Mes: abril 2024

Las tres perspectivas de la Santa cena: pasado, presente y futuro

I. Introducción

¿Qué es lo que estamos haciendo cuando celebramos la Santa cena y por qué es tan importante? En este breve ensayo me gustaría sugerir que en la Santa cena estamos declarando tres verdades teológicas sobre el pasado, presente y futuro, y que estas verdades están relacionadas con las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor. En resumen, la Santa cena recoge y resume toda la fe cristiana. Para mostrar estas tres perspectivas, voy a usar el texto más leído en nuestras iglesias sobre la Santa cena: 1 Corintios 11:17–34.
 
II. La perspectiva del pasado
 

Para empezar, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el pasado: que la en muerte de Jesús encontramos nuestra vida. Esta es la afirmación clave del cristianismo, es decir, que Jesús fue condenado en nuestro lugar para restaurar nuestra relación con el Padre. Los versículos 24 y 25 aluden a esta realidad cuando Pablo cita las palabras de Jesús que su cuerpo es “por vosotros” y que su sangre es el “nuevo pacto”, y cuando dice que por comer el pan y beber la copa, “la muerte del Señor anunciáis”. Por tanto, una perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el pasado: recordando lo que hizo el Hijo por nosotros.

III. La perspectiva del presente
 

Segundo, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el presente: que somos uno y que deberíamos vivir así. No se suelen leer los versículos 17–22 y 33–34, pero realmente estos versículos son los que nos da el contexto de los versículos “famosos” de la Santa cena. ¿Qué se encuentra en estos pasajes? Leemos que había divisiones en la iglesia de Corinto (vv. 18–19), que las divisiones estaban basadas en factores socio económicos (vv. 21–22) y que el remedio fue esperarse unos a otros (vv. 33–34), que era la manifestación de amor más apropiada para esa situación en concreto. Pablo hace referencia a los hechos y palabras de Jesús, porque conllevaban implicaciones teológicas y prácticas: si solo había un pan y una copa, entonces deberíamos celebrar la cena juntos, porque somos una sola familia, y no muchas. Creo también que se entienden mejor los versículos 27–32 cuando se leen a esta luz: comer y beber “indignamente”, no “discernir el cuerpo del Señor” y el tema de examinarse tienen más que ver con nuestras relaciones horizontales que con nuestra relación vertical con el Señor (aunque obviamente no se pueden separar por completo). Por tanto, otra perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el presente: recordando que somos un cuerpo y familia.

IV. La perspectiva del futuro

Por último, cuando celebramos la Santa cena, estamos afirmando algo sobre el futuro: que Jesús volverá algún día. En la última parte del versículo 26, encontramos la frase “hasta que él venga”. En otras palabras, la Santa cena no es solamente un recuerdo de su primera venida, sino también el recuerdo de su segunda. Curiosamente, la Santa cena es, en cierta manera, una anticipación de lo que haremos con Cristo en el nuevo cielo y tierra. Según Lucas 22:15–18, Cristo volverá a comer la Santa cena con su novia, la Iglesia (cf. Apoc 21:2). Comer en la presencia del Señor es un tema importante en las Escrituras, y el gran banquete de boda en el nuevo cielo y tierra es la gran esperanza del su pueblo. Por tanto, la última perspectiva que deberíamos tener al celebrar la Santa cena es hacia el futuro: anhelando que Cristo venga, ¡y que sea pronto!
 
V. La Santa cena y la fe, la esperanza y el amor
 

Hemos dicho que la perspectiva del pasado habla de lo que Cristo hizo por nosotros, la del presente del plano horizontal y la del futuro de la segunda venida de Cristo. Esto en sí es importante, pero creo que es posible dar un paso más y demostrar que la Santa cena se puede ver como un resumen de las tres virtudes cristianas más importantes: la fe, la esperanza y el amor.

La obra de Cristo en la cruz es la base de nuestra fe: el Padre reconcilia el mundo consigo mismo por el Hijo, y se efectúa por el envío del Espíritu Santo. Por tanto, la mirada hacia el pasado evoca la fe.

Su ejemplo en la cruz —dar de sí mismo por el bien del otro— se convierte en la base de la ética cristiana. El amor —en todas sus manifestaciones— es el resumen de la ética cristiana, y es el único remedio para las divisiones en la iglesia. Por tanto, la mirada hacia el presente evoca el amor.

La segunda venida de Cristo es la base de nuestra esperanza. A través de la Santa cena, estamos declarando que, aunque nuestro Rey fue crucificado, también fue resucitado, ascendió a los cielos donde reina con el Padre y volverá algún día para reinar en plenitud. Por tanto, la mirada hacia el futuro evoca la esperanza.
 

VI. Conclusión

La Santa cena —cuando va acompañado por la Palabra, obviamente— se encuentra en el corazón de la vida cristiana. En este acto, se unen el pasado, el presente y el futuro, y se manifiestan la fe, la esperanza y el amor. Si tu experiencia de la Santa cena ha sido insatisfactoria, te pido a meditar en la profundidad de lo que se ha expuesto arriba, y a seguir indagando para encontrar más joyas aun no descubiertas.

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    El bautismo en la Iglesia primitiva según Everett Ferguson

     

    Introducción

    En este artículo, me gustaría resumir algunos de los argumentos importantes avanzados en la obra de 2009 de Everett Ferguson, El bautismo en la Iglesia primitiva: historia, teología y liturgia en los primeros cinco siglos. Teólogos, historiadores de la iglesia y liturgiólogos han escrito reseñas de su obra, y los resultados son unánimes: es una obra académica muy sólida. Aunque sus interpretaciones no convenzan a todos, no se le puede acusar de falta de meticulosidad. Cualquier cristiano que quiera entender mejor el tema del bautismo, debe leer esta obra académica sobre el tema.
     
