BIBLIA

El amor es todo (parte 3)

En dos artículos previos (parte 1, parte 2), dijimos que el amor es el tema central de la Biblia y que la razón por la cual lo es, es porque Dios es amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu siempre se han amado desde antes de la fundación del mundo. Pero, igual que en el primer artículo, al final del segundo nos planteamos otra pregunta clave: si Dios es amor, ¿cómo es dicho amor? Dando por hecho que Dios es amor y que debemos amar también, ¿tenemos algunas pistas de cómo se vive a nivel práctico?

Igual que en los artículos previos, la respuesta es a la vez simple y profunda: la cruz. Fíjense en todos los versículos de la Biblia que conectan de manera explícita el amor de Dios con la cruz:
 
  • Juan 3:16: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna»

  • Romanos 5:8: «Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros»

  • Gálatas 2:20: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí»

  • Efesios 2:4-5: «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo»

  • Efesios 5:2: «Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.»

  • Efesios 5:25: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella»

  • 2 Tesalonicenses 2:16: «Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia»

  • 1 Juan 4:9-10: «En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.»

Estos textos nos demuestran que el vínculo entre el amor intra trinitario y el que debemos tener unos por otros es el amor que el Padre, el Hijo y el Espíritu nos demostró en la cruz. Si queremos reflejar el amor eterno de Dios, tenemos que vivir la cruz.
 
Es imposible resumir el amor de Dios demostrado en la cruz, pero me gustaría ofrecer la siguiente frase como un sitio donde empezar: El amor es dar alegremente de sí mismo por el verdadero bien del otro. Permítanme desarrollar un poco cada parte de la frase. La palabra clave es “dar”, en contraposición de “tomar”, que es, en mi opinión, la esencia del amor propio, el egoísmo y de lo que la Biblia llama el pecado. Pero el amor no da porque es un deber o una obligación, sino que da “alegremente”. Tiene ganas de dar de sí mismo. No siempre es bonito —como por ejemplo cuando un padre decide levantarse por la noche con el bebé para que su mujer pueda dormir un poquito más—, pero sí provoca una alegría más profunda y duradera que cualquier inconveniente momentáneo que produzca. Este tipo de amor también da “de sí mismo”, es decir, implica un sacrificio personal, o por lo menos una implicación personal. Cuánto más da uno de sí mismo, más amoroso es. Es decir, que cada día tenemos un número de oportunidades casi infinitos para dar de nosotros mismos, sea mucho o poco. La meta de este amor es buscar y realizar el “bien” del otro. Pero no se conforma con los muchos falsos bienes que hay: la felicidad inmediata, la salida más fácil, el camino más cómodo, etc. Este amor busca el “verdadero bien” del otro, es decir, que su vida agrade a Dios. ¿Y cómo podemos agradar a Dios? Encarnar la cruz de Cristo en cada momento de nuestra vida.
 
Las implicaciones que la cruz tiene para nuestras vidas son casi infinitas. De hecho, me gustaría sugerir que el florecer de la sociedad humana tiene una relación directa con la cantidad de amor que esta tenga. La economía, el comercio, la medicina, la ley, el arte, la tecnología… El éxito de todo depende del amor. Es decir, la cruz nos es solo un evento histórico pero aislado de nuestras vidas, al contrario, la cruz tiene la respuesta a cualquier problema humano que tengamos. ¿Cómo sería una sociedad que se basa en cada uno dando de sí mismo por el verdadero bien de los demás?
 
Me gustaría concluir esta mini serie de artículos sobre el amor con 1 Juan 4:8-11, porque quizás es el mejor texto en la Biblia que abarca todo lo que hemos dicho del amor: «8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.»
 
En el versículo 8 encontramos el amor intra trinitario: Dios es amor porque el Padre, el Hijo y el Espíritu siempre se han amado. Los versículos 9-10 hablan de la cruz de Cristo y cómo Dios nos mostró su amor en ella. Como hemos argumentado aquí, funciona como un vínculo entre el amor divino y el amor que debemos tener unos por otros. Por último, en el versículo 11 encontramos una llamada a amar como Dios. ¿Qué más nos falta en la vida que no se encuentra en este texto? Nada. El amor es todo.
 
 
 

 

FORMULARIO DE CONTACTO

Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

    El amor es todo (parte 2)

    En un artículo previo, vimos que muchos textos de la Biblia afirman que el amor es el tema central de la Biblia. El argumento propuesto allí no era nada novedoso por mi parte, sino que ha sido la postura predominante de la Iglesia desde los primeros siglos de su existencia. El amor es el mandamiento principal que Dios nos ha dado, y es el centro del cual irradia toda la vida cristiana. Si eres cristiano, lo que más te debe marcar la vida es el amor.

    Pero al final del artículo nos planteamos una de las preguntas más importantes e interesantes de toda la teología: ¿por qué? ¿Por qué el amor es el tema central de la Biblia? La respuesta es a la vez muy simple e increíblemente profunda: el tema central de la Biblia es el amor porque Dios es amor. Primera de Juan 4:8 y 16 lo dicen claramente: “Dios es amor”. Ni en griego ni en español dice que “A veces Dios ama” o “Dios empezó a amar cuando creó al hombre” sino “Dios es amor”. Quiere decir que el amor forma parte de la misma naturaleza de Dios: siempre ha sido amor, y siempre lo será.
     
    Pero el amor es un verbo relacional: uno no puede amar solo, y el amor no existe aislado de otros. Entonces, si tú y yo no hemos existido desde siempre, y si Dios es amor, ¿a quién ha estado amando Dios desde antes del comienzo del universo? Una vez más, la respuesta es a la vez simple y profunda. Juan 17 nos recuerda la oración más larga que Jesús hizo, y en el versículo 24 leemos una de las frases más importantes en toda la Biblia, en la que Jesús está hablando con su Padre: “me has amado desde antes de la fundación del mundo”. Allí tenemos en forma germinal el comienzo de todo: quién es Dios, por qué existe el universo, cuál es el propósito de la vida, etc. Tú y yo amamos porque Padre, Hijo y Espíritu siempre han existido en una relación de amor desde antes de la fundación del mundo.
     
    Dicho de otra manera, la historia del ser humano comienza en Génesis 1:1, pero “antes” del comienzo del tiempo (lo cual es una contradicción de términos), ya existían Padre, Hijo y Espíritu en una relación de amor. El Hijo ya estaba con el Padre (Jn 1:1), disfrutaba de su gloria (Jn 17:5) y era su supremo gozo (Prov 8:22-31). El Espíritu, que quizá puede describirse mejor como el amor y comunión personal del Padre (cf. Rom 5:5; 2 Cor 13:13), también forma parte de la Deidad —o Trinidad—, y así también ha estado con el Padre e Hijo desde siempre (Gén 1:2; Ef 1:3-14; 2 Cor 13:14).
     
    Si te preguntara cuál es el versículo o libro más importante en la Biblia, me imagino que me dirías algo como Juan 3:16 o el libro de Romanos. Pero eso no habría sido la respuesta de la Iglesia primitiva. Para ellos, los cinco capítulos más importantes de la Biblia eran: Juan 1 y 17; Efesios 1; Colosenses 1; y Hebreos 1. ¿Por qué? Porque es ahí donde más se habla de la relación íntima entre Padre, Hijo y Espíritu. Es decir que, para la Iglesia primitiva, toda la teología irradiaba del centro de la relación de amor entre Padre, Hijo y Espíritu.
     
