BIBLIA

La Iglesia I: ¡Sed la Iglesia!

Cuando nos planteamos la pregunta ¿qué es la Iglesia?, la podemos responder desde dos perspectivas, a saber: externa e interna. Muchas veces, la respondemos desde la perspectiva externa, es decir, hablamos de la Iglesia como una entidad (“desde arriba”), y la describimos según las cuatro cualidades históricas —una, santa, católica y apostólica— y las tres marcas reformadas —predicación del Evangelio, administración de los sacramentos y la disciplina eclesiástica. Se ve fácilmente que la responsabilidad aquí recae sobre el liderazgo. Obviamente, hablar de la Iglesia desde esta perspectiva es válido e importante, pero tampoco es completo.

Hace falta recordar la otra perspectiva, a saber, la interna. Aquí no hablamos de la Iglesia como entidad sino como organismo (“desde abajo”), y hablamos de la vida interior de la Iglesia. Según esta perspectiva —igual de válida que la otra—, la respuesta a la pregunta ¿qué es la Iglesia? sería algo así: la Iglesia es una comunidad de amor en la que la gente se ama en el poder del Espíritu para edificarse con el fin de ser más como Cristo a la gloria del Padre. Desde esta perspectiva, la responsabilidad de ser la Iglesia no recae sobre el liderazgo sino sobre los miembros mismos.
 
Hablando de la Iglesia desde esta perspectiva “desde abajo”, surge la siguiente pregunta: ¿cómo podemos cumplir con nuestra responsabilidad de ser una comunidad de amor? Afortunadamente, el Nuevo Testamento nos da unas pautas a seguir: emplea muchos mandamientos “unos a otros”, y es ahí donde encontramos una gran parte de la respuesta a la pregunta. A continuación, veremos los mandamientos “unos a otros” del Nuevo Testamento. Los he colocado en cinco grupos principales: el mandamiento básico de amarse unos a otros, seguido por mandamientos de convivencia, el hablar, cómo tratar a los necesitados y qué hacer con un hermano débil o que vive en pecado. También he dividido los grupos por actitudes y disposiciones generales por un lado, y actividades concretas por otro. Así espero poder, no solamente presentar los mandamientos, sino también exponerlos para que se puedan comprender.
 
Mandamiento básico: amarse unos a otros (Rom 12:10; 13:8-10; 1 Ped 2:17; 1 Jn 3:11, 23; 4:7, 11-12; 2 Jn 5).
  • Crecer y abundar en el amor unos por otros: 1 Tes 3:12.

  • Entrañablemente, de corazón puro: 1 Ped 1:22.

Convivencia:
  • Actitudes y disposiciones: preferirse los unos a los otros en cuanto a la honra (Rom 12:10; Fil 2:3); unánimes entre vosotros (Rom 12:16; 2 Cor 13:11; Fil 1:27; 2:2); mantener la unidad del Espíritu (Ef 4:3); revestirse de humildad unos con otros (1 Ped 5:5); no juzgar antes de tiempo (1 Cor 4:5); someterse unos a otros (Ef 5:21).

  • Exhortaciones generales: preocuparse unos por otros (1 Cor 12:25); soportarse unos a otros en amor (Ef 4:1-2; Col 3:13); ser bondadosos unos con otros (Ef 4:32); perdonarse unos a otros (Ef 4:32; Col 3:13); considerarse unos a otros para estimularse al amor y a las buenas obras (Heb 10:24); perfeccionarse (2 Cor 13:11); vivir en paz (2 Cor 13:11; Heb 12:14); combatir unánimes por la fe del evangelio (Fil 1:27); seguir siempre lo bueno unos para con otros (1 Tes 5:15).

  • Actividades concretas: practicar la hospitalidad (Rom 12:13; Heb 13:2: sin murmuraciones [1 Pet 4:19]; no con los herejes [2 Jn 2:10]); gozarse con los que se gozan (Rom 12:15); llorar con los que lloran (Rom 12:15); servirse por amor unos a otros (Gál 5:13); no dejar de congregarse (Heb 10:25); orar unos por otros (Stg 5:16); ministrar al Señor y ayunar juntos (Hch 13:2); esperarse unos a otros (1 Cor 11:33); reconocer, honrar y recibir siervos (1 Cor 16:15-18; Fil 2:29; Col 4:10; 1 Tes 5:12-13); saludarse unos a otros (1 Cor 16:20; 2 Cor 13:12; Fil 4:21; 1 Tes 5:26; Heb 13:24; 1 Ped 5:14); no olvidar la ayuda mutua (Heb 13:16).

Hablar:
  • Actitudes y disposiciones: airarse sin pecar (Ef 4:26-27); hablar para edificar (Ef 4:29-30).

  • Exhortaciones generales: hablar verdad (Ef 4:25); no mentir unos a otros (Col 3:9); alentarse unos a otros (1 Tes 4:18); exhortarse unos a otros cada día (Heb 3:13; 10:25); no murmurarse unos de otros (Fil 2:14; Stg 4:11); no quejarse unos contra otros (Stg 5:9); animarse unos a otros (1 Tes 5:11); edificarse unos a otros (1 Tes 5:11).

  • Actividades concretas: aconsejarse unos a otros (Rom 15:14); hablarse, enseñarse y exhortarse con salmos, himnos y cánticos espirituales (Ef 5:18); confesar las ofensas unos a otros (Stg 5:16); consolarse (2 Cor 13:11); amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles y ser pacientes para con todos (1 Tes 5:14); no impedir hablar en lenguas ni menospreciar las profecías (1 Cor 14:39; 1 Tes 5:20; probar los espíritus [1 Jn 4:1-3]).

Cómo tratar a los necesitados:
  • Compartir la necesidad de los santos (Rom 12:13); asociarse con los humildes (Rom 12:16); compartir con el que padece necesidad (Ef 4:28); acordarse de los presos (Heb 13:3).

Qué hacer con un hermano débil o que vive en pecado:
  • Recibir al débil en la fe (Rom 14:1): no juzgarse unos a los otros (Rom 14:13); seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Rom 14:19); soportar y agradar los fuertes a los débiles (Rom 15:1-3); tener un mismo sentir (Rom 15:5); recibir unos a otros (Rom 15:7).

  • Los espirituales restaurar a los sorprendidos en alguna falta (Gál 6:1; Stg 5:19-20): sobrellevar unos las cargas de otros (Gál 6:2).

  • Apartarse de los que causan divisiones y que ponen tropiezos (Rom 16:17): amonestar a los desobedientes (2 Tes 3:14-15).

  • Limpiarse de la vieja levadura (1 Cor 5:7, 13).

 

En conclusión, me gustaría hacer unos comentarios y sacar algunas conclusiones. Primero, no creo que la lista de arriba sea exhaustiva. Es decir, no creo que el Nuevo Testamento nos haya dado todos los mandamientos “unos a otros” que hay que cumplir. Se puede argumentar que la misma situación existe con los dones espirituales que nos son enumerados en el Nuevo Testamento: nos pone muchos, que sirven como base y de ejemplo, pero no tenemos una lista exhaustiva de todos los dones espirituales que hay. De manera parecida, nos son dados muchos mandamientos “unos a otros” en el Nuevo Testamento, los cuales sirven como base y de ejemplo, pero no sirven como una lista exhaustiva de todo lo que Dios pide de nosotros como Iglesia. Hay que ser fiel lo que hay, y extenderlos donde no los haya.

Segundo, mirando a los mandamientos que el Nuevo Testamento sí no da, vemos que el peso de los mandamientos recae sobre la convivencia y el hablar. En cuanto a la convivencia, tantos mandamientos nos deben persuadir fácilmente de que la vida cristiana no se puede vivir solo, y que debemos tomar muy en serio la división entre hermanos. El Señor no nos llama a ser el mejor amigo de todos, sino a algo mucho más profundo: ser el hermano o hermana de todos. ¿Estás viviendo en división? Entonces no estás cumpliendo este aspecto de cómo ser la Iglesia. En cuanto al hablar, tenemos que darnos cuenta de que “ir al culto” no significa llegar a la iglesia, sentarse en una silla para escuchar a un sermón y luego salir. “Ir al culto” significa que cada uno tiene que interactuar con otros, y que tiene que hacerlo para edificar a los demás. ¿Cuándo fue la última vez que oraste con alguien en la iglesia? ¿Cuándo fue la última vez que confesaste tus pecados a alguien en la iglesia? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste con alguien por haber escuchado sus pruebas y luego le aconsejaste con principios bíblicos? No tiene que ser los domingos durante el culto cuando lo haces, pero sí que un buen momento para hacerlo.
 