    Significado del bautismo
     

    El verbo más común para bautismo es βαπτίζω, y tenía tres significados básicos en el griego no cristiano: 1) teñir; 2) hundir(se), como un barco en el océano; y 3) sumergir(se). Los cristianos casi siempre lo usaban con el tercer significado de sumergir una persona bajo agua en el rito bautismal. El idioma griego tenía otras palabras para “derramar” (p. ej., ἐκχέω) y “rociar” (p. ej., ῥαίνω), y no parecen haberse confundido en su uso. Por tanto, el bautismo cristiano significaba una sumersión total bajo agua.

    Textos neotestamentarios importantes
     

    Aunque la Iglesia primitiva usaba muchos textos bíblicos para dilucidar su teología y práctica del bautismo —incluyendo muchos textos veterotestamentarios que incluyen agua, sobre todo el cruce del Mar Rojo y el arca de Noé (cf. 1 Cor 10:1-2; 1 Ped 3:20-21)— había un puñado de textos neotestamentarios que eran clave para su pensamiento y reflexión teológica. A continuación, están dichos textos y las razones por las que eran importantes:

    • Mateo 28:19-20: bautismo en el nombre del Dios trino

    • Juan 3:5: el agua y el Espíritu eran imprescindibles para la salvación

    • Romanos 6:3ss.: el bautismo conllevaba el morir al pecado y el resucitar a una nueva vida

    • Tito 3:5: el bautismo estaba conectado con la regeneración

    • 1 Pedro 3:20-21: el bautismo era imprescindible para la salvación

    El bautismo y la salvación
     

    Toda la Iglesia primitiva conectaba el bautismo con la salvación, sobre todo con el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Dicha conexión se puede ver en la manera en la que interpretaba los versículos mencionados arriba. Sin embargo, no se debe entender esto como que creían en el “regeneración bautismal”. Al contrario, la Iglesia entendía que era la fe la que salva, y que el bautismo era totalmente ineficaz sin ella (frecuentemente citaba el ejemplo de Simón el Mago de Hch 8). Parece que entendían la fe y el bautismo como dos lados de la misma moneda, y como dos partes del todo, de tal forma que, aunque el bautismo por sí mismo no salvaba, sin embargo era el contexto en el que uno expresaba su arrepentimiento y fe. El término que los cristianos siríacos (= arameo) usaban para el bautismo ilustra esto: usaban el término ܥܡܕ (‘amad), que significa “confirmar”, dando así la impresión de que “El bautismo expresaba la confirmación de su fe” (p. 512).

    Algunas citas de Ferguson ayudan a dilucidar este equilibrio importante. En algún sitio escribe: “Si uno hiciera una distinción entre la relación de la fe y el bautismo con las bendiciones descritas [N.B.: Gál 3:7ss.], se podría decir que el bautismo es el momento en el que [ocurre], y la fe es la razón por la que [ocurre]” (p. 147). En otro sitio escribe: “El lavar el cuerpo y el purificar el alma se puedan distinguir en principio, pero en realidad no se pueden separar. El agua y el Espíritu trabajaban juntos en un solo acontecimiento bautismal” (p. 306). Ferguson prefiere el término “regeneración en el bautismo”, que parece captar bien tanto la unidad como la diferencia.

    Imágenes para el bautismo
     

    Desde el s. II (si no antes), había dos términos que se usaban frecuentemente para describir el bautismo: “sello” (lat: signaculum; gr: σφραγίς) y “signo” (lat: signum; gr: σημεῖον). En su uso no cristiano, se referían a las marcas con las que un dueño marcaba a sus esclavos o ganado para demostrar que eran suyos, y así es como los cristianos usaban dichos términos con respecto al bautismo. Más tarde, la imagen de la “iluminación” también se convirtió en un término común.

    La inmersión única vs. triple

    La Iglesia primitiva practicaba tanto la inmersión única como la triple: algunas iglesias entendían el bautismo como una inmersión mientras que otras lo entendían como tres. La primera posible referencia a la triple inmersión es la obra de finales del s. II, Los hechos de Pablo y Tecla (versión copta), y la primera referencia cierta a la misma viene de finales del s. II o inicios del s. III por Tertuliano. Sin embargo, se convirtió en una práctica con mucha difusión en la cristiandad, y era la práctica casi universal durante los ss. III-V (p. 855). La teología detrás de la inmersión triple estaba conectada o con la Trinidad o con los tres días de Jesús: su muerte, su entierro y su resurrección. Sin embargo, parece que era un desarrollo secundario a la practica original de la inmersión única.
     

    Orden del rito bautismal

    Aunque el orden del rito bautismal variaba de un sitio a otro (sobre todo entre Oriente y Occidente), parece que para finales del s. II había un orden bautismal bastante bien extendido. El primer paso fue la predicación de la Palabra. El evangelio fue visto como el requisito previo imprescindible a la salvación. El segundo paso es un poco más complicado de especificar. Por un lado, podría ser tan simple como el arrepentimiento, la fe y el bautismo (desnudo), todo visto como un solo acontecimiento. Por otro lado, el ayuno pre bautismal y la instrucción catequética rápidamente se convirtieron en costumbre, y parece haberse hecho más normal cuánto más se movía la Iglesia de un ambiente judío a un ambiente (exclusivamente) gentil. El tercer paso no fue universal, sino más local, pero se practicaba en varios lugares: el ungir con aceite. Después del bautismo, muchas iglesias ungían a los recién bautizados, normalmente trazando el signo de la cruz en sus frentes, aunque otros ungían el cuerpo entero. Otro componente antiguo del rito, pero con varias posturas respecto al orden y con varias interpretaciones de su significado, fue la imposición de las manos. El cuarto paso era que los recién bautizados eran invitados a participar en la Eucaristía (= Santa cena).
     