    Es dentro de este marco de amor intra trinitario que tú y yo encajamos. Es decir, Dios no nos creó por ninguna falta o deficiencia que tenía. No se daba cuenta de que le faltaba el amor, y así decidió crearnos para llenar dicho vacío. Todo al contrario: tú y yo somos el resultado del amor desbordante entre Padre, Hijo y Espíritu. De manera no muy diferente de cómo los niños son el resultado del amor desbordante entre marido y mujer, así también lo somos nosotros del amor entre Padre, Hijo y Espíritu. La creación es el resultado de la plenitud de amor de Dios, y nos creó para participar en su amor.
     
    Si seguimos las pistas que la Biblia nos da, llegamos a la conclusión de que el amor es, de verdad, todo. Pensemos, por ejemplo, en los grandes puntos de inflexión de la Biblia: Dios, creación, pecado, salvación y consumación: ¿Cómo es Dios? Amor. ¿Qué significa ser creado a la imagen de Dios? Vivir en su amor. ¿Qué es el pecado? Salir de su amor. ¿Qué es la cruz? La mayor demostración su amor. ¿Qué es la salvación? Dios, en su amor, haciéndonos volver a su amor. ¿Qué es la santificación? Crecer en su amor. ¿Cómo será la eternidad? Participar en su amor para siempre. Insisto: el amor es todo.
     
    Todo lo que nos hace humanos —nuestros cuerpos, sentimientos, habilidades, etc.— es un vehículo para encarnar el amor de Dios. El centro de lo que somos no es la mente (contra los platónicos y gnósticos) ni el cuerpo (contra los ateos y la sociedad occidental actual), sino la voluntad, porque ahí es dónde reside nuestra capacidad de escoger, decidir, elegir, amar.
     
    En resumen, hemos visto que el tema central de la Biblia es el amor porque Dios es amor. Antes de Génesis 1:1 y después de Apocalipsis 22:21, Dios es amor. Nuestra realidad forma parte de otra realidad infinitamente más grande: la del amor entre Padre, Hijo y Espíritu. Pero igual que en el artículo anterior, terminamos este artículo con otra pregunta importante: ¿Cómo es el amor de Dios? Sabemos que Dios es amor, y también que nosotros debemos amar, pero ¿cómo es? En el siguiente artículo veremos el vínculo entre el amor de Dios y nuestro amor.

    FORMULARIO DE CONTACTO

    Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

      El amor es todo (parte 1)

      Si nos preguntamos ¿Quién es el tema central de la Biblia?, la respuesta está fácil: Jesucristo. Textos como Lucas 24:25-27 y Juan 5:39 dejan claro que Jesucristo —y específicamente su muerte y resurrección— es el tema central de la Biblia. Pero si nos preguntamos ¿Cuál es el tema central de la Biblia?, muchas veces no es fácil encontrar una respuesta simple y satisfactoria. Después de todo, la Biblia es un libro bastante largo, con una historia de composición igual de larga: abarca más de mil páginas en nuestras traducciones españoles y fue escrito por decenas de hombres durante un periodo de un milenio y medio, más o menos. ¿Hay un tema central que da orden y estructura al caos?

      Creo que sí. La Biblia nos dice una y otra vez cuál es el tema central de la Biblia, pero como nos lo dice en varios textos, esparcidos en varios libros de la Biblia, a lo mejor no lo vemos tan claro. Por tanto, en lo que sigue voy a agrupar los versículos de la Biblia que nos dicen cuál es el tema central de la Biblia, y creo que quedará claro que el tema central es el amor:
       
      El amor es lo que cumple la ley y los profetas:
      • Mateo 7:12: «12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.»

      • Mateo 22:34-40: «34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.»

      • Romanos 13:8-10: «8  No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. 9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.»

      • Gálatas 5:13-15: «13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.»

      • Santiago 2:8: «8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis»

      El amor es la mayor virtud:
      • 1 Corintios 13:1-3, 13: «1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. […] 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.»

      • Colosenses 3:12-14: «12  Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.»

      • 1 Pedro 1:5-7: «5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.»

      El amor fue el último —y por lo tanto el más importante— mandamiento que Jesús dio a sus discípulos:
      • Juan 13:34-35: «34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.»

      El amor es el fundamento y el propósito de la enseñanza:
      • 1 Juan 3:11: «11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.»

      • 2 Juan 5: «5 Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.»

      • 1 Timoteo 1:5: «5 Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida»

      El amor es la única virtud cristiana que nunca dejará de ser:
      • 1 Corintios 13:8-13: «8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.»

      El amor es el efecto necesario de una genuina fe:
      • Gálatas 5:6: «6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.»

      • 1 Juan 3:23: «23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.»

      El amor es la forma en que imitamos a Dios:
      • Efesios 5:1-2: «1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.»

      Espero que los lectores puedan ver el testimonio uniforme de tantos textos de tantos libros: a la pregunta ¿Cuál es el tema central de la Biblia? la respuesta es el amor. No hay ningún otro tema que resume la Biblia como lo hace el amor. Algunos argumentan que la santidad es el tema que mejor abarca la diversidad de la Biblia, pero como hemos visto arriba, la santidad —resumida principalmente en los Diez mandamientos— es solamente una manera de describir y hacer explícito qué es el amor, y por tanto se entiende mejor como un subpunto del mismo. Otros argumentan que la soberanía de Dios es el tema central de la Biblia. Hablaremos de esto en otro momento, pero por ahora solo me gustaría hacer notar que la soberanía de Dios no aparece en tantos textos claves como hemos visto arriba con el amor. En resumen, el amor es único entre los otros temas de la Biblia.
       
      Por tanto, dado que el amor es el tema central de la Biblia, me gustaría plantear la pregunta de millón: ¿por qué? ¿Por qué es que el tema central de la Biblia es el amor? La respuesta a esta pregunta tan importante es el tema del siguiente artículo.
       
       
       

      FORMULARIO DE CONTACTO

      Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

        La Iglesia I: ¡Sed la Iglesia!

        Cuando nos planteamos la pregunta ¿qué es la Iglesia?, la podemos responder desde dos perspectivas, a saber: externa e interna. Muchas veces, la respondemos desde la perspectiva externa, es decir, hablamos de la Iglesia como una entidad (“desde arriba”), y la describimos según las cuatro cualidades históricas —una, santa, católica y apostólica— y las tres marcas reformadas —predicación del Evangelio, administración de los sacramentos y la disciplina eclesiástica. Se ve fácilmente que la responsabilidad aquí recae sobre el liderazgo. Obviamente, hablar de la Iglesia desde esta perspectiva es válido e importante, pero tampoco es completo.

        Hace falta recordar la otra perspectiva, a saber, la interna. Aquí no hablamos de la Iglesia como entidad sino como organismo (“desde abajo”), y hablamos de la vida interior de la Iglesia. Según esta perspectiva —igual de válida que la otra—, la respuesta a la pregunta ¿qué es la Iglesia? sería algo así: la Iglesia es una comunidad de amor en la que la gente se ama en el poder del Espíritu para edificarse con el fin de ser más como Cristo a la gloria del Padre. Desde esta perspectiva, la responsabilidad de ser la Iglesia no recae sobre el liderazgo sino sobre los miembros mismos.
         
        Hablando de la Iglesia desde esta perspectiva “desde abajo”, surge la siguiente pregunta: ¿cómo podemos cumplir con nuestra responsabilidad de ser una comunidad de amor? Afortunadamente, el Nuevo Testamento nos da unas pautas a seguir: emplea muchos mandamientos “unos a otros”, y es ahí donde encontramos una gran parte de la respuesta a la pregunta. A continuación, veremos los mandamientos “unos a otros” del Nuevo Testamento. Los he colocado en cinco grupos principales: el mandamiento básico de amarse unos a otros, seguido por mandamientos de convivencia, el hablar, cómo tratar a los necesitados y qué hacer con un hermano débil o que vive en pecado. También he dividido los grupos por actitudes y disposiciones generales por un lado, y actividades concretas por otro. Así espero poder, no solamente presentar los mandamientos, sino también exponerlos para que se puedan comprender.
         