Tercero, no todos los mandamientos “unos a otros” son “bonitos”. Algunos nos llaman a ayudar a los que realmente no nos pueden devolver nada. Son mandamientos de servicio, que nos deben recordar el servicio salvífico que Jesucristo nos ofrece en el evangelio, de quien también obtenemos el poder para dicho servicio. Es decir, cuando servimos a los enfermos, los débiles, etc., nos debe recordar que Jesucristo hace los mismo con nosotros cada día, que lo hace por amor, y que nos da fuerza para hacerlo. Otros nos llaman a apartarnos —en amor— de los que están rechazando el señorío de Jesucristo en sus vidas. Ser una comunidad de amor no es lo mismo que ser una comunidad de gracia, algo que muchos confunden hoy en día (sin saber qué es realmente la gracia). A veces el acto más amoroso que podemos hacer —aunque nos duela más que al otro— es quitarles de la comunidad de amor. Tal acto no es “bonito” en ningún sentido, pero sí es amoroso.

Volvemos a la pregunta principal: ¿cómo podemos cumplir con nuestra responsabilidad de ser una comunidad de amor? El Nuevo Testamento nos da una lista muy amplia de mandamientos “unos a otros”. Solo nos queda cumplirlos. Iglesia: ¡sed la Iglesia!
 
 
 

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    La mujer virtuosa de Proverbios 31: ¿la imagen de una mujer ideal?

    Introducción

    Para muchas mujeres es difícil leer Proverbios 31:10-31 sin sentirse mal. ¿Y quién les puede echar la culpa? Esa mujer lo hace todo: es la esposa y madre perfecta, muy trabajadora, la primera en levantarse y la última en acostarse, trabaja dentro y fuera del hogar (y de hecho, lleva varias empresas), cocina para todos, ayuda a los pobres, siempre está vigilante y sabe enseñar a otros. Al leer esta lista de responsabilidades, ¿qué más le queda al marido?
     
    Si somos honestos, ¿quién —sea hombre, mujer o superhéroe— puede hacer todo esto sin volverse loco? Me da pena pensar en las mujeres que se han propuesto este texto como el ejemplo a seguir, pues es una meta imposible. Además, ¿dónde está el capítulo 32 de Proverbios que habla del marido ideal? Es un silencio llamativo.
     

    En este artículo, me gustaría sugerir que la típica interpretación (protestante) de este texto —que habla de la mujer ideal— es equivocada, y que hay una interpretación mucho más satisfactoria que cuadra mucho mejor con el libro de Proverbios. Propongo que la “mujer virtuosa” de Proverbios 31 no se refiere a una mujer literal, sino a la Sabiduría. Baso esta afirmación en tres argumentos: el género literario de Proverbios, el papel de la mujer en Proverbios y los paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer de Proverbios 31. Al final, veremos que el enfoque principal de este texto —igual que el resto del Antiguo Testamento— es Cristo mismo.

     
    1. El género literario de Proverbios
     

    Primero, hay que recordar que Proverbios es un libro sapiencial. Por tanto, no debemos sorprendernos cuando el verdadero significado de un texto sea algo diferente a lo que pensamos después de una lectura superficial. El propósito de un proverbio es hacernos meditar en ello, para buscar los tesoros que nos esperan. Así es cómo empieza el libro: “Para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos” (Prov 1:6; RVR60). Por tanto, hay que confesar que es una lectura un poco superficial llegar al final de Proverbios y pensar que de repente el autor quiere dar consejos prácticos a las mujeres para sus vidas cotidianas. No quiero dar la impresión de que dicha interpretación sea imposible, pero me parece una interpretación poca digna de un libro tan profundo y refinado como es Proverbios.

     

    2. El papel de la mujer en Proverbios

    Segundo, hay que recordar que esta no es la primera vez que una mujer ha aparecido en el libro. De hecho, en la primera sección principal del libro (cap. 1-9), la imagen de la mujer quizá sea la más recurrente: aparece en los capítulos 2, 5-7 y 9. Además, cada vez que aparece en estos capítulos, solo juega uno de estos dos papeles: o es una mujer adúltera, o es una mujer virtuosa. Pero es más que eso: la mujer en estos capítulos no simplemente ilustra el vicio y la virtud en la vida de un ser humano, sino que es la encarnación de lo mismo. Es decir, la mujer adúltera representa la tentación en la vida del creyente, y la mujer virtuosa representa la virtud en la misma.
     
    Además, es muy importante notar que aquí, al comienzo del libro, la mujer virtuosa siempre está soltera y está buscando un compañero, o, mejor dicho, un marido. La mujer soltera de Proverbios 9, que se llama “Sabiduría”, está llamando a los simples a venir a su casa: todo está preparado, solo hay que dejar las simplezas. El libro sigue con los capítulos 10-30 hablando de varios aspectos de la sabiduría, y vemos su valor y belleza una y otra vez. Pero acabamos el libro sin saber su destino: ¿se ha casado? ¿cómo es como esposa? ¿ha cumplido sus promesas de ser la ayuda idónea para los simples? Es dentro de este contexto literario que tenemos que interpretar la “mujer virtuosa” de Proverbios 31. Lo que tenemos aquí es el resto de la historia: sí que se ha casado, es la mujer ideal y sí que ha cumplido sus promesas.
     
    De hecho, uno casi podría hacer un bosquejo del libro entero basado en las etapas del noviazgo: en los capítulos 1-9 tenemos la propuesta de matrimonio, en los capítulos 10-30 tenemos el noviazgo y en el capítulo 31 tenemos el matrimonio. En cada momento, la Sabiduría se está ofreciendo a los simples para que vengan a ella y se cumplan de todos sus deseos, siempre y cuando dejen sus simplezas. No seguir la mujer adúltera, pues su camino te llevará a la muerte; mejor hacerse compañero de la mujer virtuosa, pues su camino te llevará a la vida en cada sentido de la palabra.
     
    3. Paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer virtuosa de Proverbios 31
     

    Tercero, hay muchos paralelismos entre la Sabiduría en Proverbios 1-30 y la mujer virtuosa de Proverbios 31. La tabla de abajo las compara, y se ve que en muchos temas hay una coincidencia llamativa. Los paralelismos son tan extensos que es imposible evitar la conclusión: la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la Sabiduría de Proverbios 1-30. Todas las referencias vienen de la RVR 60.

    Un articulista ha resumido los paralelismos entre la Sabiduría y la mujer de Proverbios 31 de la siguiente manera: “Los dos retratos se complementan. El retrato de la Sabiduría invitando a aquellos que hacen caso a su llamada para hacer su hogar con ella en el cap. 9 es complementado por el retrato de la mujer establecida con los suyos en el cap. 31. Y la seguridad y paz comprometida por la Sabiduría en el 1:33 es bien representado en el 31:10-31. Si el retrato en el cap. 9 es el de la Sabiduría buscando a compañeros, el retrato del cap. 31 ha de simbolizar a la Sabiduría por fin establecida con los suyos”.[1]

     
    Conclusión
     

    Me imagino que la interpretación propuesta arriba puede parecer novedosa para muchos lectores, pero en realidad era la interpretación típica y universal de la Iglesia durante siglos y siglos hasta la modernidad. La superioridad de esta interpretación no solamente se ve en su sensibilidad al contexto de Proverbios, ni en el alivio psicológico que da a las mujeres que quieren vivir fielmente a lo que creen que la Biblia les está diciendo, sino también en su enfoque cristológico. ¿Quién es la encarnación de la Sabiduría? ¿Quién nos ofrece la vida, bajo la condición de dejar nuestras simplezas? Solo Jesucristo puede hacer todo lo que hace la Sabiduría en el libro de Proverbios, y por tanto esta interpretación cuadra mucho mejor con lo que dijo Jesús a los discípulos en camino a Emaús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc 24:27).

     
    [1]Thomas McCreesh, “Wisdom as Wife: Proverbs 31:10-31,” RB 92 no 1 (1985): 30. Muchas ideas de este artículo vienen de este artículo por McCreesh.