    Los pecados pos bautismales
     

    En la Iglesia primitiva, se entendía que el bautismo lavaba todos los pecados pre bautismales. Sin embargo, no se entendía que lavaba todos los pecados pos bautismales. Al contrario, se esperaba que los cristianos guardaran “puro” su bautismo, y la apostasía era una amenaza realmente posible. Es por este motivo que, sobre todo en el s. IV, la gente retrasaba su bautismo hasta el final de sus vidas. Se entendía que los pecados pos bautismales podrían resolverse a través de la confesión, la penitencia y la limosna.

    El rebautismo
     
    La Iglesia primitiva insistía que había un solo bautismo. Sin embargo, en el s. III eso se convirtió en algo difícil de articular claramente, cuando estalló la controversia donatista en África de Norte. La Iglesia siempre había afrontado este tema con los herejes, a los que bautizaba al recibirles en la Iglesia porque su primer bautismo no era considerado un bautismo legítimo porque no aceptaban las enseñanzas cristianas básicas (esp. la Trinidad). Con los donatistas, sin embargo, por primera vez la Iglesia tenía que tratar con conversos ortodoxos que habían sido bautizados fuera de la Iglesia oficial (llamados “cismáticos”). La controversia era principalmente entre Esteban (obispo de Roma) y Cipriano (obispo de Cartago), porque el primero solo demandaba la imposición de las manos para los conversos cismáticos, y el segundo exigía el rebautismo (que él no veía como un rebautismo, sino como el primer bautismo de verdad). Al final, ganó la postura de Esteban, sobre todo gracias a la influencia de Agustín en el siguiente siglo.
     
    El origen del bautismo infantil
     

    Quizá el tema más interesante tratado en varios sitios en la obra de Ferguson tiene que ver con el bautismo infantil. La primera evidencia literaria no debatible que tenemos del bautismo infantil viene de las obras de Tertuliano (finales del s. II o inicios del s. III), quien se opone a la práctica. en el s. III emerge más evidencia del bautismo infantil, de nuevo en África de Norte. [N.B.: Aunque no creo que Ferguson trate el tema, sería interesante ver si el bautismo infantil fue una práctica local que originó en el Norte de África.] En el s. IV (finales), la obra Las constituciones apostólicas contiene el primer mandamiento de bautizar a los bebés (p. 568). Ya en los ss. IV-V, el bautismo infantil fue más común, pero de ninguna manera la norma (ver abajo). Solo se convirtió en lo normal después del s. V, cuando Agustín conectó el bautismo infantil con el lavar el pecado original de los bebés. La doctrina del pecado original jugó un papel central en el debate entre Agustín y Pelagio sobre la depravación humana. Debido a la argumentación teológica de Agustín y su popularidad general entre las generaciones subsiguientes, esta iba a ser la postura de toda la Iglesia hasta la Reforma, cuando los anabaptistas, y luego los baptistas ingleses, abogaban por el credobautismo.

    Sin embargo, la postura credobautista tiene mucho apoyo en la Iglesia primitiva. Aquí menciono cinco argumentos. Primero, no se debe pasar por alto que el primer testimonio no debatible al bautismo infantil viene a finales del s. II o inicios del s. III. Antes de dicha fecha, varias fuentes hablan del bautismo, y el Didaché y Justino Mártir proporcionan informes detallados de sus ritos bautismales respectivos, y ninguno menciona el bautismo infantil. Aunque sea un argumento de silencio, sí que presenta a los paedobautistas con “una brecha cronológica considerable que explicar” (p. 856).
     
    Segundo, existe una tensión curiosa entre cómo la Iglesia entendía la pureza moral de los bebés, por un lado, y su teología de la predicación y del bautismo, por el otro. Por un lado, la presuposición universal de la Iglesia primitiva era que los bebés eran inocentes (p. 365). Por otro lado, la evidencia literaria dice en varias ocasiones que el bautismo siempre viene después de escuchar al evangelio y que el bautismo estaba conectado —de alguna manera u otra— con el perdón de los pecados. Por tanto, si los bebés no pueden escuchar y responder al evangelio, ¿cómo pueden ser bautizados? Además, si los bebés son inocentes, ¿por qué bautizarles para el perdón de los pecados? Es en esta tensión que Ferguson se refiere al bautismo infantil como una “anomalía” en “el pensamiento y la práctica de la iglesia antigua” (p. 423).
     
    Tercero, había muchos líderes de la Iglesia primitiva —muchos de ellos nacidos y fueron criados en hogares cristianos— que no fueron bautizados de bebés. Ferguson proporciona la siguiente lista de nombres: Efrén de siria, Basilio de Cesarea, Gregorio de Nisa, Gregorio de Nacianceno (con su padre Gregorio, hermana Gorgonia y hermano Cesario), Juan Crisóstomo, Ambrosio (con su hermano Satyrus), Jerónimo (con sus amigos Heliodoro y Rufio), Rufino, Paulino de Nola (con su hermano), Agustín y Rufino de Aquilea (p. 627). Muchos lectores se darán cuenta de que muchos de estos nombres vienen de los ss. IV-V, lo que significa que, aunque se practicaba el bautismo infantil durante este periodo, no era lo normal de ninguna manera. Además, Gregorio Nacianceno argumentaba que los niños no deben ser bautizados hasta cumplir más o menos los tres años, para que pudieran escuchar y dar respuestas acerca de algunas enseñanzas básicas de la fe cristiana (p. 595). Este hecho se hace más significativo cuando uno se da cuenta de que esta declaración de Gregorio viene de su Oración 40 (c. 380), la que predicó desde Constantinopla cuando era el obispo de la ciudad.
     