        Mandamiento básico: amarse unos a otros (Rom 12:10; 13:8-10; 1 Ped 2:17; 1 Jn 3:11, 23; 4:7, 11-12; 2 Jn 5).
        • Crecer y abundar en el amor unos por otros: 1 Tes 3:12.

        • Entrañablemente, de corazón puro: 1 Ped 1:22.

        Convivencia:
        • Actitudes y disposiciones: preferirse los unos a los otros en cuanto a la honra (Rom 12:10; Fil 2:3); unánimes entre vosotros (Rom 12:16; 2 Cor 13:11; Fil 1:27; 2:2); mantener la unidad del Espíritu (Ef 4:3); revestirse de humildad unos con otros (1 Ped 5:5); no juzgar antes de tiempo (1 Cor 4:5); someterse unos a otros (Ef 5:21).

        • Exhortaciones generales: preocuparse unos por otros (1 Cor 12:25); soportarse unos a otros en amor (Ef 4:1-2; Col 3:13); ser bondadosos unos con otros (Ef 4:32); perdonarse unos a otros (Ef 4:32; Col 3:13); considerarse unos a otros para estimularse al amor y a las buenas obras (Heb 10:24); perfeccionarse (2 Cor 13:11); vivir en paz (2 Cor 13:11; Heb 12:14); combatir unánimes por la fe del evangelio (Fil 1:27); seguir siempre lo bueno unos para con otros (1 Tes 5:15).

        • Actividades concretas: practicar la hospitalidad (Rom 12:13; Heb 13:2: sin murmuraciones [1 Pet 4:19]; no con los herejes [2 Jn 2:10]); gozarse con los que se gozan (Rom 12:15); llorar con los que lloran (Rom 12:15); servirse por amor unos a otros (Gál 5:13); no dejar de congregarse (Heb 10:25); orar unos por otros (Stg 5:16); ministrar al Señor y ayunar juntos (Hch 13:2); esperarse unos a otros (1 Cor 11:33); reconocer, honrar y recibir siervos (1 Cor 16:15-18; Fil 2:29; Col 4:10; 1 Tes 5:12-13); saludarse unos a otros (1 Cor 16:20; 2 Cor 13:12; Fil 4:21; 1 Tes 5:26; Heb 13:24; 1 Ped 5:14); no olvidar la ayuda mutua (Heb 13:16).

        Hablar:
        • Actitudes y disposiciones: airarse sin pecar (Ef 4:26-27); hablar para edificar (Ef 4:29-30).

        • Exhortaciones generales: hablar verdad (Ef 4:25); no mentir unos a otros (Col 3:9); alentarse unos a otros (1 Tes 4:18); exhortarse unos a otros cada día (Heb 3:13; 10:25); no murmurarse unos de otros (Fil 2:14; Stg 4:11); no quejarse unos contra otros (Stg 5:9); animarse unos a otros (1 Tes 5:11); edificarse unos a otros (1 Tes 5:11).

        • Actividades concretas: aconsejarse unos a otros (Rom 15:14); hablarse, enseñarse y exhortarse con salmos, himnos y cánticos espirituales (Ef 5:18); confesar las ofensas unos a otros (Stg 5:16); consolarse (2 Cor 13:11); amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles y ser pacientes para con todos (1 Tes 5:14); no impedir hablar en lenguas ni menospreciar las profecías (1 Cor 14:39; 1 Tes 5:20; probar los espíritus [1 Jn 4:1-3]).

        Cómo tratar a los necesitados:
        • Compartir la necesidad de los santos (Rom 12:13); asociarse con los humildes (Rom 12:16); compartir con el que padece necesidad (Ef 4:28); acordarse de los presos (Heb 13:3).

        Qué hacer con un hermano débil o que vive en pecado:
        • Recibir al débil en la fe (Rom 14:1): no juzgarse unos a los otros (Rom 14:13); seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Rom 14:19); soportar y agradar los fuertes a los débiles (Rom 15:1-3); tener un mismo sentir (Rom 15:5); recibir unos a otros (Rom 15:7).

        • Los espirituales restaurar a los sorprendidos en alguna falta (Gál 6:1; Stg 5:19-20): sobrellevar unos las cargas de otros (Gál 6:2).

        • Apartarse de los que causan divisiones y que ponen tropiezos (Rom 16:17): amonestar a los desobedientes (2 Tes 3:14-15).

        • Limpiarse de la vieja levadura (1 Cor 5:7, 13).

         

        En conclusión, me gustaría hacer unos comentarios y sacar algunas conclusiones. Primero, no creo que la lista de arriba sea exhaustiva. Es decir, no creo que el Nuevo Testamento nos haya dado todos los mandamientos “unos a otros” que hay que cumplir. Se puede argumentar que la misma situación existe con los dones espirituales que nos son enumerados en el Nuevo Testamento: nos pone muchos, que sirven como base y de ejemplo, pero no tenemos una lista exhaustiva de todos los dones espirituales que hay. De manera parecida, nos son dados muchos mandamientos “unos a otros” en el Nuevo Testamento, los cuales sirven como base y de ejemplo, pero no sirven como una lista exhaustiva de todo lo que Dios pide de nosotros como Iglesia. Hay que ser fiel lo que hay, y extenderlos donde no los haya.

        Segundo, mirando a los mandamientos que el Nuevo Testamento sí no da, vemos que el peso de los mandamientos recae sobre la convivencia y el hablar. En cuanto a la convivencia, tantos mandamientos nos deben persuadir fácilmente de que la vida cristiana no se puede vivir solo, y que debemos tomar muy en serio la división entre hermanos. El Señor no nos llama a ser el mejor amigo de todos, sino a algo mucho más profundo: ser el hermano o hermana de todos. ¿Estás viviendo en división? Entonces no estás cumpliendo este aspecto de cómo ser la Iglesia. En cuanto al hablar, tenemos que darnos cuenta de que “ir al culto” no significa llegar a la iglesia, sentarse en una silla para escuchar a un sermón y luego salir. “Ir al culto” significa que cada uno tiene que interactuar con otros, y que tiene que hacerlo para edificar a los demás. ¿Cuándo fue la última vez que oraste con alguien en la iglesia? ¿Cuándo fue la última vez que confesaste tus pecados a alguien en la iglesia? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste con alguien por haber escuchado sus pruebas y luego le aconsejaste con principios bíblicos? No tiene que ser los domingos durante el culto cuando lo haces, pero sí que un buen momento para hacerlo.
         

        Tercero, no todos los mandamientos “unos a otros” son “bonitos”. Algunos nos llaman a ayudar a los que realmente no nos pueden devolver nada. Son mandamientos de servicio, que nos deben recordar el servicio salvífico que Jesucristo nos ofrece en el evangelio, de quien también obtenemos el poder para dicho servicio. Es decir, cuando servimos a los enfermos, los débiles, etc., nos debe recordar que Jesucristo hace los mismo con nosotros cada día, que lo hace por amor, y que nos da fuerza para hacerlo. Otros nos llaman a apartarnos —en amor— de los que están rechazando el señorío de Jesucristo en sus vidas. Ser una comunidad de amor no es lo mismo que ser una comunidad de gracia, algo que muchos confunden hoy en día (sin saber qué es realmente la gracia). A veces el acto más amoroso que podemos hacer —aunque nos duela más que al otro— es quitarles de la comunidad de amor. Tal acto no es “bonito” en ningún sentido, pero sí es amoroso.

        Volvemos a la pregunta principal: ¿cómo podemos cumplir con nuestra responsabilidad de ser una comunidad de amor? El Nuevo Testamento nos da una lista muy amplia de mandamientos “unos a otros”. Solo nos queda cumplirlos. Iglesia: ¡sed la Iglesia!
         