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      Las tres perspectivas de la Santa cena: pasado, presente y futuro

      I. Introducción

      ¿Qué es lo que estamos haciendo cuando celebramos la Santa cena y por qué es tan importante? En este breve ensayo me gustaría sugerir que en la Santa cena estamos declarando tres verdades teológicas sobre el pasado, presente y futuro, y que estas verdades están relacionadas con las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor. En resumen, la Santa cena recoge y resume toda la fe cristiana. Para mostrar estas tres perspectivas, voy a usar el texto más leído en nuestras iglesias sobre la Santa cena: 1 Corintios 11:17–34.
       
      II. La perspectiva del pasado
       

      Para empezar, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el pasado: que la en muerte de Jesús encontramos nuestra vida. Esta es la afirmación clave del cristianismo, es decir, que Jesús fue condenado en nuestro lugar para restaurar nuestra relación con el Padre. Los versículos 24 y 25 aluden a esta realidad cuando Pablo cita las palabras de Jesús que su cuerpo es “por vosotros” y que su sangre es el “nuevo pacto”, y cuando dice que por comer el pan y beber la copa, “la muerte del Señor anunciáis”. Por tanto, una perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el pasado: recordando lo que hizo el Hijo por nosotros.

      III. La perspectiva del presente
       

      Segundo, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el presente: que somos uno y que deberíamos vivir así. No se suelen leer los versículos 17–22 y 33–34, pero realmente estos versículos son los que nos da el contexto de los versículos “famosos” de la Santa cena. ¿Qué se encuentra en estos pasajes? Leemos que había divisiones en la iglesia de Corinto (vv. 18–19), que las divisiones estaban basadas en factores socio económicos (vv. 21–22) y que el remedio fue esperarse unos a otros (vv. 33–34), que era la manifestación de amor más apropiada para esa situación en concreto. Pablo hace referencia a los hechos y palabras de Jesús, porque conllevaban implicaciones teológicas y prácticas: si solo había un pan y una copa, entonces deberíamos celebrar la cena juntos, porque somos una sola familia, y no muchas. Creo también que se entienden mejor los versículos 27–32 cuando se leen a esta luz: comer y beber “indignamente”, no “discernir el cuerpo del Señor” y el tema de examinarse tienen más que ver con nuestras relaciones horizontales que con nuestra relación vertical con el Señor (aunque obviamente no se pueden separar por completo). Por tanto, otra perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el presente: recordando que somos un cuerpo y familia.

      IV. La perspectiva del futuro

      Por último, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el futuro: que Jesús volverá algún día. En la última parte del versículo 26, encontramos la frase “hasta que él venga”. En otras palabras, la Santa cena no es solamente un recuerdo de su primera venida, sino también el recuerdo de su segunda. Curiosamente, la Santa cena es, en cierta manera, una anticipación de lo que haremos con Cristo en el nuevo cielo y tierra. Según Lucas 22:15–18, Cristo volverá a comer la Santa cena con su novia, la Iglesia (cf. Apoc 21:2). Comer en la presencia del Señor es un tema importante en las Escrituras, y el gran banquete de boda en el nuevo cielo y tierra es la gran esperanza del su pueblo. Por tanto, la última perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el futuro: anhelando que Cristo venga, ¡y que sea pronto!
       
      V. La Santa cena y la fe, la esperanza y el amor
       

      Hemos dicho que la perspectiva del pasado habla de lo que Cristo hizo por nosotros, la del presente del plano horizontal y la del futuro de la segunda venida de Cristo. Esto en sí es importante, pero creo que es posible dar un paso más y demostrar que la Santa cena se puede ver como un resumen de las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor.

      La obra de Cristo en la cruz es la base de nuestra fe: el Padre reconcilia el mundo consigo mismo por el Hijo, y se efectúa por el envío del Espíritu Santo. Por tanto, la mirada hacia el pasado evoca la fe.

      Su ejemplo en la cruz —dar de sí mismo por el bien del otro— se convierte en la base de la ética cristiana. El amor —en todas sus manifestaciones— es el resumen de la ética cristiana, y es el único remedio para las divisiones en la iglesia. Por tanto, la mirada hacia el presente evoca el amor.

      La segunda venida de Cristo es la base de nuestra esperanza. A través de la Santa cena, estamos declarando que, aunque nuestro Rey fue crucificado, también fue resucitado, ascendió a los cielos donde reina con el Padre y volverá algún día para reinar en plenitud. Por tanto, la mirada hacia el futuro evoca la esperanza.
       

      VI. Conclusión

      La Santa cena —cuando va acompañado por la Palabra, obviamente— se encuentra en el corazón de la vida cristiana. En este acto, se unen el pasado, el presente y el futuro, y se manifiestan la fe, la esperanza y el amor. Si tu experiencia de la Santa cena ha sido insatisfactoria, te pido a meditar en la profundidad de lo que se ha expuesto arriba, y a seguir indagando para encontrar más joyas aun no descubiertas.

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        “Satisfacer los deseos de la carne” (Gál 5:16): ¿prohibición o promesa?

        1. Introducción

        En Gálatas 5:16 encontramos algo interesante: algunas versiones de la Biblia traducen la última frase del versículo como si fuera una prohibición, mientras que otras la traducen como si fuera una promesa.
         
        Las siguientes versiones contienen ejemplos de la primera opción (prohibición):
        • Reina-Valera 1909: “Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne”

        • Nacar-Colunga 1949: “Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne”

        • Reina-Valera 1960: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”

        • Reina-Valera 1995: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”

        • Dios Habla Hoy 2002: “Por lo tanto, digo: Vivid según el Espíritu y no busquéis satisfacer vuestros malos deseos”


        Las siguientes versiones contienen ejemplos de la segunda opción (promesa):
        • La Biblia de las Américas: “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne”

        • Nueva Versión Internacional 1999: “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”

        • Conferencia Episcopal Española 2014: “Frente a ello, yo os digo: caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne”

         
        A nivel exegético, las dos versiones nos ofrecen dos maneras de entender Gálatas 5:16. En la primera opción, nos da una orden y una prohibición: andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. En la segunda opción, tenemos una orden y una promesa: andar en el Espíritu, y si lo hacemos, nunca satisfaremos los deseos de la carne.
         
         
        2. ¿Cuál opción es la correcta?
         

        A veces, las diferencias entre las traducciones —y sobre todo entre la Reina-Valera y otras traducciones modernas— se pueden explicar a base de la crítica textual: detrás de las versiones puede haber dos textos distintos de los idiomas originales, y por tanto, producen dos traducciones distintas. Pero ese no es el caso aquí, porque no hay variante textual.

        En griego, la frase detrás de la expresión que nos interesa es: οὐ μὴ τελέσητε. Las tres palabras forman una construcción gramatical bastante bien conocida en la literatura griega, y específicamente en los escritos del Nuevo Testamento. Consiste en dos partes, que vamos a analizar brevemente. Primero, la negación doble: οὐ μὴ. Griego tiene dos palabras para “no”, y aquí las tenemos juntas. Cuando están así, la construcción se llama una “negación enfática”, y lleva el significado de “nunca jamás” o “nunca, pero nunca”. Segundo, el verbo: τελέσητε. Está en tiempo aoristo (pasado indefinido) y modo subjuntivo (posibilidad). La construcción gramatical “negación enfática + aoristo subjuntivo” es la manera más fuerte de negar algo en griego: niega la posibilidad de que algo ocurra.
         
        Veamos algunos otros ejemplos de esta construcción gramatical en el Nuevo Testamento:
         
        • Mateo 24:35: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán

        • Juan 10:28: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás

        • Romanos 4:8: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”

        • Hebreos 13:5: “No te desampararé, ni te dejaré

         
        Como se puede ver, para captar la idea de “nunca jamás”, muchas veces se traduce la construcción con el verbo futuro. Volviendo a Gálatas 5:16, está claro que la traducción correcta es: “no cumpliréis el deseo de la carne”. Es decir, lo que tenemos aquí es una promesa: si andamos en el Espíritu, no tenemos que preocuparnos de si vamos a pecar, porque tal cosa es imposible. Nunca, pero nunca lo haremos.
         
        Todo esto está bien, pero ¿de dónde surgió la otra traducción de “no satisfagáis”? No estoy seguro, pero me imagino que viene de una lectura equivocada del verbo τελέω (“satisfacer”). A nivel morfológico, la diferencia entre el aoristo subjuntivo y el futuro indicativo es una letra. Tomando el verbo τελέω como ejemplo, es fácil ver la similitud entre las dos formas:
        • Aoristo subjuntivo: τελέσητε

        • Futuro indicativo: τελέσετε

         

        Quizá los traductores leyeron mal el verbo, y pensaban que era un verbo futuro, que sí se puede usar para expresar mandamientos y prohibiciones. Por ejemplo, se usa el futuro para expresar las prohibiciones de los Diez mandamientos en la LXX.