    Cuarto, hay evidencia de que los padres cristianos matriculaban a sus niños en el catecumenado en vez de bautizarles (p. 628). La idea era que podían ser matriculados en la iglesia para recibir instrucción sobre los elementos básicos de la fe cristiana, en preparación del bautismo más tarde en la vida. Esto no suena muy diferente a la dedicación infantil actual.
     
    Quinto y último, existe la evidencia de la práctica misma de la Iglesia. Hay dos puntualizaciones que hacer. Primero, durante los ss. III–V, muchos obispos seguían predicando lo que se llaman “conferencias catequéticas”. Fueron predicaciones predicadas a los catecumenados que se estaban preparando para el bautismo. Se supone que dichas predicaciones están siendo predicadas a gente suficientemente mayor como para entender lo que se está diciendo, y que puede hacer una profesión de fe en su bautismo. Segundo, Ferguson ha investigado mucho los bautisterios de la Iglesia primitiva, y ha demostrado que seguían siendo construidos para acomodar cuerpos adultos. Ni las conferencias ni los bautisterios vienen de iglesias que se encontraban en las afueras de la cristiandad, en un contexto misionero donde se podría esperar grandes números de conversos adultos. Al contrario, vienen de dentro del corazón mismo de la cristiandad: Jerusalén, Antioquía, Alejandría, etc.
     
    ¿De dónde, pues, viene el bautismo infantil? Ferguson propone un argumento muy interesante. Basándose en las inscripciones de las lápidas sepulcrales y en otra evidencia literaria, Ferguson ha demostrado que muchos bebés y niños pequeños fueron bautizados poco antes de su muerte. De hecho, aparte de Tertuliano, no hay ninguna evidencia de que los bebés sanos fueron bautizados hasta (finales de) el s. IV, y solo se convirtió en lo normal en los ss. V–VI gracias a Agustín (p. 628-629). Por tanto, Ferguson argumenta que la postura universal de la Iglesia de que el bautismo era imprescindible para la salvación, junto a la realidad de una tasa muerte infantil alta, llevó a algunos a concluir que, en situaciones de emergencia, los bebés podían ser bautizados. Dicha práctica se extendió hasta incluir a todos los bebés en las generaciones subsiguientes.
     
    Pensamientos finales
     

    La obra de Ferguson es fruto de una gran investigación y es increíblemente meticulosa. Como han dicho otros, yo también creo que su trabajo será la obra de referencia de las próximas generaciones. Si no todos están de acuerdo con sus conclusiones, tampoco las pueden ignorar. Hasta ahora no he visto ninguna respuesta a la obra de Ferguson, y me imagino que hasta que no haya nueva evidencia, tampoco la habrá.

     
     
     

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      Cuatro modelos de la formación teológica

      Introducción

      Cuando se habla de la formación teológica, normalmente se habla del lado práctico: el coste, la doctrina, presencial vs. online, etc. Estas conversaciones tienen mucho valor y vale mucho la pena tenerlas. Sin embargo, se suele pasar por alto otro aspecto igual de importante: el lado teórico. Es decir, qué tipo de alumno se busca, qué tipo de graduado se quiere producir, el enfoque de la formación, etc. Este artículo se centra en el segundo aspecto, y me gustaría usar cuatro modelos —o tipos— de la formación teológica que se han empleado en diferentes etapas de la historia cristiana para formar a los pastores, maestros y teólogos de la Iglesia. Gente como Richard Niebuhr y Avery Dulles, han empleado con éxito modelos para analizar temas como la relación entre la iglesia y la sociedad, la inspiración y la naturaleza de la iglesia; y como ha demostrado Arthur Holder, se pueden emplear para analizar la formación teológica también.[1] Es importante recordar que los modelos no son reconstrucciones históricas totalmente fiables, sino que funcionan como herramientas heurísticas para provocar la reflexión y estimular el diálogo.
       
      Básicamente, la formación teológica se puede representar con un eje con dos líneas que representan dos enfoques: la línea vertical representa el enfoque individual y la línea horizontal representa el enfoque comunitario. Además, cada línea tiene dos polos que representan los extremos de cada enfoque: la línea vertical (el enfoque individual) tiene los polos de lo académico y lo espiritual, y la línea horizontal (el enfoque comunitario) tiene los polos de lo vocacional y lo misional. Se puede representar los cuatro modelos de la formación teológica con el siguiente gráfico:
       
       
       
       
      Con este gráfico en mente, me gustaría dar unas pinceladas de las características de cada modelo: las palabras claves, el maestro ideal, el alumno ideal, el espacio ideal para aprender, el enfoque de la formación y los personajes representativos.
       