         
         

        FORMULARIO DE CONTACTO

        Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

          La mujer virtuosa de Proverbios 31: ¿la imagen de una mujer ideal?

          Introducción

          Para muchas mujeres es difícil leer Proverbios 31:10-31 sin sentirse mal. ¿Y quién les puede echar la culpa? Esa mujer lo hace todo: es la esposa y madre perfecta, muy trabajadora, la primera en levantarse y la última en acostarse, trabaja dentro y fuera del hogar (y de hecho, lleva varias empresas), cocina para todos, ayuda a los pobres, siempre está vigilante y sabe enseñar a otros. Al leer esta lista de responsabilidades, ¿qué más le queda al marido?
           
          Si somos honestos, ¿quién —sea hombre, mujer o superhéroe— puede hacer todo esto sin volverse loco? Me da pena pensar en las mujeres que se han propuesto este texto como el ejemplo a seguir, pues es una meta imposible. Además, ¿dónde está el capítulo 32 de Proverbios que habla del marido ideal? Es un silencio llamativo.
           

          En este artículo, me gustaría sugerir que la típica interpretación (protestante) de este texto —que habla de la mujer ideal— es equivocada, y que hay una interpretación mucho más satisfactoria que cuadra mucho mejor con el libro de Proverbios. Propongo que la “mujer virtuosa” de Proverbios 31 no se refiere a una mujer literal, sino a la Sabiduría. Baso esta afirmación en tres argumentos: el género literario de Proverbios, el papel de la mujer en Proverbios y los paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer de Proverbios 31. Al final, veremos que el enfoque principal de este texto —igual que el resto del Antiguo Testamento— es Cristo mismo.

           
          1. El género literario de Proverbios
           

          Primero, hay que recordar que Proverbios es un libro sapiencial. Por tanto, no debemos sorprendernos cuando el verdadero significado de un texto sea algo diferente a lo que pensamos después de una lectura superficial. El propósito de un proverbio es hacernos meditar en ello, para buscar los tesoros que nos esperan. Así es cómo empieza el libro: “Para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos” (Prov 1:6; RVR60). Por tanto, hay que confesar que es una lectura un poco superficial llegar al final de Proverbios y pensar que de repente el autor quiere dar consejos prácticos a las mujeres para sus vidas cotidianas. No quiero dar la impresión de que dicha interpretación sea imposible, pero me parece una interpretación poca digna de un libro tan profundo y refinado como es Proverbios.

           

          2. El papel de la mujer en Proverbios

          Segundo, hay que recordar que esta no es la primera vez que una mujer ha aparecido en el libro. De hecho, en la primera sección principal del libro (cap. 1-9), la imagen de la mujer quizá sea la más recurrente: aparece en los capítulos 2, 5-7 y 9. Además, cada vez que aparece en estos capítulos, solo juega uno de estos dos papeles: o es una mujer adúltera, o es una mujer virtuosa. Pero es más que eso: la mujer en estos capítulos no simplemente ilustra el vicio y la virtud en la vida de un ser humano, sino que es la encarnación de lo mismo. Es decir, la mujer adúltera representa la tentación en la vida del creyente, y la mujer virtuosa representa la virtud en la misma.
           
          Además, es muy importante notar que aquí, al comienzo del libro, la mujer virtuosa siempre está soltera y está buscando un compañero, o, mejor dicho, un marido. La mujer soltera de Proverbios 9, que se llama “Sabiduría”, está llamando a los simples a venir a su casa: todo está preparado, solo hay que dejar las simplezas. El libro sigue con los capítulos 10-30 hablando de varios aspectos de la sabiduría, y vemos su valor y belleza una y otra vez. Pero acabamos el libro sin saber su destino: ¿se ha casado? ¿cómo es como esposa? ¿ha cumplido sus promesas de ser la ayuda idónea para los simples? Es dentro de este contexto literario que tenemos que interpretar la “mujer virtuosa” de Proverbios 31. Lo que tenemos aquí es el resto de la historia: sí que se ha casado, es la mujer ideal y sí que ha cumplido sus promesas.
           
          De hecho, uno casi podría hacer un bosquejo del libro entero basado en las etapas del noviazgo: en los capítulos 1-9 tenemos la propuesta de matrimonio, en los capítulos 10-30 tenemos el noviazgo y en el capítulo 31 tenemos el matrimonio. En cada momento, la Sabiduría se está ofreciendo a los simples para que vengan a ella y se cumplan de todos sus deseos, siempre y cuando dejen sus simplezas. No seguir la mujer adúltera, pues su camino te llevará a la muerte; mejor hacerse compañero de la mujer virtuosa, pues su camino te llevará a la vida en cada sentido de la palabra.
           
          3. Paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer virtuosa de Proverbios 31
           

          Tercero, hay muchos paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer virtuosa de Proverbios 31. La tabla de abajo las compara, y se ve que en muchos temas hay una coincidencia llamativa. Los paralelismos son tan extensos que es imposible evitar la conclusión: la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la Sabiduría de Proverbios 1-30. Todas las referencias vienen de la RVR 60.

          Un articulista ha resumido los paralelismos entre la Sabiduría y la mujer de Proverbios 31 de la siguiente manera: “Los dos retratos se complementan. El retrato de la Sabiduría invitando a aquellos que hacen caso a su llamada para hacer su hogar con ella en el cap. 9 es complementado por el retrato de la mujer establecida con los suyos en el cap. 31. Y la seguridad y paz comprometida por la Sabiduría en el 1:33 es bien representado en el 31:10-31. Si el retrato en el cap. 9 es el de la Sabiduría buscando a compañeros, el retrato del cap. 31 ha de simbolizar a la Sabiduría por fin establecida con los suyos”.[1]

           
          Conclusión
           

          Me imagino que la interpretación propuesta arriba puede parecer novedosa para muchos lectores, pero en realidad era la interpretación típica y universal de la Iglesia durante siglos y siglos hasta la modernidad. La superioridad de esta interpretación no solamente se ve en su sensibilidad al contexto de Proverbios, ni en el alivio psicológico que da a las mujeres que quieren vivir fielmente a lo que creen que la Biblia les está diciendo, sino también en su enfoque cristológico. ¿Quién es la encarnación de la Sabiduría? ¿Quién nos ofrece la vida, bajo la condición de dejar nuestras simplezas? Solo Jesucristo puede hacer todo lo que hace la Sabiduría en el libro de Proverbios, y por tanto esta interpretación cuadra mucho mejor con lo que dijo Jesús a los discípulos en camino a Emaús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc 24:27).

           
          [1]Thomas McCreesh, “Wisdom as Wife: Proverbs 31:10-31,” RB 92 no 1 (1985): 30. Muchas ideas de este artículo vienen de este artículo por McCreesh.

          FORMULARIO DE CONTACTO

          Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

            Las tres perspectivas de la Santa cena: pasado, presente y futuro

            I. Introducción

            ¿Qué es lo que estamos haciendo cuando celebramos la Santa cena y por qué es tan importante? En este breve ensayo me gustaría sugerir que en la Santa cena estamos declarando tres verdades teológicas sobre el pasado, presente y futuro, y que estas verdades están relacionadas con las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor. En resumen, la Santa cena recoge y resume toda la fe cristiana. Para mostrar estas tres perspectivas, voy a usar el texto más leído en nuestras iglesias sobre la Santa cena: 1 Corintios 11:17–34.
             
