Elizabeth Burns, PhD, Queens College (Cambridge)
Lectora en Filosofía de la religión, Universidad de Londres
1. Introducción
Hay un Ser mejor que cualquier cosa que podamos imaginar. Es decir, hay un Ser de grandeza máxima en todas las formas imaginables (omnisciencia, omnipotencia, perfección moral, etc.)
Si este Ser solo existiera como idea en la mente, sería inferior al que sería si existiera de verdad.
Dicho estado sería una deficiencia en este Ser, y por tanto sería una contradicción en la definición misma: existir de verdad sería más apropiado para este Ser de grandeza máxima.
Por tanto, este Ser existe (= Dios).
Es posible imaginar un mundo donde es posible que exista un Ser de grandeza máxima, no solamente como idea sino de verdad.
Si este Ser de grandeza máxima puede existir, y existe de verdad, en un mundo posible, entonces tiene que existir en todos los mundos posibles, incluido el nuestro. Tiene que ser así porque un Ser de grandeza máxima tiene que existir, no solamente en un mundo posible, sino en todos.
Por tanto, un Ser de grandeza máxima existe en nuestro mundo (= Dios).
[Para resumir su argumento con una afirmación negativa: No existe un mundo imaginario en el cual no se puede imaginar un Ser de grandeza máxima.]
Elizabeth Burns cree que Plantinga ha cedido demasiado y ha intentado reforzar su argumento. Apoyándose en la obra de Iris Murdoch, Burns hace un argumento a favor de la realidad de la Excelencia máxima (= Dios) basado en la ubiquidad de grados. Nuestras mentes con capaces de ascender y descender por una escala de grados de excelencia mayores y menores, respectivamente. Dicha capacidad implica que existe una Excelencia máxima, pues es el estándar por el cual se miden dichos grados mayores y menores. Por ejemplo, si tenemos delante de nosotros cinco personas, somos capaces de ponerlas en orden según sus grados de justicia, porque tenemos una idea de la “justicia máxima” por la cual la podemos medir. Se pueden aplicar ejemplos parecidos a varias cualidades, incluida la de ser, y por tanto existe un Ser de “ser máximo”. Burns vuelve al argumento original de Plantinga y lo expande así (lo he alterado y abreviado ligeramente):
Es posible que exista una Excelencia máxima en un mundo posible.
La Excelencia máxima existe de verdad en cualquier mundo que tenga grados de excelencia.
Sí que existen grados de excelencia en nuestro mundo.
Por tanto, la Excelencia máxima existe en nuestro mundo.
El argumento ontológico es difícil de entender —y criticar— porque parece que la afirmación de una posibilidad conlleva su veracidad de manera necesaria, algo que no tiene ningún paralelismo fuera del lenguaje acerca de Dios. Sin embargo, como ha dicho Plantinga, como mínimo este argumento apoya la racionalidad de creer en un Ser de grandeza máxima en todo (omnisciencia, omnipotencia, perfección moral, etc.). Además, si Elizabeth Burns está en lo cierto, el fenómeno de grados es otro argumento que refuerza el argumento de Plantinga. Sea lo que sea, tanto teístas como ateístas deben tomar en serio el argumento ontológico por la existencia de Dios.