      1. El modelo académico
       

      El modelo académico se centra en la vida intelectual. Las palabras claves son: la verdad, el razonamiento crítico y la lógica. El maestro ideal es un profesor erudito que tiene un conocimiento exhaustivo de la materia y que ha leído y escrito extensivamente. El alumno ideal es alguien deseoso por aumentar su conocimiento y que se puede describir como listo o dotado. El espacio ideal para aprender es el aula, donde el maestro puede exponer la materia de manera lógica y sistemática. El enfoque de la formación es el entendimiento, la verdad y la doctrina y filosofía cristiana. Los personajes representativos de este modelo son: Justino Mártir, Clemente de Alejandría, Orígenes, la tradición escolástica medieval y muchos seminarios protestantes a partir de la Iluminación hasta hace relativamente poco.

       
      2. El modelo espiritual
       

      El modelo espiritual —o monástico— se centra en la vida espiritual. Las palabras claves son: la purgación de las pasiones y la libertad de la tentación y del auto engaño. El maestro ideal es un guía espiritual de la vida espiritual interior, que ha conquistado sus propias pasiones carnales. El alumno ideal es alguien deseoso de la salvación personal de la tentación y de las fuerzas demoníacas. El espacio ideal para aprender es un cuarto, una cueva o cualquier otro sitio donde uno puede aislarse completamente de los demás. El enfoque de la formación es la oración, el ayuno, el ascetismo y la meditación en la vida de Cristo. Los personajes representativos de este modelo son: Antonio el monje, Jerónimo, las órdenes religiosas católicas (especialmente los franciscanos) y movimientos con tendencias hasta el misticismo.

       

      3. El modelo vocacional

      El modelo vocacional se centra en la vida interior de la iglesia, es decir, la vida comunitaria de una iglesia local. Las palabras claves son: el amor, la comunidad y la vida eclesiástica. El maestro ideal es un pastor con mucha experiencia que puede preparar a los demás para el ministerio semanal en una iglesia local. El alumno ideal es alguien deseoso de servir fielmente como pastor en una iglesia. El espacio ideal para aprender es un monasterio comunitario o una residencia cristiana. El enfoque de la formación es el amor mutuo y la edificación dentro del contexto de la iglesia local. Los personajes representativos de este modelo son: Juan Crisóstomo, Agustín, Dietrich Bonhoeffer y algunos seminarios modernos que tienen residencias.
       
       

      4. El modelo misional

      El modelo misional se centra en la vida exterior de la iglesia, es decir, cómo ser luz y sal en el mundo. Las palabras claves son: la misión, el evangelismo y el cambio social. El maestro ideal es un evangelista, ya sea un misionero, un evangelista personal o un activista social. El alumno ideal es alguien deseoso de interactuar con la cultura, para empezar una iglesia u organización cristiana y/o para efectuar el cambio en la sociedad. El espacio ideal para aprender es estar rodeado por no cristianos, como en una ciudad o un pueblo con poca o ninguna presencia cristiana. El enfoque de la formación es ser luz en un mundo oscuro y ser enviado por Jesús en el poder del Espíritu. Los personajes representativos de este modelo son: la misión de Gregorio Magno a Inglaterra y el enfoque moderno de muchos seminarios (especialmente en los EE. UU.).
       
      Conclusión
       

      Es importante resaltar el hecho de que ningún modelo es mejor o peor que los demás. La Iglesia ha empleado varios modelos a lo largo de su historia, y cada uno ha experimentado su auge en distintas épocas y en distintas partes del mundo. Lo importante para los interesados en la formación teológica es reflexionar sobre los cuatro modelos, y emplear el mejor modelo —o más bien, una mezcla de los mejores modelos— para su contexto.

       

      [1] Richard Niebuhr, Cristo y la cultura (Barcelona: Ediciones Península, 1968); Avery Dulles, Modelos de la Iglesia (Santander: Sal Terrae, 1975); idem, Models of Revelation (Doubleday, 1992); Arthur Holder, “Making True Disciples: Models of Theological Education from the Early Church,” The St. Luke’s Journal of Theology 34 no 3 (1991): 17-32. Estoy muy endeudado a Holder para las ideas principales expuestas en este artículo.

      Me gustaría agradecer a Protestante Digital por el permiso de publicar el gráfico.

       
       
       

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        ¿Qué significa la etiqueta «reformado»?

        La confusión sobre la etiqueta «reformado»

        Muchas veces se oye a gente diciendo «soy reformado» o «tal iglesia no es reformada» o «somos un grupo de amigos reformados». En mi experiencia en el mundo de habla española, esta etiqueta se usa en contextos muy diversos y muchas veces de forma equivocada. Normalmente se usa la etiqueta para evocar uno de las siguientes cinco concepciones: (1) que tal persona o iglesia cree en las cinco «solas» de la Reforma; (2) que tal persona o iglesia prefiere la predicación expositiva a diferencia de la predicación temática; (3) que tal persona o iglesia afirma cierta postura salvífica (es decir, los cinco puntos del calvinismo); (4) que tal persona o iglesia afirma cierta postura sobre la música y/o el Espíritu Santo (es decir, una postura conservadora); (5) que tal persona o iglesia afirma cierta postura escatológica (es decir, el amileniarismo). Sin embargo, ningunas de estas concepciones capta la verdadera profundidad y anchura de la etiqueta «reformado» y algunas reflejan un entendimiento totalmente equivocado. Creo que la mejor etiqueta para estas cinco concepciones sería «conservador» que «reformado».
         