         

        3. Conclusión

        El ejemplo de Gálatas 5:16 es un caso no muy común: la mayoría de las veces los traductores de la Biblia hacen bien su trabajo. Pero a veces no. Si eres pastor o maestro de la Biblia, este ejemplo sirve como buen recordatorio para comprobar siempre las traducciones con los idiomas originales, y si no los conoces, sirve para animarte a aprenderlos cuánto antes.
         
         
        Bibliografía útil:
        WALLACE, D. y STEFFEN, D. Gramática griega: Sintaxis del Nuevo Testamento (Editorial Vida), p. 341.
         

        BRUCE, F. F. Un comentario de la epístola a los gálatas (Editorial Clie), p. 331.

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          Lucas 2:1-7: ¿Se equivocó Lucas en los datos históricos?

          1. El problema

          Para algunos, Lucas 2:1-7 es uno de los mejores ejemplos de cómo la Biblia se puede equivocar con respeto a los datos históricos. El texto dice: «1  Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón» (RV60).
           
          En su merecidamente famoso libro, Historia del pueblo judío tiempos de Jesús, los expertos Emil Schürer, Geza Vermes, Fergus Millar y Matthew Black resumen la postura crítica contra la fiabilidad histórica de este texto en cinco puntos:
           
          • No se conoce ningún censo imperial a nivel mundial en la época de Augusto.

          • José no habría sido obligado a viajar a Belén, y María no tendría que haberle acompañado.

          • Un censo romano no podría haberse realizado en Judea durante la época del Rey Herodes.

          • Josefo no menciona un censo romano en Judea durante el reino de Herodes, pero sí que menciona otro en el año 6 o 7 d. C. como algo nuevo y sin precedencia.

          • Cirenio nunca fue el gobernador de Siria durante la vida de Herodes y por tanto tal censo no podría haberse realizado durante la época de Herodes.

           

          2. Posibles soluciones

          Antes de responder directamente a las críticas, primero me gustaría hacer unos comentarios a nivel general. Primero, recordemos que Lucas —el autor del evangelio que lleva su nombre y del libro de Hechos— era un historiador. Su prólogo (Lc 1:1-4) refleja los temas, el vocabulario y la estructura de los prólogos de otros historiadores de la antigüedad, y así se está presentando como alguien que ha realizado una investigación profunda sobre su tema y quiere que sus lectores le tomen en serio. Segundo, Lucas ha demostrado que conoce muy bien las instituciones romanas (sobre todo en Hch 13-28). No tenemos tiempo para profundizarnos en el tema, pero respeto a los nombres, la geografía, etc., Lucas se ha revelado como uno de los autores más informados de su época, un dato que ha sido apreciado tanto por cristianos como por no cristianos. Tercero, y relacionado con el comentario anterior, Lucas es menos preciso en Hechos 1-12 que en Hechos 13-28, lo cual implica que no suele inventar evidencia acerca de acontecimientos de los cuales no sabe mucho o nada. Una vez más, es la marca de un historiador fiable. Cuarto, es muy posible que Lucas conociera o la familia de Jesús o los que la conocían (cf. Lc 1:3). No olvidemos que a partir de Hechos 16:10 Lucas ya era testigo ocular de los acontecimientos de los que escribe, y que había conocido a mucha gente, incluso la de Éfeso y Judea, dos lugares donde tradicionalmente vivía la familia de Jesús. Todo esto nos debe alertar a la hora de atribuir un error a Lucas sobre los acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús.

          Ahora para una respuesta más detallada. Se pueden reducir las cinco críticas en tres grupos: el censo, Belén y Cirenio.

          En cuanto al censo, Hechos 5:37 demuestra claramente que Lucas ya sabía del censo de 6 o 7 d. C., y por tanto sería muy difícil creer que un historiador tan bien informado como Lucas pudiera confundirse al respeto. Los críticos tienen razón cuando dicen que no se conoce ningún censo imperial a nivel mundial bajo Augusto, pero eso no significa que se equivocó Lucas. A veces Roma colaboraba con los gobernantes locales y les permitía realizar censos que Roma luego recopilaba y sumaba para obtener los resultados. Desde la perspectiva de la gente normal y corriente, dichos censos le parecerían un censo a nivel mundial bajo la autoridad de Roma, porque era Roma misma que mandaba que se realizara dichos censos. Por tanto, no creo que podamos criticar a Lucas por referirse a este censo local —que podría haber formado parte de un censo mucho más grande— como a nivel mundial en Lucas 2:1.

          En cuanto a Belén, tiene muy poco sentido inventar la historia: ningún otro pretendido mesías de la época —y había muchos— afirmaba haber nacido allí, y tampoco tenía importancia nacional o política. Por tanto, ¿por qué inventar la historia de que José y María fueron a Belén? No tiene ningún sentido. Además, algunos hallazgos del desierto de Judea —específicamente de Nahal Hever— nos has preservado un caso que podría ser entendido como paralelo al de José y María. Una mujer que se llamaba Babatha tuvo que viajar a otro pueblo con su marido como guardián legal para declarar una propiedad que se podría tasar. Basado en este paralelismo histórico, es posible que José y/o María tuviera una propiedad en Belén y que por tanto tuviera que ir (los dos) a Belén para declarar. Si la propiedad perteneciera a la familia, habrían intentado quedarse en el (muy) pequeño cuarto de los invitados en la parte alta de la casa. Sin embargo, como los cuartos solían ser (muy) pequeños, y por tanto no muy adecuados para dar a luz, se habrían bajado a la planta baja donde vivían los animales. Según esta interpretación, no es que no hubiera lugar en el “mesón”, sino en la “posada” (κατάλυμα), que es una traducción mejor de la palabra. Por tanto, a nivel histórico no hay nada en Lucas 2:3-7 que no pudiera haber pasado.

          En cuanto a Cirenio, aunque es verdad que Josefo dice que el censo fue bajo Cireneo en el año 6 o 7 d. C., es muy posible que se equivocara. Josefo afirma ser historiador, y a veces es fiable, pero en otros casos es demostrablemente falso. Más específicamente, su relato sobre el censo bajo Cireneo tiene sus propias dificultades históricas, y por tanto no debemos aceptar su versión de manera acrítica.

          Sin embargo, dando por sentado que había un censo en 6 o 7 d. C. bajo Cirenio, hay tres posibilidades de resolver esta dificultad histórica.
           
          Primero, algunos han intentado cambiar la fecha del nacimiento de Jesús al año 6 o 7 d. C., pero dicho cambio tendría dos consecuencias difíciles de aceptar: 1) Se habría equivocado Mateo (ver Mt 2:22); 2) Lucas, un historiador muy preciso y fiable, se habría equivocado por unos diez años en el nacimiento de Jesús. Al final, no parece una buena opción.
           

          Segundo, otros han argumentado que Cirenio estuvo en Siria en dos ocasiones distintas, sea como enviado especial o gobernador, y que Lucas se refiere a la primera ocasión. Gracias a la influencia de William Ramsey, esta teoría contó con mucho apoyo durante el s. XX, pero nuevos estudios parecen haberla derrotado, y son pocos los que lo defienden hoy en día.

          Tercero, algunos han recurrido al texto griego para resolver la dificultad. Específicamente, varios expertos han sugerido otras interpretaciones y traducciones del adjetivo traducido como “primer” (πρώτη) en Lucas 2:2. La traducción “primer” implica una idea superlativa, es decir, el primer censo de varios. Sin embargo, el adjetivo también puede funcionar como un adverbio y así modificar la expresión “se hizo” y llevar una idea comparativa, y por tanto ser traducido como “antes”. Según esta interpretación, la traducción de la frase sería: “Este censo se hizo antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria”. Este argumento tiene por lo menos tres puntos fuertes. Primero, evita por completo la cuestión histórica y así concuerda con lo que sabemos de la fiabilidad de Lucas. Segundo, tenemos otros ejemplos que traducen la palabra como “antes” (ej., Jn 15:18). Tercero, tiene sentido que Lucas hiciera una distinción entre “el censo” famoso de 6 o 7 d. C. al que hace referencia en Hechos 5:37, y este censo anterior. Sin embargo, el punto débil de esta interpretación es que no es la manera más natural de leer el texto griego. El adjetivo “primer” concuerda con el nombre “censo” en caso, número y género, y también lo sigue inmediatamente en el texto, lo cual lo hace difícil que se interprete como un adverbio en lugar de un adjetivo. La lectura “mas natural” es: “primer censo”. También requiere que el pronombre demostrativo “este” funcione de manera atributiva respecto al nombre “censo”, lo cual es casi imposible porque el nombre “censo” no lleva el artículo, que es lo esperado. Y allí es dónde se queda por ahora el debate: por un lado, Lucas es un fiel historiado (a diferencia de Josefo), y, por otro lado, el griego no es tan claro como un habría esperado. ¿Cuál se debe “sacrificar” a costa del otro?
           