            II. La perspectiva del pasado
             

            Para empezar, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el pasado: que la en muerte de Jesús encontramos nuestra vida. Esta es la afirmación clave del cristianismo, es decir, que Jesús fue condenado en nuestro lugar para restaurar nuestra relación con el Padre. Los versículos 24 y 25 aluden a esta realidad cuando Pablo cita las palabras de Jesús que su cuerpo es “por vosotros” y que su sangre es el “nuevo pacto”, y cuando dice que por comer el pan y beber la copa, “la muerte del Señor anunciáis”. Por tanto, una perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el pasado: recordando lo que hizo el Hijo por nosotros.

            III. La perspectiva del presente
             

            Segundo, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el presente: que somos uno y que deberíamos vivir así. No se suelen leer los versículos 17–22 y 33–34, pero realmente estos versículos son los que nos da el contexto de los versículos “famosos” de la Santa cena. ¿Qué se encuentra en estos pasajes? Leemos que había divisiones en la iglesia de Corinto (vv. 18–19), que las divisiones estaban basadas en factores socio económicos (vv. 21–22) y que el remedio fue esperarse unos a otros (vv. 33–34), que era la manifestación de amor más apropiada para esa situación en concreto. Pablo hace referencia a los hechos y palabras de Jesús, porque conllevaban implicaciones teológicas y prácticas: si solo había un pan y una copa, entonces deberíamos celebrar la cena juntos, porque somos una sola familia, y no muchas. Creo también que se entienden mejor los versículos 27–32 cuando se leen a esta luz: comer y beber “indignamente”, no “discernir el cuerpo del Señor” y el tema de examinarse tienen más que ver con nuestras relaciones horizontales que con nuestra relación vertical con el Señor (aunque obviamente no se pueden separar por completo). Por tanto, otra perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el presente: recordando que somos un cuerpo y familia.

            IV. La perspectiva del futuro

            Por último, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el futuro: que Jesús volverá algún día. En la última parte del versículo 26, encontramos la frase “hasta que él venga”. En otras palabras, la Santa cena no es solamente un recuerdo de su primera venida, sino también el recuerdo de su segunda. Curiosamente, la Santa cena es, en cierta manera, una anticipación de lo que haremos con Cristo en el nuevo cielo y tierra. Según Lucas 22:15–18, Cristo volverá a comer la Santa cena con su novia, la Iglesia (cf. Apoc 21:2). Comer en la presencia del Señor es un tema importante en las Escrituras, y el gran banquete de boda en el nuevo cielo y tierra es la gran esperanza del su pueblo. Por tanto, la última perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el futuro: anhelando que Cristo venga, ¡y que sea pronto!
             
            V. La Santa cena y la fe, la esperanza y el amor
             

            Hemos dicho que la perspectiva del pasado habla de lo que Cristo hizo por nosotros, la del presente del plano horizontal y la del futuro de la segunda venida de Cristo. Esto en sí es importante, pero creo que es posible dar un paso más y demostrar que la Santa cena se puede ver como un resumen de las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor.

            La obra de Cristo en la cruz es la base de nuestra fe: el Padre reconcilia el mundo consigo mismo por el Hijo, y se efectúa por el envío del Espíritu Santo. Por tanto, la mirada hacia el pasado evoca la fe.

            Su ejemplo en la cruz —dar de sí mismo por el bien del otro— se convierte en la base de la ética cristiana. El amor —en todas sus manifestaciones— es el resumen de la ética cristiana, y es el único remedio para las divisiones en la iglesia. Por tanto, la mirada hacia el presente evoca el amor.

            La segunda venida de Cristo es la base de nuestra esperanza. A través de la Santa cena, estamos declarando que, aunque nuestro Rey fue crucificado, también fue resucitado, ascendió a los cielos donde reina con el Padre y volverá algún día para reinar en plenitud. Por tanto, la mirada hacia el futuro evoca la esperanza.
             

            VI. Conclusión

            La Santa cena —cuando va acompañado por la Palabra, obviamente— se encuentra en el corazón de la vida cristiana. En este acto, se unen el pasado, el presente y el futuro, y se manifiestan la fe, la esperanza y el amor. Si tu experiencia de la Santa cena ha sido insatisfactoria, te pido a meditar en la profundidad de lo que se ha expuesto arriba, y a seguir indagando para encontrar más joyas aun no descubiertas.

            FORMULARIO DE CONTACTO

            Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

              “Satisfacer los deseos de la carne” (Gál 5:16): ¿prohibición o promesa?

              1. Introducción

              En Gálatas 5:16 encontramos algo interesante: algunas versiones de la Biblia traducen la última frase del versículo como si fuera una prohibición, mientras que otras la traducen como si fuera una promesa.
               
              Las siguientes versiones contienen ejemplos de la primera opción (prohibición):
              • Reina-Valera 1909: “Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne”

              • Nacar-Colunga 1949: “Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne”

              • Reina-Valera 1960: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”

              • Reina-Valera 1995: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”

              • Dios Habla Hoy 2002: “Por lo tanto, digo: Vivid según el Espíritu y no busquéis satisfacer vuestros malos deseos”


              Las siguientes versiones contienen ejemplos de la segunda opción (promesa):
              • La Biblia de las Américas: “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne”

              • Nueva Versión Internacional 1999: “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”

              • Conferencia Episcopal Española 2014: “Frente a ello, yo os digo: caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne”

               
              A nivel exegético, las dos versiones nos ofrecen dos maneras de entender Gálatas 5:16. En la primera opción, nos da una orden y una prohibición: andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. En la segunda opción, tenemos una orden y una promesa: andar en el Espíritu, y si lo hacemos, nunca satisfaremos los deseos de la carne.
               
               
              2. ¿Cuál opción es la correcta?
               

              A veces, las diferencias entre las traducciones —y sobre todo entre la Reina-Valera y otras traducciones modernas— se pueden explicar a base de la crítica textual: detrás de las versiones puede haber dos textos distintos de los idiomas originales, y por tanto, producen dos traducciones distintas. Pero ese no es el caso aquí, porque no hay variante textual.

              En griego, la frase detrás de la expresión que nos interesa es: οὐ μὴ τελέσητε. Las tres palabras forman una construcción gramatical bastante bien conocida en la literatura griega, y específicamente en los escritos del Nuevo Testamento. Consiste en dos partes, que vamos a analizar brevemente. Primero, la negación doble: οὐ μὴ. Griego tiene dos palabras para “no”, y aquí las tenemos juntas. Cuando están así, la construcción se llama una “negación enfática”, y lleva el significado de “nunca jamás” o “nunca, pero nunca”. Segundo, el verbo: τελέσητε. Está en tiempo aoristo (pasado indefinido) y modo subjuntivo (posibilidad). La construcción gramatical “negación enfática + aoristo subjuntivo” es la manera más fuerte de negar algo en griego: niega la posibilidad de que algo ocurra.
               
              Veamos algunos otros ejemplos de esta construcción gramatical en el Nuevo Testamento:
               
              • Mateo 24:35: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán

              • Juan 10:28: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás

              • Romanos 4:8: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”

              • Hebreos 13:5: “No te desampararé, ni te dejaré

               
              Como se puede ver, para captar la idea de “nunca jamás”, muchas veces se traduce la construcción con el verbo futuro. Volviendo a Gálatas 5:16, está claro que la traducción correcta es: “no cumpliréis el deseo de la carne”. Es decir, lo que tenemos aquí es una promesa: si andamos en el Espíritu, no tenemos que preocuparnos de si vamos a pecar, porque tal cosa es imposible. Nunca, pero nunca lo haremos.
               
              Todo esto está bien, pero ¿de dónde surgió la otra traducción de “no satisfagáis”? No estoy seguro, pero me imagino que viene de una lectura equivocada del verbo τελέω (“satisfacer”). A nivel morfológico, la diferencia entre el aoristo subjuntivo y el futuro indicativo es una letra. Tomando el verbo τελέω como ejemplo, es fácil ver la similitud entre las dos formas:
              • Aoristo subjuntivo: τελέσητε

              • Futuro indicativo: τελέσετε

               

              Quizá los traductores leyeron mal el verbo, y pensaban que era un verbo futuro, que sí se puede usar para expresar mandamientos y prohibiciones. Por ejemplo, se usa el futuro para expresar las prohibiciones de los Diez mandamientos en la LXX.