        Lo que quiero hacer en este breve artículo es resumir el sistema doctrinal reformado de tal forma que los lectores entiendan fácilmente el verdadero significado de esta etiqueta como se ha entendido históricamente y como se usa hoy día en otras partes del mundo. Para tal fin, reproduzco a continuación un resumen de la segunda parte del libro de Jan Rohls titulado La teología de las confesiones reformadas (escrito originalmente en alemán: Theologie reformierter Bekenntnisschriften: von Zürich bis Barmen; traducido al inglés: Reformed Confessions: Theology from Zurich to Barmen). Su libro tiene algunas fallas, pero la segunda parte en la que ha recopilado y resumido la doctrina reformada de más de 30 confesiones reformadas escritas entre los años 1523-1675 es admirable. Los siguientes 16 puntos corresponden a los 16 apartados en que Rohls ha dividido la doctrina reformada. Al final del artículo, añadiré algunas observaciones e incluiré algunos consejos para el mundo de habla española.
         
         
        La teología reformada: un esquema
        1. De la revelación, la Palabra de Dios y el rol de la tradición eclesiástica: existe una revelación doble, es decir, la naturaleza y la Escritura; la tradición eclesiástica está sujeta a la Escritura; generalmente se aceptan los credos niceno, apostólico y de Atanasia; la Escritura testifica de su propia inspiración y es su mejor intérprete.

        2. De la deidad y la trinidad: los diversos atributos de Dios fluyen de la simplicidad (y espiritualidad) del ser de Dios; es mejor empezar con la simplicidad del ser de Dios (es decir, la unidad) y luego proceder a la Trinidad (es decir, la tri-unidad); se incluye la cláusula latina «filioque» (es decir, «y el Hijo») en la que se afirma que el Espíritu Santo procede tanto del Padre como del Hijo (a diferencia de la Iglesia ortodoxa).

        3. De la creación y la providencia: la creación del universo fue ex nihilo; la creación implica su preservación; Dios ordena todas las cosas según su voluntad, lo cual da gran consolación a los creyentes; aunque Dios es soberano, se rechaza el fatalismo (se hace por distinguir entre causas primarias y secundarias); Dios obra lo bueno pero permite lo malo.

        4. De los seres humanos y el pecado: existe un dualismo en los humanos con la prioridad dada al espíritu; se pone énfasis en la razón, la cual nos distingue de las otras criaturas; existe un pacto de obras y Adán tenía libre albedrío como para obedecer a Dios o no obedecerle; la depravación es una inclinación a pecar, es decir, a no querer amar a Dios y al prójimo; el amor propio (concupiscencia) es el pecado fundamental (corrupción original) de la naturaleza humana; existe debate sobre si el pecado original es un pecado en sí mismo o es sólo el quebrantar la ley.

        5. Del pacto de la gracia y la reconciliación: hay unidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento a través del pacto de la gracia; Dios reconcilia al mundo consigo mismo a través del Dios-hombre; la obediencia activa de Cristo es necesaria porque Cristo ha cumplido el pacto de obras; Cristo es a la vez el cumplimiento de Profeta, Sacerdote y Rey.

        6. De la cristología y la llamada «extra calvinística»: se defiende la postura calcedónica sobre la encarnación y se defienden las dos naturalezas de Cristo; se afirma la comunicación de la naturaleza humana a la divina pero se niega la comunicación de la naturaleza divina a la humana.

        7. De la justificación y la fe: la justificación es la imputación forense de los méritos de Cristo en la cuenta del creyente; el hombre no puede prepararse para recibir la justificación; la fe no es una obra sino que se concede de parte de Dios al creyente.

        8. De la santificación y la penitencia: se distingue entre la fe y las obras pero se afirma que no pueden separarse; las buenas obras no son propias de la justificación sino de la santificación; las buenas obras dan seguridad a los cristianos de que son justificados pero no son meritorias para ganarse la salvación; los sacerdotes no pueden perdonar los pecados a nivel jurídico; se niega la existencia del purgatorio.

        9. De la elección y la reprobación: se afirma la postura infra lapsariana (la predestinación es activa mientras que la reprobación es pasiva); la fe es un don de Dios; Cristo murió (de forma eficaz) por los elegidos; los elegidos pueden saber de su salvación y por tanto tener seguridad eterna.

        10. De la iglesia y sus marcas características: existe una diferencia entre la iglesia visible e invisible (existe debate sobre qué es la iglesia visible); las tres características de la verdadera iglesia son las siguientes: predicar el evangelio, administrar los sacramentos y mantener la disciplina eclesiástica (pureza de la iglesia).

        11. De la Palabra y los sacramentos: el Espíritu obra a través de la Palabra predicada pero existe debate sobre si tal obra se restringe a la Palabra o quizá fuera de ella (p. ej., los sacramentos); Dios usa los sacramentos para impartir gracia a aquellos que los reciben con fe; se rechaza la postura católica «ex opere operato»; los sacramentos van subordinados a la Palabra; los sacramentos son dos: el bautismo y la cena del Señor.

        12. La doble forma de la Palabra de Dios: la ley de Dios nos lleva a Cristo (evangelio); la ley es buena y el hombre es malo; se concibe a Cristo como «el fin de la ley» (Rom 10.4) como el fin de la maldición y de la condenación de la ley; se afirma el tercer uso de la ley, a saber, la ley como una guía positiva para el creyente, porque forma parte del pacto de la gracia, la cual expresa la voluntad de Dios; existe unidad sobre la centralidad de los diez mandamientos para la ética cristiana pero existe debate sobre la aplicación del cuarto mandamiento (el sábado).

        13. Del bautismo: tiene que ser realizado por un ministro ordenado; vale el bautismo católicorromano para los convertidos; existe debate sobre si el bautismo da testimonio de la gracia ya recibida o si es el medio por el cual se imparte dicha gracia; los bebés de padres cristianos deben ser bautizados; el bautismo no es necesario para la salvación; no se repite.

