Introducción
Para lectores modernos (¡y para los primeros cristianos también!), la acusación de ateísmo suena ridícula. Después de todo, si algún grupo es conocido por su creencia en Dios, seguramente los cristianos se encuentran entre los primeros. Sin embargo, para la mente grecorromana, no era así. Los ciudadanos del Imperio romano practicaban lo que podría llamarse el politeísmo cívico, es decir, que el gobierno civil patrocinaba la adoración de varios dioses a través de las artes, fiestas, sacrificios, el teatro, etc.
Para responder a esta pregunta, tenemos que volver a unos cuantos siglos antes del cristianismo, a Atenas del s. V a. C. Sócrates estaba en su apogeo, y estaba enseñando algo peligroso: que los dioses no existen. Eso se había enseñado antes, empezando con Tales de Mileto en el s. VII, y seguido por otros llamados “filósofos naturales”, pero su enseñanza no tuvo el mismo impacto social como la de Sócrates. Según filósofos como él, los dioses eran vistos como necesarios por la gente común para asegurarse estabilidad social.[4] Cosas como los juramentos, los contractos y la defensa de la ciudad solo eran posibles si la gente creía en los dioses: ellos pueden ver lo que hacemos en el privado y tenemos que defenderlos en guerra. Sin embargo, como el oponente de Sócrates —Aristófanes— mostró, borrar a los dioses es borrar el freno social, invitando así al caos en la ciudad.[5] Sócrates fue acusado de dos cosas (y declarado culpable de lo mismo): ser ateo y corromper las mentes de los jóvenes de la ciudad con su enseñanza (es decir, el ateísmo). Curiosamente, sabemos por los escritos de Platón que, aunque Sócrates no creía en los dioses helenos conocidos en Atenas, sí creía en algún tipo de realidad divina. Es decir, Sócrates no estaba muy lejos de lo que llamamos hoy en día el “monoteísmo”.
El cristianismo contribuyó más a la estabilidad del Imperio romano que cualquier otra religión, enseñanza filosófica o religión mistérica. Paradójicamente, si la gente hubiera imitado a los dioses grecorromanos, el Imperio se habría colapsado mucho antes de lo que lo hizo en realidad.[6] Los cristianos renunciaron por completo a todas las típicas amenazas que podían arruinar un imperio desde dentro o fuera —la deuda, la inestabilidad familiar, la pereza, el deseo por el poder y la guerra, etc.— , y en su lugar pusieron la única cosa que podía preservar un impero y asegurar su crecimiento y prosperidad: amar a Dios y a los demás.
[1] Atenagoras, Súplica en favor de los cristianos, 3.
[2] Con respecto a las otras dos acusaciones, fueron entendidas como acusaciones de inhumanidad: según escritores como Heródoto, solo aquellos que vivían fuera del mundo civilizado practicaban el canibalismo y el incesto. Como se demostrará, las tres acusaciones eran tres maneras de decir lo mismo: los cristianos querían deshacer el orden civilizado establecido.
[3] Martirio de Policarpo 3:2; 9:2.
[4] Algo de esto se encuentra en la República de Platón; pero cf. también su Apología.
[5] Cf. Nubes, en el que se burla de Sócrates y demuestra que, si se aceptan las ideas de Sócrates, los deudores no pagarán sus dudas, y los hijos insultarán a sus padres.
[6] Esta crítica de la religión grecorromana era muy común, tanto por filósofos grecorromanos como Sócrates como por apologetas cristianos como Agustín; cf. Ciudad de Dios.
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