               

              3. Conclusión

              El ejemplo de Gálatas 5:16 es un caso no muy común: la mayoría de las veces los traductores de la Biblia hacen bien su trabajo. Pero a veces no. Si eres pastor o maestro de la Biblia, este ejemplo sirve como buen recordatorio para comprobar siempre las traducciones con los idiomas originales, y si no los conoces, sirve para animarte a aprenderlos cuánto antes.
               
               
              Bibliografía útil:
              WALLACE, D. y STEFFEN, D. Gramática griega: Sintaxis del Nuevo Testamento (Editorial Vida), p. 341.
               

              BRUCE, F. F. Un comentario de la epístola a los gálatas (Editorial Clie), p. 331.

              FORMULARIO DE CONTACTO

              Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

                Lucas 2:1-7: ¿Se equivocó Lucas en los datos históricos?

                1. El problema

                Para algunos, Lucas 2:1-7 es uno de los mejores ejemplos de cómo la Biblia se puede equivocar con respeto a los datos históricos. El texto dice: «1  Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón» (RV60).
                 
                En su merecidamente famoso libro, Historia del pueblo judío tiempos de Jesús, los expertos Emil Schürer, Geza Vermes, Fergus Millar y Matthew Black resumen la postura crítica contra la fiabilidad histórica de este texto en cinco puntos:
                 
                • No se conoce ningún censo imperial a nivel mundial en la época de Augusto.

                • José no habría sido obligado a viajar a Belén, y María no tendría que haberle acompañado.

                • Un censo romano no podría haberse realizado en Judea durante la época del Rey Herodes.

                • Josefo no menciona un censo romano en Judea durante el reino de Herodes, pero sí que menciona otro en el año 6 o 7 d. C. como algo nuevo y sin precedencia.

                • Cirenio nunca fue el gobernador de Siria durante la vida de Herodes y por tanto tal censo no podría haberse realizado durante la época de Herodes.

                 

                2. Posibles soluciones

                Antes de responder directamente a las críticas, primero me gustaría hacer unos comentarios a nivel general. Primero, recordemos que Lucas —el autor del evangelio que lleva su nombre y del libro de Hechos— era un historiador. Su prólogo (Lc 1:1-4) refleja los temas, el vocabulario y la estructura de los prólogos de otros historiadores de la antigüedad, y así se está presentando como alguien que ha realizado una investigación profunda sobre su tema y quiere que sus lectores le tomen en serio. Segundo, Lucas ha demostrado que conoce muy bien las instituciones romanas (sobre todo en Hch 13-28). No tenemos tiempo para profundizarnos en el tema, pero respeto a los nombres, la geografía, etc., Lucas se ha revelado como uno de los autores más informados de su época, un dato que ha sido apreciado tanto por cristianos como por no cristianos. Tercero, y relacionado con el comentario anterior, Lucas es menos preciso en Hechos 1-12 que en Hechos 13-28, lo cual implica que no suele inventar evidencia acerca de acontecimientos de los cuales no sabe mucho o nada. Una vez más, es la marca de un historiador fiable. Cuarto, es muy posible que Lucas conociera o la familia de Jesús o los que la conocían (cf. Lc 1:3). No olvidemos que a partir de Hechos 16:10 Lucas ya era testigo ocular de los acontecimientos de los que escribe, y que había conocido a mucha gente, incluso la de Éfeso y Judea, dos lugares donde tradicionalmente vivía la familia de Jesús. Todo esto nos debe alertar a la hora de atribuir un error a Lucas sobre los acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús.

                Ahora para una respuesta más detallada. Se pueden reducir las cinco críticas en tres grupos: el censo, Belén y Cirenio.

                En cuanto al censo, Hechos 5:37 demuestra claramente que Lucas ya sabía del censo de 6 o 7 d. C., y por tanto sería muy difícil creer que un historiador tan bien informado como Lucas pudiera confundirse al respeto. Los críticos tienen razón cuando dicen que no se conoce ningún censo imperial a nivel mundial bajo Augusto, pero eso no significa que se equivocó Lucas. A veces Roma colaboraba con los gobernantes locales y les permitía realizar censos que Roma luego recopilaba y sumaba para obtener los resultados. Desde la perspectiva de la gente normal y corriente, dichos censos le parecerían un censo a nivel mundial bajo la autoridad de Roma, porque era Roma misma que mandaba que se realizara dichos censos. Por tanto, no creo que podamos criticar a Lucas por referirse a este censo local —que podría haber formado parte de un censo mucho más grande— como a nivel mundial en Lucas 2:1.

                En cuanto a Belén, tiene muy poco sentido inventar la historia: ningún otro pretendido mesías de la época —y había muchos— afirmaba haber nacido allí, y tampoco tenía importancia nacional o política. Por tanto, ¿por qué inventar la historia de que José y María fueron a Belén? No tiene ningún sentido. Además, algunos hallazgos del desierto de Judea —específicamente de Nahal Hever— nos has preservado un caso que podría ser entendido como paralelo al de José y María. Una mujer que se llamaba Babatha tuvo que viajar a otro pueblo con su marido como guardián legal para declarar una propiedad que se podría tasar. Basado en este paralelismo histórico, es posible que José y/o María tuviera una propiedad en Belén y que por tanto tuviera que ir (los dos) a Belén para declarar. Si la propiedad perteneciera a la familia, habrían intentado quedarse en el (muy) pequeño cuarto de los invitados en la parte alta de la casa. Sin embargo, como los cuartos solían ser (muy) pequeños, y por tanto no muy adecuados para dar a luz, se habrían bajado a la planta baja donde vivían los animales. Según esta interpretación, no es que no hubiera lugar en el “mesón”, sino en la “posada” (κατάλυμα), que es una traducción mejor de la palabra. Por tanto, a nivel histórico no hay nada en Lucas 2:3-7 que no pudiera haber pasado.

                En cuanto a Cirenio, aunque es verdad que Josefo dice que el censo fue bajo Cireneo en el año 6 o 7 d. C., es muy posible que se equivocara. Josefo afirma ser historiador, y a veces es fiable, pero en otros casos es demostrablemente falso. Más específicamente, su relato sobre el censo bajo Cireneo tiene sus propias dificultades históricas, y por tanto no debemos aceptar su versión de manera acrítica.

                Sin embargo, dando por sentado que había un censo en 6 o 7 d. C. bajo Cirenio, hay tres posibilidades de resolver esta dificultad histórica.
                 
                Primero, algunos han intentado cambiar la fecha del nacimiento de Jesús al año 6 o 7 d. C., pero dicho cambio tendría dos consecuencias difíciles de aceptar: 1) Se habría equivocado Mateo (ver Mt 2:22); 2) Lucas, un historiador muy preciso y fiable, se habría equivocado por unos diez años en el nacimiento de Jesús. Al final, no parece una buena opción.
                 

                Segundo, otros han argumentado que Cirenio estuvo en Siria en dos ocasiones distintas, sea como enviado especial o gobernador, y que Lucas se refiere a la primera ocasión. Gracias a la influencia de William Ramsey, esta teoría contó con mucho apoyo durante el s. XX, pero nuevos estudios parecen haberla derrotado, y son pocos los que lo defienden hoy en día.