        14. De la cena del Señor: se rechaza la postura católicarromana– Cristo no es sacrificado sino presentado; se rechaza la postura zuingliana de meramente «recordar» la muerte de Cristo; la verdadera presencia de la humanidad de Cristo se hace real a través del Espíritu Santo; comer y beber tienen que ser complementados con la fe.

        15. Del ministerio, la carga y los cargos: hay unidad acerca de que existen tres cargos diferentes en la iglesia, a saber, pastores, ancianos y diáconos, pero existe debate sobre el cargo del maestro; los pastores se encargan de la instrucción en la Palabra y los sacramentos; los maestros se encargan de la investigación, la enseñanza y la catequesis; los ancianos se encargan del ámbito espiritual y la disciplina eclesiástica (mantienen la pureza de la iglesia); los diáconos se encargan del cuidado de los pobres y los enfermos; el consejo de ancianos (compuesto por el pastor y los ancianos) es nombrado por la iglesia (y otros consejos de ancianos); las decisiones de los sínodos permanecen en vigor siempre y cuando sigan las Escrituras.

        16. De la iglesia y el estado: el gobierno es establecido por Dios y debe ser obedecido si promueve el bien común pero resistido si promueve el mal; se aprueba la «guerra justa»; el gobierno debe promover la fe cristiana (no solamente el bien común) y castigar a los herejes; el gobierno no tiene ninguna autoridad espiritual y la iglesia no tiene ninguna autoridad secular; el monarca es el que convoca los concilios eclesiásticos.

         
        Observaciones y consejos para el mundo de habla española
         

        Éste es el consenso general de la tradición reformada según más de 30 confesiones de entre los años 1523-1675. Tengo varias observaciones y consejos a raíz de este estudio, los cuales creo que ayudarán a la Iglesia de habla española a usar mejor la etiqueta «reformado». Primero las observaciones y luego los consejos.

        Primero, es importante notar la estructura del sistema doctrinal reformado. El orden reproducido arriba sigue el orden de muchas confesiones reformadas, las cuales siguen el desarrollo de la historia de la Biblia: comienzan con Dios y su creación, avanzan a considerar el pecado y sus consecuencias, siguen avanzando para hablar del remedio que Dios ha provisto para dicho pecado y terminan hablando de la vida del creyente en la iglesia y la sociedad. En resumen, todos los puntos de inflexión más importantes en la historia de la Biblia están incluidos en las confesiones reformadas (este orden no está sin razón: el protestantismo en general y la rama reformada en particular es una tradición paulina, y sobre todo es una tradición basada en las cartas de Romanos y Gálatas; con pocos cambios, el orden de las confesiones reformadas siguen el mismo orden de Romanos). El acierto de la estructura de las confesiones reformadas está en que han fusionado las teologías sistemática y bíblica. En este sentido, el sistema doctrinal reformado es mucho más amplio que las cinco «solas» de la Reforma o los cinco puntos del calvinismo aunque los incluye. Dicho de otra forma, alguien puede creer en las cinco «solas» de la Reforma y los cinco puntos del calvinismo y no ser «reformado», pero nadie puede ser «reformado» sin creer también en las cinco «solas» de la Reforma y los cinco puntos del calvinismo.
         
        Segundo, es importante considerar lo que no fue incluído en la tradición reformada. Por ejemplo, no fue incluída ninguna postura escatológica. De hecho, algunos lectores se sorprenderán al enterarse de que la postura escatológica mayoritaria en el siglo XVI era una variación del premileniarismo. Pero fuese lo que fuese la postura mayoritaria, la tradición reformada no lo incluyó en su sistema doctrinal (o porque nunca llegó a una conclusión sobre este tema o porque se decidió que no era lo suficientemente importante como para incluirla en sus confesiones). Por lo tanto, decir que la etiqueta «reformado» implica alguna postura escatológica es una equivocación.
         
        Tercero, es interesante notar que el porcentaje de cristianos que se podrían identificar como «reformados» en el pleno sentido de la palabra es bastante pequeño. Para comenzar, las otras tres ramas de la Reforma, o sea, los anglicanos, los luteranos y los bautistas, son excluidas por varios motivos doctrinales: los anglicanos por su eclesiología (tienen obispos), los luteranos por su eclesiología (tienen obispos) y su postura sobre la cena del Señor (la presencia corporal de Cristo en el pan y vino) y los bautistas por su postura sobre el bautismo, su postura sobre la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento (re la relación entre el estado y la iglesia (una división clara y total). Además, dentro de la propia tradición reformada hay algunos que adoptan excepciones en varios puntos de la tradición; por ejemplo, hay cada vez menos «reformados» que guardan el domingo como lo guardaban los «reformados» de los siglos XVII-XX.
         
        Con estas observaciones en mente, me gustaría dar tres consejos al mundo de habla española relacionados con la etiqueta «reformado» y la tradición en general.
         
        Primero, debemos considerar más a fondo la profundidad y la riqueza de la tradición reformada. La verdad es que en la tradición reformada tenemos un tesoro de reflexión teológica madura que nos está esperando para ser descubierto. Algunos de los mejores teólogos que la Iglesia ha producido desde la Reforma han sido atraídos a la tradición reformada, y se nota. La tradición reformada según el esquema dado arriba dio un paso gigantesco en articular la doctrina cristiana porque a distinción de los credos de los primeros siglos que trataron con temas puntuales (aunque de valor incalculable y perdurable) las confesiones reformadas trataron con todo el mensaje de la Biblia y dieron a sus lectores un marco dentro del cual se podía entender la doctrina cristiana en su totalidad.
         