          3. Conclusión
           
          ¿Qué podemos concluir de este estudio? Tenemos tres respuestas distintas para las tres críticas que tratamos. En cuanto al censo, si lo vemos desde la perspectiva de Lucas con un poco de empatía, no creo que haya ningún problema con cómo se ha expresado con respecto al censo a nivel mundial. En cuanto a Belén, tenemos un posible paralelismo histórico que nos ayuda a entender la razón por la cual José y María habrían vuelto a Belén, y cómo habría acabado Jesús en un pesebre, en la planta baja de la casa. No es una respuesta totalmente satisfactoria, pero sí que nos da un paralelismo histórico a la situación. En cuanto al Cirenio, el debate está en punto muerto. Cada uno tiene que decidir si “pesa más” la fiabilidad general de Lucas o el significado más natural del texto griego. Por ahora, y hasta que haya mejores argumentos o más evidencia, si bien no se puede vindicar a Lucas, tampoco se le puede acusar de un error histórico.
           
          Obras importantes sobre el tema:
           

          · GERSTACKER, Andreas, “Der Zensus des Quirinius und die Datierung der Geburt Jesu– Quellenlage, Argumente und Interpretationsansätze” Ichthys 2015-2016 (tres artículos). Una versión resumida está disponible in inglés: https://www.youtube.com/watch?v=Dm05lWjJWWQ

          · WALLACE, Daniel. Greek Grammar Beyond the Basics, 304-305 (no disponible en la versión española Gramática griega: sintaxis del Nuevo Testamento).
           

          · NOLLAND, John. Luke 1-9:20, 99-104.

           
           
           

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            Cristo en toda la Escritura

            I. Introducción

            En Lucas 24:25-26, 44-46, Jesucristo dice a dos discípulos que todo el Antiguo Testamento habla del sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías (cf. Jn 5:39). En esa ocasión, Jesús estaba andando con ellos desde Jerusalén hasta Emaús, una caminata de unos 10 kilómetros que habría durado unas tres horas. ¿Podría hablar Ud sobre el sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías por el mismo tiempo? Claro que muchos empezaríamos con Isaías 53, pero ¿podría hablar de ‘todo lo que han dicho los profetas’ y de ‘la ley de Moisés, los profetas y los salmos’?
             
            Me gustaría sugerir que una de las razones por las que muchos no podríamos superar el reto es que ya no utilizamos un método hermenéutico fundamental que los apóstoles y otros cristianos de generaciones previas sí utilizaban. ¿Cómo se llama este método? Se llama la tipología, y puede abrir unas vías tremendas para ver el sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías en toda la Escritura.
             
             

            II. Cinco ejemplos de tipología cristológica en el Antiguo Testamento

            Me gustaría compartir cinco ejemplos de tipología cristológica en el Antiguo Testamento que hablan de las experiencias del sufrimiento y la subsecuente gloria del Mesías. En muchos casos, cumplen también con lo que dijo el apóstol Pablo de que la ‘gloria’ vino al tercer día (cf 1 Cor 15:3-4). La clave interpretativa en estos ejemplos es la tipología, así que estamos buscando correspondencias generales entre las historias veterotestamentarias y su cumplimiento en el Mesías.
             
             

            II.1. Adán y Eva (Gén 2)

            • Adán, siendo perfecto y sin pecado, no tenía mujer. Dios le hizo caer un sueño profundo, abrió su costado y formó su mujer de su propio cuerpo. Al despertarse, Adán vio su gloriosa y perfecta mujer.

            • Jesús, el verdadero Adán, siendo perfecto y sin pecado, no tenía mujer. En la cruz, le cayó el sueño profundo de la muerte. El soldado romano le abrió su costado con una lanza y emanó sangre y agua, formando así su mujer de su propio cuerpo. Al despertar de la muerte, verá a su gloriosa y perfecta mujer en la eternidad (cf. Ef 5:25-27).

             
            II.2. Abraham e Isaac (Gén 22)
             
            • Dios manda a Abraham sacrificar a su único hijo amado y los dos viajan juntos por tres días hasta el Monte Moriah[1]e Isaac es quien lleva la leña (en hebreo ‘leña’ es la misma palabra para ‘madera’ y ‘árbol’) subiendo la montaña; pero al tercer día Dios rescata a Isaac de la muerte en el último minuto por proveer otro sacrificio.

            • Jesús, el único hijo amado de Dios, fue el sacrificio quien llevó su ‘madera’ subiendo Gólgota; pero, a diferencia de Isaac, no fue rescatado en el último minuto[2] porque él fue el verdadero “otro sacrificio” que Dios proveyó; sin embargo, al tercer día Dios le soltó de la muerte.

             

            II.3. José y sus hermanos (Gén 37-50)

            • José fue el hijo amado de su padre y fue traicionado por sus hermanos por plata; fue condenado injustamente como criminal y enviado a la cárcel (un tipo de muerte) con dos criminales, uno de los cuales era inocente y el otro culpable; luego José fue liberado de la cárcel (un tipo de resurrección) y sentado a la diestra del Faraón, desde donde salvó a mucha gente de la muerte y perdonó a sus hermanos traidores.

            • Jesús fue el hijo amado de su Padre y fue traicionado por sus hermanos (Judás y los otros líderes religiosos) por plata; fue condenado injustamente como criminal y enviado a la tumba después de ser crucificado con dos criminales, uno de los cuales era inocente y el otro culpable; luego Jesús fue levantado de la muerte y sentado a la diestra del Padre, desde donde salva a mucha gente de la muerte y perdona a sus hermanos traidores.

             
            II.4. Los filisteos derrotan a los israelitas (1 Sam 4-6)
             
            • Los filisteos derrotan a los israelitas, llevan cautiva el arca y la ponen delante de su dios, Dagón. Por la mañana del tercer día los filisteos encuentran a Dagón derrumbado delante del arca, con su cabeza y manos cortadas.

            • Jesús, la verdadera arca del Señor, es llevado cautivo por el verdadero enemigo, la muerte. Pero al tercer día demuestra Jesús que la ha cortado la cabeza y las manos por levantarse de los muertos.

             
            II.5. Daniel en el foso de los leones (Dan 6)
             
            • Daniel fue condenado a la muerte por su piedad (oraciones) por unos soberanos celosos y malvados, que habían engañado y obligado al rey para que le echara en el foso de muerte. Pero temprano al tercer día (es decir, el tercer díadespués de ser condenado por sus oraciones), fue liberado del foso y restaurado a su lugar glorioso.

            • Jesús fue condenado a la muerte por su piedad por unos soberanos celosos y malvados, que engañaron y obligaron a Pilato a que le condenara a la cruz y a la tumba. Pero temprano al tercer día fue liberado de la tumba y restaurado a su lugar glorioso por su ascensión a la diestra de Dios.

             
            III. Conclusión
             

            Espero que estos ejemplos hayan animado a los lectores a tomar en serio las palabras de Jesús cuando afirmó que toda la Escritura habla de su sufrimiento y subsecuente gloria. El método usado aquí no ha sido la de buscar profecías sino la tipología, un método poco usado por nosotros los protestantes, pero que debemos recuperar. Ahora les animo a coger sus Biblias y leerlas con la expectativa de encontrar el mismo patrón en otras partes. Les aseguro que la búsqueda no será en vano.

             
            PD: Casi todo lo que he escrito arriba viene de Warren Gage, Milestones to Emmaus: The Third Day Resurrection in the Old Testament (Fort Lauderdale, FL: St. Andrews House, 2015). Me gustaría agradecerle por darme permiso para publicar un resumen de parte de su pensamiento encontrado en este libro. El libro entero debe ser traducido al español cuanto antes.
             