                Tercero, algunos han recurrido al texto griego para resolver la dificultad. Específicamente, varios expertos han sugerido otras interpretaciones y traducciones del adjetivo traducido como “primer” (πρώτη) en Lucas 2:2. La traducción “primer” implica una idea superlativa, es decir, el primer censo de varios. Sin embargo, el adjetivo también puede funcionar como un adverbio y así modificar la expresión “se hizo” y llevar una idea comparativa, y por tanto ser traducido como “antes”. Según esta interpretación, la traducción de la frase sería: “Este censo se hizo antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria”. Este argumento tiene por lo menos tres puntos fuertes. Primero, evita por completo la cuestión histórica y así concuerda con lo que sabemos de la fiabilidad de Lucas. Segundo, tenemos otros ejemplos que traducen la palabra como “antes” (ej., Jn 15:18). Tercero, tiene sentido que Lucas hiciera una distinción entre “el censo” famoso de 6 o 7 d. C. al que hace referencia en Hechos 5:37, y este censo anterior. Sin embargo, el punto débil de esta interpretación es que no es la manera más natural de leer el texto griego. El adjetivo “primer” concuerda con el nombre “censo” en caso, número y género, y también lo sigue inmediatamente en el texto, lo cual lo hace difícil que se interprete como un adverbio en lugar de un adjetivo. La lectura “mas natural” es: “primer censo”. También requiere que el pronombre demostrativo “este” funcione de manera atributiva respecto al nombre “censo”, lo cual es casi imposible porque el nombre “censo” no lleva el artículo, que es lo esperado. Y allí es dónde se queda por ahora el debate: por un lado, Lucas es un fiel historiado (a diferencia de Josefo), y, por otro lado, el griego no es tan claro como un habría esperado. ¿Cuál se debe “sacrificar” a costa del otro?
                 
                3. Conclusión
                 
                ¿Qué podemos concluir de este estudio? Tenemos tres respuestas distintas para las tres críticas que tratamos. En cuanto al censo, si lo vemos desde la perspectiva de Lucas con un poco de empatía, no creo que haya ningún problema con cómo se ha expresado con respecto al censo a nivel mundial. En cuanto a Belén, tenemos un posible paralelismo histórico que nos ayuda a entender la razón por la cual José y María habrían vuelto a Belén, y cómo habría acabado Jesús en un pesebre, en la planta baja de la casa. No es una respuesta totalmente satisfactoria, pero sí que nos da un paralelismo histórico a la situación. En cuanto al Cirenio, el debate está en punto muerto. Cada uno tiene que decidir si “pesa más” la fiabilidad general de Lucas o el significado más natural del texto griego. Por ahora, y hasta que haya mejores argumentos o más evidencia, si bien no se puede vindicar a Lucas, tampoco se le puede acusar de un error histórico.
                 
                Obras importantes sobre el tema:
                 

                · GERSTACKER, Andreas, “Der Zensus des Quirinius und die Datierung der Geburt Jesu– Quellenlage, Argumente und Interpretationsansätze” Ichthys 2015-2016 (tres artículos). Una versión resumida está disponible in inglés: https://www.youtube.com/watch?v=Dm05lWjJWWQ

                · WALLACE, Daniel. Greek Grammar Beyond the Basics, 304-305 (no disponible en la versión española Gramática griega: sintaxis del Nuevo Testamento).
                 

                · NOLLAND, John. Luke 1-9:20, 99-104.

                 
                 
                 

                FORMULARIO DE CONTACTO

                Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

                  Cristo en toda la Escritura

                  I. Introducción

                  En Lucas 24:25-26, 44-46, Jesucristo dice a dos discípulos que todo el Antiguo Testamento habla del sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías (cf. Jn 5:39). En esa ocasión, Jesús estaba andando con ellos desde Jerusalén hasta Emaús, una caminata de unos 10 kilómetros que habría durado unas tres horas. ¿Podría hablar Ud sobre el sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías por el mismo tiempo? Claro que muchos empezaríamos con Isaías 53, pero ¿podría hablar de ‘todo lo que han dicho los profetas’ y de ‘la ley de Moisés, los profetas y los salmos’?
                   
                  Me gustaría sugerir que una de las razones por las que muchos no podríamos superar el reto es que ya no utilizamos un método hermenéutico fundamental que los apóstoles y otros cristianos de generaciones previas sí utilizaban. ¿Cómo se llama este método? Se llama la tipología, y puede abrir unas vías tremendas para ver el sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías en toda la Escritura.
                   
                   

                  II. Cinco ejemplos de tipología cristológica en el Antiguo Testamento

                  Me gustaría compartir cinco ejemplos de tipología cristológica en el Antiguo Testamento que hablan de las experiencias del sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías. En muchos casos, cumplen también con lo que dijo el apóstol Pablo de que la ‘gloria’ vino al tercer día (cf 1 Cor 15:3-4). La clave interpretativa en estos ejemplos es la tipología, así que estamos buscando correspondencias generales entre las historias veterotestamentarias y su cumplimiento en el Mesías.
                   
                   

                  II.1. Adán y Eva (Gén 2)

                  • Adán, siendo perfecto y sin pecado, no tenía mujer. Dios le hizo caer un sueño profundo, abrió su costado y formó su mujer de su propio cuerpo. Al despertarse, Adán vio su gloriosa y perfecta mujer.

                  • Jesús, el verdadero Adán, siendo perfecto y sin pecado, no tenía mujer. En la cruz, le cayó el sueño profundo de la muerte. El soldado romano le abrió su costado con una lanza y emanó sangre y agua, formando así su mujer de su propio cuerpo. Al despertar de la muerte, verá a su gloriosa y perfecta mujer en la eternidad (cf. Ef 5:25-27).

                   
                  II.2. Abraham e Isaac (Gén 22)
                   
                  • Dios manda a Abraham sacrificar a su único hijo amado y los dos viajan juntos por tres días hasta el Monte Moriah[1]e Isaac es quien lleva la leña (en hebreo ‘leña’ es la misma palabra para ‘madera’ y ‘árbol’) subiendo la montaña; pero al tercer día Dios rescata a Isaac de la muerte en el último minuto por proveer otro sacrificio.

                  • Jesús, el único hijo amado de Dios, fue el sacrificio quien llevó su ‘madera’ subiendo Gólgota; pero, a diferencia de Isaac, no fue rescatado en el último minuto[2] porque él fue el verdadero “otro sacrificio” que Dios proveyó; sin embargo, al tercer día Dios le soltó de la muerte.

                   

                  II.3. José y sus hermanos (Gén 37-50)

                  • José fue el hijo amado de su padre y fue traicionado por sus hermanos por plata; fue condenado injustamente como criminal y enviado a la cárcel (un tipo de muerte) con dos criminales, uno de los cuales era inocente y el otro culpable; luego José fue liberado de la cárcel (un tipo de resurrección) y sentado a la diestra del Faraón, desde donde salvó a mucha gente de la muerte y perdonó a sus hermanos traidores.

                  • Jesús fue el hijo amado de su Padre y fue traicionado por sus hermanos (Judás y los otros líderes religiosos) por plata; fue condenado injustamente como criminal y enviado a la tumba después de ser crucificado con dos criminales, uno de los cuales era inocente y el otro culpable; luego Jesús fue levantado de la muerte y sentado a la diestra del Padre, desde donde salva a mucha gente de la muerte y perdona a sus hermanos traidores.

                   
                  II.4. Los filisteos derrotan a los israelitas (1 Sam 4-6)
                   
                  • Los filisteos derrotan a los israelitas, llevan cautiva el arca y la ponen delante de su dios, Dagón. Por la mañana del tercer día los filisteos encuentran a Dagón derrumbado delante del arca, con su cabeza y manos cortadas.

                  • Jesús, la verdadera arca del Señor, es llevado cautivo por el verdadero enemigo, la muerte. Pero al tercer día demuestra Jesús que la ha cortado la cabeza y las manos por levantarse de los muertos.

