El proyecto Plantinga: El ajuste fino del universo

1. Introducción

Hoy comenzamos una nueva serie en Casa Reina y Valera que se llama “Argumentos a favor de la existencia de Dios: el proyecto Plantinga”. Como ya saben los filósofos, Alvin Plantinga ha sido clave en lo que se refiere al “renacimiento teístico” dentro de la comunidad filosófica. En 1986, dio una conferencia titulada “(Unas) dos docenas de argumentos teísticos”, en la que perfiló de manera resumida unas dos decenas de argumentos a favor del teísmo. En 2018, un grupo de expertos desarrolló cada uno de los argumentos y los publicó en el libro (inglés) «Two Dozen (or so) Arguments for God: The Plantinga Project» (Oxford University Press).
 
Los argumentos del libro son de tal amplitud y profundidad, que me imagino que la mayoría de los lectores —yo incluido— se encontrarán perdidos de vez en cuando. Por tanto, el propósito de esta serie es el de resumir y hacer accesibles algunos de los mejores (¡y más entendibles!) argumentos a favor del teísmo, presentándolos así al mundo de habla hispana. De vez en cuando complementaré la materia de los distintos capítulos con mis propias reflexiones y explicaciones, pero lo demás viene de los capítulos mismos.

Robin Collins, PhD en filosofía (Notre Dame, IN, EEUU)
 

Profesor distinguido de filosofía, Messiah College (PA, EEUU)

2. El argumento del ajuste fino del universo

El primer argumento teístico en nuestra serie es el argumento del ajuste fino del universo, explicado y desarrollado por el Dr. Robin Collins. El argumento del ajuste fino, también conocido como el argumento del ajuste fino antrópico, afirma que la probabilidad estadística que nuestro universo exista tal como existe —con sus leyes físicas y naturales, y con su capacidad de soportar la vida— es 1 en 10 elevado a 120. Es decir, que las distintas leyes físicas y naturales que componen nuestro universo son tan finamente ajustadas que, si una variara incluso un poquito, no podría existir nuestro universo: se habría expandido o colapsado demasiado rápido como para formarse. Para dar una idea de cuán improbable es nuestro universo, la probabilidad de que exista tal como existe es 1 en 100,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,
000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,
000,000,000,000,000,000,000. Además, la distribución inicial de masa-energía en el universo (es decir, el Big Bang) tendría que haber sido aun más precisa, siendo estimado a 1 en 10 elevado a 10 elevado a 123, un número tan incomprensiblemente grande que dudo que una representación visual nos podría ayudar a apreciar su magnitud.
 
La improbabilidad estadística de nuestro universo ha convencido a muchos científicos y filósofos de que nuestro universo no está aquí por casualidad, sino que solo se puede explicar recurriendo a un creador incomprensiblemente poderoso e inteligente: Dios. Hay que recordar que dicha evidencia científica es relativamente nueva, y que por tanto el argumento teístico que se basa en ello también es nuevo. Sin embargo, ha convencido de su valor a muchos expertos de varias disciplinas.
 
Pero no todos están convencidos, y se han levantado dos contra argumentos. El primero es simplemente afirmar que debemos aceptar la improbabilidad estadística como lo que es: un dato crudo. Las cosas ocurrieron cómo ocurrieron, sea cual sea la improbabilidad. No hace falta sacar ninguna “conclusión teística” de estos números porque no implican nada; simplemente son lo que son.
 
En respuesta a dicho argumento, no creo que haga falta otro argumento nuevo, sino insistir que, desde la perspectiva de las estadísticas, la afirmación de que nuestro universo está aquí por el destino ciego es increíble. Quizás una ilustración nos podría ayudar. Se estima que el número de átomos en el universo es 10 elevado a 80, y digamos que cada átomo representa una posible forma de cómo se podría haber creado el universo. Si cada átomo en el universo representara una posible forma en que se podría haber formado nuestro universo, y si todos —menos uno— condujeran a un universo que no podría soportar la vida, ¿debemos aceptar como un “dato crudo” que el átomo que fue escogido a ciegas fue el único que podría crear un universo capaz de soportar la vida? ¿Quién podría creer esto? (Por cierto, para que la ilustración se ajustara más a la realidad tendríamos que aumentar el número de átomos en el universo por 10 elevado a 40.)
 
El segundo contra argumento es la teoría del multiverso. Los que proponen dicha teoría afirman que la razón por la que la probabilidad parece tan pequeña es porque la ecuación solo toma en cuanta nuestro universo. Pero ¿qué pasa si existen múltiples universos —quizá 10 elevado a 120 o incluso un número infinito— que no soportan la vida, que son caóticos, etc., y que “por casualidad” estamos viviendo en el único que sí soporta la vida? Esto significaría que todos los posibles universos realmente existen, y que vivimos en uno de ellos, que es el mejor. Se combina esta teoría con lo que se llama el “principio antrópico”, que afirma que podemos observar que el universo tiene orden y es “amable” con la vida precisamente porque solo un universo que tiene orden y que es “amable” con la vida podría producir seres que lo podrían observar.
 
Creo que hay dos respuestas a este contra argumento. Primero, no existe ninguna evidencia empírica en absoluto de que existan otros universos aparte del nuestro, y tampoco existe justificación filosófica para suponer dichos universos aparte de la de evitar la aparente implicación de que nuestro universo es “especial”, es decir, que tiene diseño y propósito, y que por tanto implica un creador.
 
Segundo, si los que proponen el multiverso están dispuestos a creer en esta casualidad tan increíble, me parece lógico que deben estar más dispuestos a creer en otras teorías del universo mucho más creíbles. Por ejemplo, según la hipótesis del cerebro de Boltzmann, es muchísimo más probable que el universo (y toda la realidad) sea la proyección de una sola mente desencarnada que se ha creado por casualidad y brevemente debido a un flujo puntual en un mar de caos, que existan múltiples mentes encarnadas dentro de un verdadero universo físico. Es decir, si uno está dispuesto a aceptar la increíble imposibilidad estadística de que nuestro universo existe por casualidad, entonces debe estar muchísimo más dispuesto a aceptar que el universo físico realmente no existe, y que todo es simplemente la proyección de una mente desencarnada. Hablando estrictamente desde la perspectiva de las estadísticas, los que proponen de la hipótesis del cerebro de Boltzmann son mucho más lógicos que los del multiverso.
 
3. Conclusión

Hay que insistir en que nuestro entendimiento del universo aun está en las etapas principales, y que no sería prudente basar todo el caso teístico en nuestro entendimiento científico actual del universo. Sin embargo, lo que sí parece cierto es que nuestro universo es increíblemente improbable —1 en 10 elevado a 120 improbable— y que dicho dato pide una explicación. Evocar la teoría del multiverso sin ninguna evidencia empírica parece demostrar la presuposición ateística de los que lo proponen, más que ofrecer argumentos científicos y filosóficos satisfactorios por la existencia de nuestro universo. Hasta que haya más evidencia en su contra, el argumento del ajuste fino del universo es un buen argumento a favor del teísmo.
 
PD: Robin Collins ha avanzado el argumento en su capítulo, pero es bastante técnico y difícil de entender. Sin embargo, los que están interesados en el argumento del ajuste fino del universo y que pueden leer el inglés (y que son filósofos/científicos) lo deben leer.

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