            [1] Según 2 Chr 3:1 es el mismo sitio donde Salomón construyó el Templo. [2] Aunque se lo pidio: ‘Padre, si es posible, pase de mí esta copa’.

             
             

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              Revelación–respuesta: el canto evangélico y el ritmo bíblico de la adoración

              Introducción

              Si estás leyendo esto, es muy probable que seas protestante, y si eres protestante, es muy probable que formes partes del grupo que se llama “evangélico”. David Bebbington, en su celebrado estudio sobre el movimiento evangélico en Gran Bretaña, concluyó que hay cuatro características que lo unen: biblicismo, crucicentrismo, conversionismo y activismo.[1] A esta lista de cuatro, me gustaría proponer otra: su forma de culto. Es decir, el culto de muchas iglesias evangélicas sigue más o menos el mismo patrón: una bienvenida (quizá con una breve oración y/o lectura de la Biblia) seguida por muchas canciones (normalmente entre tres y seis) y por último una predicación seguida por una despedida (oración y/o llamada a responder).
               
              En este artículo, no voy a hablar del culto evangélico en sí, sino de un componente que me resulta extraño: la práctica de cantar antes de escuchar a la Palabra. Me parece extraño porque la Biblia nos da otro patrón para la relación entre cantar y escuchar la Palabra: primero Dios nos habla a nosotros, y luego respondemos a él en canción. A continuación, veremos ejemplos de la Biblia en los que Dios habla o actúa primero, y luego su pueblo le responde en canción.
               
              El patrón bíblico de la adoración
               

              Este no es el momento adecuado para proporcionar todos los textos bíblicos que hablan del patrón bíblico de la adoración. Mi meta aquí es más modesta: proporcionar algunos de los textos más conocidos sobre el tema, que pueden ilustrar el caso de que el canto suele seguir a la palabra o el acto de Dios, y no precederla.

              • Éxodo 14-15: En Éxodo 14, Dios libra a los israelitas de los egipcios, y en Éxodo 15, Moisés y los israelitas responden con una canción. Luego, en los vv. 20-21, María y las mujeres también responden con una canción.

              • Jueces 4-5: En Jueces 4, Dios libra a los israelitas de Jabín rey de Canaán, y en Jueces 5, Débora y Barac responden con una canción.

              • 1 Reyes 8: en los primeros versículos del capítulo, el Templo está dedicado al Señor y la nube del Señor lo llena de tal modo que los sacerdotes no pueden seguir ministrando. Luego Salomón responde con una oración extendida y con una bendición para la gente, y todos responden ofreciendo sacrificios.

              • Job 38:6-7: los ángeles alababan y se regocijaban cuando Dios creó el mundo.

              • El libro de los salmos: Una y otra vez los salmistas dan fe de que su canto funciona como respuesta a la obra de Dios: p. ej., 9:11-12; 13:6; 18 título (cf. vv. 46-49); 30 título (cf. vv. 4-5, 11-12); 33:3-5; 51:14; 59:16-17; etc…

              • El libro de Lamentaciones: El libro entero es un lamento que responde al juicio de Dios.

              • Apocalipsis 5: El Cordero toma el libro de la mano derecha de Dios, y los que rodean el trono responden con una canción.

              El ritmo bíblico de la adoración
               
              Como estos textos demuestran, el patrón consistente de la adoración bíblica se puede resumir con el ritmo de revelación–respuesta. Es decir, Dios se revela, se manifiesta, habla, y nosotros respondemos con una canción de manera adecuada. En la Biblia, nuestra adoración sigue la revelación de Dios, y no el revés. Esa es la razón por la que el culto evangélico me parece extraño, incluso no bíblico, en ciertos momentos: nos atrevemos a hablar primero a Dios, sin escucharle en su Palabra, sea leída o predicada.
               
              No estoy argumentando que el culto evangélico es malo o anti-bíblico. Al contrario, quiero afirmar que aprecio mucho el énfasis que muchas iglesias evangélicas ponen en la Palabra. Sin embargo, los evangélicos afirmamos la doctrina de sola Escritura y la necesidad de reformarse siempre a la luz de ella. Por tanto, me gustaría retar a las iglesias evangélicas a ser más bíblicas con respecto al patrón de la adoración: primero debemos escuchar a Dios en su palabra —sea leída o predicada—, y luego responderle de manera adecuada.
               
              Sugerencias prácticas
               

              Supongo que habrá varias maneras de cumplir con el patrón de revelación–respuesta, pero me gustaría ofrecer dos maneras en las que se puede hacer. Primero, los cultos evangélicos deben tomarse en serio la práctica de otras denominaciones más tradicionales de empezar el culto con una lectura de la Biblia. El director de música podrá planear las canciones que la siguen, para que la gente pueda responder con una canción de manera adecuada (hace falta un poco de planificación para hacer esto). Segundo, en lugar de cantar entre tres y seis canciones antes de la predicación, ¿por qué no prorrogar el tiempo de cantar hasta después de la predicación? Muchas iglesias cantan por lo menos una canción después de la predicación, y si se selecciona bien, mucha gente dice que es el mejor momento del culto, en el que puede responder al Señor. El canto es el punto álgido de nuestra adoración, y nuestros corazones están más llenos y dispuestos a cantarle después de haberle escuchado en su Palabra.

              Estas son nada más que sugerencias, pero me gustaría retar a todos a tomarse en serio el patrón bíblico de la adoración de revelación–respuesta, no solamente para el canto, sino para cada aspecto del culto y de sus vidas.
               

              [1] Evangelicalism in Modern Britain: A History from the 1730s to the 1980s (London: Routledge, 1989).

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                Abraham es un nuevo Adán: La estructura toledoth de Génesis

                Conocidas tentativas de estructurar Génesis

                Al echar un vistazo a obras tradicionales acerca de Génesis y cómo estructuran el libro al completo (p. ej., el comentario de Gordan Wenham, el trabajo de David Dorsey sobre la estructura literaria del AT, el panorama del AT de Andrew Hill y John Walton), no quedo satisfecho.[1] Si bien parte de su perspectiva es útil, su estructura general no parece tener plenamente en cuenta las claves retóricas del texto ni las antiguas técnicas literarias.
                 
                En relación a las claves retóricas del texto, como es bien sabido, Génesis tiene diez secciones toledoth, que muchos comentaristas coinciden en que funcionan como marcadores estructurales.[2] La mayoría de los comentaristas son conscientes de esto, pero muchos agrupan arbitrariamente las secciones toledoth en grupos más grandes de dos, tres o, incluso, cinco toledoth, dando al libro una estructura desequilibrada. En cuanto a las antiguas técnicas literarias, de aquellos que intentan respetar la estructura toledoth del libro, muchos no hacen más que enumerarlos, como si el libro no fuera más que una progresión estricta y lineal de diez toledoth desde Adán hasta José. Parecen no ser conocedores de las antiguas técnicas literarias del quiasmo, el paralelismo y otras técnicas similares.
                 

                Una nueva propuesta

                Una vez expuestas mis “quejas”, me gustaría proponer la siguiente estructura para el Génesis. En primer lugar, las secciones toledoth deben tomarse en serio, y eso es lo que voy a hacer. En segundo lugar, las antiguas técnicas literarias también hay que tomarlas en serio y, tras haber considerado diferentes técnicas, he llegado a la conclusión provisional de que el paralelismo es el mejor camino a seguir. ¿Qué es el paralelismo? Para poner un solo ejemplo bien conocido, paralelismo es lo que encontramos en Génesis 1 en cuanto a la actividad creadora de Dios: los primeros seis días de la creación pueden dividirse en grupos de tres, el primero de los cuales comprende la “formación” y el segundo el “llenado”,[3] con el primero, el segundo y el tercer día de cada grupo correspondiéndose el uno al otro (uno – cuatro, dos – cinco, tres – seis). La estructura sería algo así (los números a la izquierda se refieren a los días de la creación y las letras muestran la estructura paralela):
                 

                1. A. Día 1: luz y oscuridad 

                2.          B. Día 2: aire y mar[4]

                3.                     C. Día 3: tierra seca
                 

                4. A’. Día 4: sol, luna y estrellas

                5.          B’. Día 5: aves y peces
                 

                6.                    C’. Día 6: animales terrestres y seres humanos

                 