                   
                  II.5. Daniel en el foso de los leones (Dan 6)
                   
                  • Daniel fue condenado a la muerte por su piedad (oraciones) por unos soberanos celosos y malvados, que habían engañado y obligado al rey para que le echara en el foso de muerte. Pero temprano al tercer día (es decir, el tercer díadespués de ser condenado por sus oraciones), fue liberado del foso y restaurado a su lugar glorioso.

                  • Jesús fue condenado a la muerte por su piedad por unos soberanos celosos y malvados, que engañaron y obligaron a Pilato a que le condenara a la cruz y a la tumba. Pero temprano al tercer día fue liberado de la tumba y restaurado a su lugar glorioso por su ascensión a la diestra de Dios.

                   
                  III. Conclusión
                   

                  Espero que estos ejemplos hayan animado a los lectores a tomar en serio las palabras de Jesús cuando afirmó que toda la Escritura habla de su sufrimiento y subsecuente gloria. El método usado aquí no ha sido la de buscar profecías sino la tipología, un método poco usado por nosotros los protestantes, pero que debemos recuperar. Ahora les animo a coger sus Biblias y leerlas con la expectativa de encontrar el mismo patrón en otras partes. Les aseguro que la búsqueda no será en vano.

                   
                  PD: Casi todo lo que he escrito arriba viene de Warren Gage, Milestones to Emmaus: The Third Day Resurrection in the Old Testament (Fort Lauderdale, FL: St. Andrews House, 2015). Me gustaría agradecerle por darme permiso para publicar un resumen de parte de su pensamiento encontrado en este libro. El libro entero debe ser traducido al español cuanto antes.
                   

                  [1] Según 2 Chr 3:1 es el mismo sitio donde Salomón construyó el Templo. [2] Aunque se lo pidio: ‘Padre, si es posible, pase de mí esta copa’.

                   
                   

                  FORMULARIO DE CONTACTO

                  Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

                    Revelación–respuesta: el canto evangélico y el ritmo bíblico de la adoración

                    Introducción

                    Si estás leyendo esto, es muy probable que seas protestante, y si eres protestante, es muy probable que formes partes del grupo que se llama “evangélico”. David Bebbington, en su celebrado estudio sobre el movimiento evangélico en Gran Bretaña, concluyó que hay cuatro características que lo unen: biblicismo, crucicentrismo, conversionismo y activismo.[1] A esta lista de cuatro, me gustaría proponer otra: su forma de culto. Es decir, el culto de muchas iglesias evangélicas sigue más o menos el mismo patrón: una bienvenida (quizá con una breve oración y/o lectura de la Biblia) seguida por muchas canciones (normalmente entre tres y seis) y por último una predicación seguida por una despedida (oración y/o llamada a responder).
                     
                    En este artículo, no voy a hablar del culto evangélico en sí, sino de un componente que me resulta extraño: la práctica de cantar antes de escuchar a la Palabra. Me parece extraño porque la Biblia nos da otro patrón para la relación entre cantar y escuchar la Palabra: primero Dios nos habla a nosotros, y luego respondemos a él en canción. A continuación, veremos ejemplos de la Biblia en los que Dios habla o actúa primero, y luego su pueblo le responde en canción.
                     
                    El patrón bíblico de la adoración
                     

                    Este no es el momento adecuado para proporcionar todos los textos bíblicos que hablan del patrón bíblico de la adoración. Mi meta aquí es más modesta: proporcionar algunos de los textos más conocidos sobre el tema, que pueden ilustrar el caso de que el canto suele seguir a la palabra o el acto de Dios, y no precederla.

                    • Éxodo 14-15: En Éxodo 14, Dios libra a los israelitas de los egipcios, y en Éxodo 15, Moisés y los israelitas responden con una canción. Luego, en los vv. 20-21, María y las mujeres también responden con una canción.

                    • Jueces 4-5: En Jueces 4, Dios libra a los israelitas de Jabín rey de Canaán, y en Jueces 5, Débora y Barac responden con una canción.

                    • 1 Reyes 8: en los primeros versículos del capítulo, el Templo está dedicado al Señor y la nube del Señor lo llena de tal modo que los sacerdotes no pueden seguir ministrando. Luego Salomón responde con una oración extendida y con una bendición para la gente, y todos responden ofreciendo sacrificios.

                    • Job 38:6-7: los ángeles alababan y se regocijaban cuando Dios creó el mundo.

                    • El libro de los salmos: Una y otra vez los salmistas dan fe de que su canto funciona como respuesta a la obra de Dios: p. ej., 9:11-12; 13:6; 18 título (cf. vv. 46-49); 30 título (cf. vv. 4-5, 11-12); 33:3-5; 51:14; 59:16-17; etc…

                    • El libro de Lamentaciones: El libro entero es un lamento que responde al juicio de Dios.

                    • Apocalipsis 5: El Cordero toma el libro de la mano derecha de Dios, y los que rodean el trono responden con una canción.

                    El ritmo bíblico de la adoración
                     
                    Como estos textos demuestran, el patrón consistente de la adoración bíblica se puede resumir con el ritmo de revelación–respuesta. Es decir, Dios se revela, se manifiesta, habla, y nosotros respondemos con una canción de manera adecuada. En la Biblia, nuestra adoración sigue la revelación de Dios, y no el revés. Esa es la razón por la que el culto evangélico me parece extraño, incluso no bíblico, en ciertos momentos: nos atrevemos a hablar primero a Dios, sin escucharle en su Palabra, sea leída o predicada.
                     
                    No estoy argumentando que el culto evangélico es malo o anti-bíblico. Al contrario, quiero afirmar que aprecio mucho el énfasis que muchas iglesias evangélicas ponen en la Palabra. Sin embargo, los evangélicos afirmamos la doctrina de sola Escritura y la necesidad de reformarse siempre a la luz de ella. Por tanto, me gustaría retar a las iglesias evangélicas a ser más bíblicas con respecto al patrón de la adoración: primero debemos escuchar a Dios en su palabra —sea leída o predicada—, y luego responderle de manera adecuada.
                     
                    Sugerencias prácticas
                     

                    Supongo que habrá varias maneras de cumplir con el patrón de revelación–respuesta, pero me gustaría ofrecer dos maneras en las que se puede hacer. Primero, los cultos evangélicos deben tomarse en serio la práctica de otras denominaciones más tradicionales de empezar el culto con una lectura de la Biblia. El director de música podrá planear las canciones que la siguen, para que la gente pueda responder con una canción de manera adecuada (hace falta un poco de planificación para hacer esto). Segundo, en lugar de cantar entre tres y seis canciones antes de la predicación, ¿por qué no prorrogar el tiempo de cantar hasta después de la predicación? Muchas iglesias cantan por lo menos una canción después de la predicación, y si se selecciona bien, mucha gente dice que es el mejor momento del culto, en el que puede responder al Señor. El canto es el punto álgido de nuestra adoración, y nuestros corazones están más llenos y dispuestos a cantarle después de haberle escuchado en su Palabra.

                    Estas son nada más que sugerencias, pero me gustaría retar a todos a tomarse en serio el patrón bíblico de la adoración de revelación–respuesta, no solamente para el canto, sino para cada aspecto del culto y de sus vidas.
                     

                    [1] Evangelicalism in Modern Britain: A History from the 1730s to the 1980s (London: Routledge, 1989).

                    FORMULARIO DE CONTACTO

                    Si tienes alguna pregunta o sugerencia, puedes contactarnos escribiendo en el formulario de contacto de esta página, o por teléfono, correo y/o a través de nuestras redes sociales. Trataremos de responder a la mayor brevedad posible.

                      Scroll to top