiduría y en número. [Si] fuera mayor que el otro en sabiduría pero no en número, en número pero no en sabiduría, no tiene autoridad para anular su opinión, a no ser que sea mayor tanto en sabiduría como en número. (trad. Jacob Neusner)
Este pasaje contiene un sabio consejo sobre el tema de la tradición en general y me gustaría destacar tres lecciones que puede enseñarnos. Primero, como norma general, la decisión mayoritaria de un tribunal (en nuestro contexto, “concilio ecuménico”) debe ser respetada. Después de todo, como mínimo deberíamos respetar a nuestros antepasados espirituales (como nos gustaría que nuestros descendientes espirituales nos respetaran a nosotros), y no es cosa menor cuando una mayoría de los más sabios hombres se reúnen y llegan a una conclusión común sobre un asunto determinado. Segundo, y para equilibrar lo recién expuesto, la decisión de un tribunal no es definitiva en sentido absoluto. En nuestro lenguaje actual diríamos que la tradición no está al mismo nivel que las Escrituras. Las decisiones son tomadas por hombres y los hombres pueden estar equivocados a veces, incluso los mejores. Tercero, los requisitos para revocar la decisión de un tribunal son altos, pero no imposibles. ¿Qué se necesita? Un tribunal posterior, mayor tanto en sabiduría como en número, debe reunirse. [2] Aunque puede ser difícil evaluar qué tribunal es mayor en sabiduría, y si bien en nuestro contexto moderno haya que tener en cuenta números mayores como las estadísticas de crecimiento de la población, el pasaje básicamente está diciendo que un tribunal más grande y mejor es el único que puede deshacer la decisión de un tribunal anterior.
Lo que la mayoría de la gente conoce del cristianismo de este periodo procede de Nicea II: Hubo un concilio y la “Iglesia” decidió aprobar los iconos y la tradición no escrita, que se ha convertido en “tradición”. Lo que menos gente sabe es que, tanto antes como después de Nicea II, se dio un largo (y, a veces, sangriento) debate sobre estos temas, y especialmente sobre los iconos. Los que estaban a favor de las imágenes fueron llamados “iconófilos” (“aficionados de las imágenes”) o “iconódulos” (“servidores de las imágenes”) y los que estaban en contra de ellas fueron llamados iconoclastas (“rompedores de las imágenes”). El siguiente esquema proporciona los puntos de inflexión en el debate y nos ayuda a contextualizar Nicea II:
726: El Emperador León III prohíbe el uso de iconos en el culto y ordena su destrucción.
754: El emperador Constantino V convoca el (¡autoproclamado ecuménico!) Concilio de Hieria que respalda la posición iconoclasta. Tuvo 338 firmantes.
780: La Emperatriz Irene anula la orden de León.
787: El Emperador Constantino VI (en realidad, la Emperatriz Irene) convoca Nicea II, que respalda la posición iconódula. Tuvo 263 firmantes.
794: Carlomagno convoca el Concilio de Fráncfort y toma una postura mediadora entre la posición iconoclasta y la iconódula (cf. Libri Carolini). Fue un concilio bastante grande con un número desconocido de firmantes.
813: El Emperador León V restaura la posición iconoclasta.
843: La Emperatriz Teodora restaura la posición iconódula, lo que da paso al “Triunfo de la Ortodoxia” y se convierte en el punto de vista “tradicional” de la “Iglesia” desde entonces.
Para los que han estado haciendo la cuenta, el debate duró unos 120 años, en los que la posición iconódula fue la posición “oficial” durante sólo 30 años. Además, el Concilio de Hieria —que se tomó como la continuación de los seis concilios ecuménicos previos y el séptimo concilio ecuménico por derecho propio— fue mayor en número que el Concilio Nicea II con 75 firmantes. Por desgracia, no sabemos cuántas personas estaban presentes en el Concilio de Fráncfort pero fue, con toda seguridad, un concilio bastante grande que representó a gran parte del Cristianismo de Occidente. También es significativo el hecho de que los Concilios de Hieria y de Fráncfort fueron convocados tanto en Oriente como en Occidente y ambos se opusieron a la posición oficial de Nicea II (aunque con desacuerdos entre sí).
¿Qué puede enseñarnos la jurisprudencia religiosa judía acerca de Nicea II? Me gustaría hacer tres sugerencias.
[1] Para un debate general, cf. Nathaniel Helfgot, “Minority Opinions and their Role in Hora’ah” Milin Havivin 4 (2010): 36-60
[2] La reflexión judía posterior identificaría la “sabiduría” con el liderazgo y el “número” con los discípulos.
[3] Cabe preguntarse si Nicea II habría triunfado de no haber contado con el apoyo del gobierno y la presión política.
Me gustaría agradecer a Trini Bernal por su ayuda en traducir este artículo al español. Lo he modificado ligeramente, así que los errores son míos.