                Esto sólo es un ejemplo muy conocido de estructura paralela, pero ilustra mi argumento sobre el libro de Génesis en su conjunto: los diez toledoth se repiten (“paralelan”) entre sí, con cinco toledoth en cada parte. Cuando se hace así, se pueden ver algunas conexiones interesantes, como espero que se vea a continuación. Es importante recordar que la persona cuyo nombre aparece en el toledoth no es el centro de la sección, sino su descendiente(s). Por ejemplo, el “toledoth de Taré” (Gen 11:27–25:11) se centra en uno de sus hijos, Abraham, más que en el propio Taré. Así, para facilitar la comprensión del argumento del libro, he sustituido las personas nombradas en el toledoth por sus descendientes. Siguiendo el ejemplo anterior, esta es mi propuesta para la estructura de Génesis (de nuevo, los números de la izquierda corresponden al toledoth, y las letras muestras la estructura paralela):

                 

                1. A. Adán y Eva; la lucha Caín – Abel

                2.           B. La línea setita (se mencionan 10 descendientes) y la corrupción de la humanidad
                 

                3.           C. Noé; la narración del diluvio; la lucha Sem – Cam

                4.                     D. Lista de 3 hijos y 70 naciones; la torre de Babel (arrogancia; opresión)
                 

                5.                               E. Los descendientes de Sem (se mencionan 12 descendientes; Abraham)

                6. A’. Abraham y Sara; lucha Ismael – Isaac
                 

                7.           B’. Los doce descendientes de Ismael (distanciamiento)

                8.                     C’. Jacob; Labán, Lea y Raquel; la lucha Esaú – Jacob
                 

                9.                               D’. Los descendientes de Esaú: 3 esposas y aprox. 70 descendientes; Edom

                10.                                        E’. Doce patriarcas; José
                 
                 
                Observaciones
                 

                Permítanme explicar en detalle lo que sólo podría escribirse brevemente en el esquema anterior.

                A – A’
                 

                En primer lugar, a nivel de macroestructura, el mensaje más obvio del libro es que Abraham es el nuevo Adán. Por tanto, no debe ser ninguna coincidencia que el llamamiento de Abraham por parte de Dios en Génesis 12:1-3 es el punto de inflexión más importante del libro (si no de todo el AT). La estructura paralela entre Adán y Abraham sugiere la idea de recapitulación, como re-creación y la contracción del enfoque del trato de Dios con el mundo hacia su trato con una nación, Israel. Al mirarlo desde esta perspectiva, podemos ver a Israel como un microcosmos de la humanidad. Además, parece que es así como los judíos han interpretado la relación de Abraham con Adán. Por ejemplo, en Midrash Génesis Rabá 14:6 dice: “[Adán] puede pecar y no habrá nadie que lo solucione. Por eso crearé primero a Adán para que, si peca, venga Abraham y arregle las cosas”.[5] Puede haber otros paralelismos, como entre Eva y Sara, o entre las luchas fraternales de Caín y Abel, por un lado, y las de Ismael e Isaac por otro; pero no entraré en esos detalles aquí. Este quizá sea el argumento más poderoso para estructurar los diez toledoth de manera paralela.

                 
                B – B’
                 

                Ambos textos son básicamente genealogías que terminan con una nota de pecado: así como la humanidad se entregó a la violencia antes del diluvio, también los ismaelitas son descritos como “estableciéndose allí frente a todos sus parientes” (Gen 25:18), lo que evoca la profecía original de que sería un “asno montés”, con su mano contra todos y viceversa (Gen 16:12).

                C – C’
                 
                Las luchas fraternales entre Cam y Sem (y Jafet) por un lado, y las de Esaú y Jacob por otro, ayudan a explicar el paralelismo entre estas dos secciones toledoth.
                 
                 D – D’
                 

                La lista de naciones de Génesis 10 está formada por tres hijos, de los que salen 70 naciones y que culmina en la torre de Babel, un lugar de arrogancia y opresión. Del mismo modo, Esaú contrae matrimonio con tres mujeres, de las que se mencionan aproximadamente 70 descendientes, que habitan en Edom/Seir, el montañoso país vecino al sur de Israel, un lugar de arrogancia y opresión. Así, Edom sería una nueva torre de Babel, al menos en cierto sentido.

                E – E’
                 

                El linaje de Sem menciona doce descendientes (la décima generación incluye a los tres hermanos Abram, Nacor y Aram) que pueden evocar a los doce patriarcas. La genealogía semita prepara para el personaje principal, el piadoso Abraham, mientras que el final del toledoth de Jacob se centra en el personaje principal, el piadoso José. Además, ambos preparan para un éxodo: Abram y Sara desde Babilonia y los doce patriarcas desde Egipto.

                Conclusión
                 

                Admito que algunos paralelismos no son tan convincentes como otros, sin embargo, una investigación más profunda podría aportar más información de la aquí señalada. La mayor ventaja de esta estructura con respecto a otras es que toma en serio las secciones toldeoth de Génesis y las antiguas técnicas literarias. Así mismo, la misma estructura nos aporta información muy valiosa: Génesis trata de la creación de la humanidad y de Israel por parte de Dios, y del éxodo de Israel de Babilonia y de Egipto. Si mi propuesta demuestra ser errónea de alguna manera, al menos espero que abra nuevos horizontes a la hora de analizar la estructura de Génesis (y de otros libros de la Biblia).

                 

                [1] Obviamente, Génesis forma parte del Pentateuco, pero su estructura toledoth y su trama coherente justifican que lo tratemos como una obra independiente.
                [2] En realidad, hay once de estas frases toledoth, pero la mayoría cuenta las dos apariciones en el toledoth de Esaú como si formaran una sección (Gen 36:1, 9).
                [3] Esto, a su vez, se corresponde con Gen 1:2, que dice que la tierra estaba “sin forma” y “vacía”.
                [4] Técnicamente, el mar recibe su nombre en el tercer día, pero las “aguas” ya van apareciendo en el segundo día.
                [5] Midrash Rabbah, trad. Rabbi Dr. H. Freedman y Maurice Simon (London, The Soncino Press, 1939), 1:114.


                Traducido por Trini Bernal, con algunas modificaciones realizadas por el autor.

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                  La sorprendente estructura de los Diez mandamientos

                  1. Introducción

                  Muchos ya conocemos los Diez mandamientos de Éxodo 20 y Deuteronomio 5, pero por si acaso, aquí los tienen en forma resumida:
                   
                  1. No tener dioses ajenos

                  2. No hacer imágenes

                  3. No tomar el nombre de Dios en vano

                  4. Guardar el sábado

                  5. Honrar a tus padres

                  6. No matarás

                  7. No cometerás adulterio

                  8. No hurtarás

                  9. No mentirás

                  10. No codiciarás

                  Hasta aquí, todo bien, pero surge la pregunta: ¿por qué están estructurados así, y cuál es su lógica? Aunque los Diez mandamientos juegan un papel central en la catequesis cristiana, muchos no profundizan más que observar que algunos mandamientos hablan de nuestra relación con Dios (normalmente los 1–4), mientras que otros hablan de nuestra relación con los hombres (normalmente los 5–10). En este artículo, me gustaría profundizar en la estructura y lógica de los Diez mandamientos. (Como comentario parentético, permítanme reconocer mi deuda con la comunidad judía al respecto, y sobre todo a los sefardí de la Edad media.)
                   

                  2. La estructura de los Diez mandamientos

                  Cuando consideramos la estructura de los Diez mandamientos, el tema más importante es cómo los podemos dividir para que nos ayude a entenderlos mejor. Los cristianos solemos dividirlos en dos grupos, con los primeros tres o cuatro hablando de nuestra relación con Dios, y los últimos seis o siete de nuestra relación con los hombres. Sin embargo, me gustaría sugerir que hay otra manera —quizá mejor— de dividirlos: en dos grupos de cinco mandamientos que hablan de nuestra relación con Dios y nuestras autoridades y los otros cinco de nuestra relación con nuestros iguales. Existen por lo menos tres argumentos a favor de dicha división.
                   
                  Primero, el primer conjunto de cinco mandamientos es mucho más largo que el segundo conjunto. Si contamos las palabras en Éxodo 20:2-17 en hebreo, el primer conjunto de cinco contiene 146 palabras, lo cual da una media de unas 29 palabras por mandamiento. En cambio, el segundo conjunto contiene solo 26 palabras (15 de las cuales se encuentran en el último mandamiento), es decir, una media de unas cinco palabras por mandamiento. Esto quiere decir, que el primer conjunto de cinco mandamientos es casi seis veces más grande que el segundo conjunto de cinco mandamientos. Además, el mandamiento más corto en el primer conjunto (16 palabras) es más largo que el mandamiento más largo del segundo conjunto (15 palabras). Todo esto sugiere que tenemos aquí dos conjuntos distintos.
                   
                  Segundo, parte de la razón por la que el primer conjunto es más grande que el segundo, es el hecho de que el segundo conjunto solo contiene los mandamientos, mientras que el primer conjunto contiene tanto los mandamientos como comentarios al respecto: explicaciones, razones o incentivos. De nuevo, esto sugiere que tenemos dos conjuntos de mandamientos.
                   

                  Tercero, todos los primeros cinco mandamientos contienen la frase “Jehová tu Dios”, mientras que ninguno de los últimos cinco la contienen. Dicha observación sirve para reforzar dos argumentos. Primero, sirve como otro argumento a favor de dividir los Diez mandamientos en dos conjuntos de cinco mandamientos. Segundo, argumenta a favor de interpretar los primeros cinco mandamientos como dirigidos a nuestra relación con Dios, y los últimos cinco como dirigidos a nuestra relación con los hombres.

                  (Algunos han afirmado que las referencias a la “tierra” en los vv. 2 y 12 forman un inclusio de los primero y quinto mandamientos, lo cual serviría como otro argumento, pero es un argumento débil, como mucho.)
                   
                  Antes de seguir, permítanme aclarar una duda que a lo mejor algunos lectores tienen. El quinto mandamiento habla de nuestra relación con nuestros padres, así que ¿cómo se puede afirmar que habla de nuestra relación con Dios? La respuesta es que el primer conjunto de cinco mandamientos habla de nuestra relación con Dios y sus representantes, mientras que el segundo conjunto habla de nuestra relación con nuestros iguales. Es decir, Dios realiza su voluntad en la tierra a través de las autoridades que ha establecido, y la figura más básica y primaria en nuestras vidas es la de nuestros padres. En el comentario sobre el quinto mandamiento en Deuteronomio 16:18-18:22 (algo sobre lo que tengo planeado escribir en el futuro), se expande el quinto mandamiento para incluir a otros representantes de Dios como jueces, reyes, sacerdotes y profetas. Quizá sería más útil pensar en el primer conjunto como referido a la autoridad (plano vertical), y en el segundo conjunto a nuestros iguales (plano horizontal).
                   
                  3. La lógica de los Diez mandamientos
                   
                  En la sección anterior, espero haber establecido por lo menos la posibilidad de dividir los Diez mandamientos en dos grupos de cinco. En esta sección, me gustaría enseñar cómo dicha estructura nos ayuda a entender la lógica de por qué fueron organizados en este orden. Hay tres ideas que me gustaría compartir.
                   
                  Primero, los dos conjuntos de cinco mandamientos están organizados en orden descendiente, de los pecados relativamente más graves a los pecados relativamente menos graves. Veamos primero el primer conjunto. El pecado más serio es tener dioses ajenos, el siguiente es hacer una imagen, el siguiente es tomar el nombre de Dios en vano (sobre todo con respecto a juramentos y la apostasía), el siguiente es no guardar el sábado y el último es no honrar a los padres (y otras autoridades establecidas por Dios). Ahora veamos el segundo conjunto. El pecado más grave que podemos cometer contra uno de nuestros iguales es matarlos (es decir, el homicidio), el siguiente es el pecado sexual, el siguiente es robarles, el siguiente es contar una mentira en su contra y el último es codiciar lo que tienen. Por tanto, los Diez mandamientos no han sido recopilados y organizados al alzar, sino que reflejan una manera muy lógica de estructurar cómo vemos la santidad.
                  Segundo, y partiendo de la observación previa, se puede ver que los primeros cinco mandamientos corresponden de manera paralela a los últimos cinco (1 = 6, 2 = 7, etc.). Confieso que algunos paralelismos son más difíciles de ver que otros, pero por lo menos los quiero incluir aquí para estimular más reflexión al respecto.
                   
                  El primero mandamiento acerca de no tener dioses ajenos y el sexto mandamiento acerca de no matar comparten la idea de que otros tienen valor objetivo e inherente, y que no pueden ser descartados de nuestras vidas. Rechazar a Dios por otros dioses ajenos es una manera de “matarlo”, y matar a una persona es un ataque contra Dios, pues somos hechos a su imagen.
                   
                  El segundo mandamiento acerca de imágenes y el séptimo mandamiento acerca del adulterio comparten la idea de relaciones comprometidas y por tanto exclusivas. El AT frecuentemente compara la idolatría con el adulterio, y muchas veces los dos son asociados y van de la mano. En algún sentido, la idolatría es una manera de “tener una aventura” a espaldas de Dios.
                   
                  El tercer mandamiento de no tomar (literalmente “llevar”) el nombre de Dios en vano y el octavo mandamiento de no hurtar comparten la idea del valor de las posesiones de los demás. Igual que un ladrón se lleva la propiedad de otro y la usa injustamente para sus propios fines egoístas, nosotros también nos llevamos el nombre (= fama, reputación) de Dios y lo usamos injustamente para nuestros propios fines egoístas.
                   
                  El cuarto mandamiento del sábado y el noveno mandamiento de mentir son más difíciles de reconciliar, pero no imposible. Éxodo 20:8-11 y Deuteronomio 5:12-15 dicen que Israel debe descansar los sábados porque Dios creó el mundo en seis días y reposó en el séptimo, y porque Dios rescató a Israel de Egipto, respectivamente. Por tanto, guardar el sábado es una manera de testificar la verdad acerca de quién es Dios y qué ha hecho en nuestro mundo. No guardar el sábado, por tanto, es una manera de negar que Dios es el creador del mundo y el redentor de Israel, que es una manera de mentir.
                   
                  El quinto mandamiento del honrar a los padres y el décimo mandamiento de codiciar son quizá los más difíciles de reconciliar, pero de nuevo, no imposible. En su raíz, codiciar tiene que ver con el deseo de ser otra persona, incluso ser más que otros. Esta idea está conectada con el deseo de ser superior a los demás, que, en un sentido, es un ataque a la autoridad. Por tanto, estos mandamientos comparten la idea de estar contento con nuestro estado en la vida, sobre todo con respecto a nuestros superiores.
                   

                  Por último, la macro estructura de los Diez mandamientos es un quiasmo que abarca los tres aspectos del ser humano: nuestro corazón, nuestras palabras y nuestras acciones. La macro estructura es así:

                  A: Corazón: mandamientos 1 y 2
                  B: Palabras: mandamiento 3
                  C: Acciones: mandamientos 4 y 5
                  C’: Acciones: mandamientos 6, 7 y 8
                  B’: Palabras: mandamiento 9
                  A’: Corazón: mandamiento 10
                   

                  El quiasmo nos enseña dos cosas. Primero, nuestra relación con Dios está vinculada con nuestra relación con los demás. Si amamos a Dios con nuestro corazón, nuestras palabras y nuestras acciones, también amaremos a nuestros prójimos de manera parecida.

                  Segundo, la manera de amar a Dios y al prójimo es diferente. Con respecto a amar a Dios, el amor empieza en el corazón, luego abarca a nuestras palabras y por fin afecta a cómo vivimos. Con respecto a amar al prójimo, empezamos con nuestras acciones, luego con nuestras palabras y por último le amamos en nuestro corazón. Sin embargo, los Diez mandamientos curiosamente empiezan y terminan en el mismo lugar: amar a Dios y al prójimo desde el corazón.
                   
                  4. Conclusión
                  Mi propósito en este artículo ha sido el de demostrar que los Diez mandamientos no son diez reglas fortuitas, sino una colección de normas de amar a Dios y al prójimo que han sido organizadas de manera muy profunda. No ofrezco mi interpretación como la única opción posible, sino que la ofrezco como otro intento de profundizar en lo que es uno de los textos más importantes en la Biblia, los Diez mandamientos. Si nosotros los cristianos creemos de verdad que “toda palabra es inspirada por Dios” (2 Tim 3:16), no debemos sorprendernos cuando encontramos significado profundo, no solamente en las palabras, sino también en el orden en el que están ordenadas.
                   

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