        Segundo, cuando usamos la etiqueta «reformado» debemos matizar precisamente qué queremos decir con ella. He señalado arriba que son muy pocos los cristianos que se pueden identificar como «reformados» en el pleno sentido de la palabra pero no quería decir que la Iglesia ha abandonado por completo la tradición reformada. Al contrario, grandes porciones de la tradición han sido adoptadas por otras tradiciones de tal forma que es común hablar de «bautistas reformados», «carismáticos reformados», etc. Pero es precisamente aquí donde encontramos la dificultad con la etiqueta «reformado» porque al haber adoptado una porción del sistema doctrinal la gente cree que lo ha adoptado todo. Mi consejo, entonces, es que maticemos a qué parte de la tradición reformada nos estamos refiriendo cuando usamos la etiqueta. Por ejemplo, decir que tal persona o iglesia es «reformada en su soteriología» o «reformada en su eclesiología» es más útil para el diálogo entre los cristianos y más correcto desde una perspectiva histórica.
         

        Tercero, pese a todos los puntos fuertes que la tradición reformada tenga, creo que puede correr el riesgo de desplazar otras doctrinas igualmente importantes de tal forma que queda desequilibrada. El hecho de que algunos llamados «reformados» puedan decir que la elección y la reprobación forman la fuente de la cual fluye toda la doctrina cristiana y que muchas iglesias reformadas tengan mucha fama de ser frías y no evangelísticas dan fe de este peligro. No estoy diciendo que tal peligro es inherente al sistema sino que considerando su trayectoria desde la Reforma creo que es una tendencia marcada. Tener una tradición fundada sobre el pensamiento de las cartas paulinas (sobre todo las de Romanos y Gálatas) trae con ello tremendas bendiciones, pero también corre el riesgo de desplazar el testimonio de los otros autores igualmente inspirados por Dios. En un futuro artículo explicaré cuál es este peligro al que me refiero y daré unos consejos para evitarlo.

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          Confesión de fe de la Iglesia Cristiana Española, Madrid, 1872

          Breve introducción

          Se sabe muy poco de esta confesión de fe, y lo que viene a continuación, procede de lo que me ha comunicado el Rvdm Carlos López Lozano y de la introducción a la confesión que acompaña la fotocopia en la biblioteca del Seminario Teológico de Sevilla. Esta confesión de fe estuvo vigente en la Iglesia anglicana desde 1872 hasta 1880, cuando se modificó, y siguió en vigencia en la Iglesia Evangélica Española hasta 1895, cuando fue revisada.[1] Parece ser una traducción de una confesión de fe de la Iglesia de Escocia, quizá de la Iglesia Presbiteriana Libre, pero aun no se ha podido confirmar, y tampoco si alguna parte fue retocada. Solo existen algunas doce copias manuscritas de las personas que participaron en su composición, más algunas fotocopias.
           

          El texto reproducido a continuación procede de una copia de estas fotocopias hechas para celebrar el 125 aniversario de la Iglesia Evangélica Española. En cuanto al texto, aparece igual que en la fotocopia, con los siguientes tres pequeños cambios: 1) Se han actualizado y estandarizado el deletreo y la puntuación. 2) Se han añadido encabezamientos —que se encuentran entre corchetes— para facilitar la comprensión de la estructura de la confesión. 3) Se han insertado los números de los folios de la fotocopia —que también se encuentran entre corchetes en el texto principal— para facilitar referencias a la misma.

          En cuanto a la confesión en sí, su estructura y contenido demuestran que es una confesión de fe que tiene cabida en la tradición reformada. La estructura sigue generalmente el Credo apostólico —a veces con expresiones y lenguaje similares—, que era algo muy común entre las confesiones reformadas. El contenido también evidencia su carácter reformado: la división tripartita de la Ley, los dos oficios de la iglesia (y no tres), la presencia espiritual de Cristo en la cena del Señor, etc. Aunque tenga carácter reformado, la confesión es bastante amplia en su enfoque, permitiendo así que gente de distintas tradiciones protestantes pudiera firmarla.

          Curiosamente, la confesión no contiene citas bíblicas, ni alusiones claras a la misma, lo cual contrasta fuertemente con las numerosísimas citas bíblicas de la “Declaración, o confesión de fe” de Casiodoro de Reina de 1560/1577. La confesión fue firmada en Madrid el 15 de abril, 1872 por 25 hombres, entre los que estaban algunos de los más destacados de su época, como Juan Bautista Cabrera y Federico Fliedner, por ejemplo.
           
          [Portada]
           

          PROFESIÓN
          DE FE,
          de la Iglesia Cristiana Española

          MADRID.
          1872.

          [1]

          Confesión de Fe
          hecha por la asamblea de la Iglesia Cristiana Española[2]
          en Abril de 1872.

          I. [Las Escrituras]

                    Las Santas Escrituras dadas por Dios al hombre, para que éste conozca cuanto le importa saber acerca de su propia salvación, son inspiradas por Dios en todas sus partes, y constituyen la única e infalible regla de fe y de moral._________________

                    Las Santas Escrituras son ellas mismas su verdadero intérprete. ____________
           
                    Admitimos como libros canónicos del Antiguo Testamento todos los que nos han sido trasmitidos por el pueblo judaico, único depositario en su tiempo de los oráculos de Dios, y son el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números, el Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, I y II Samuel, I y II Reyes, I y II Crónicas, Esdras, Nehemías, Esther, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías. __________________________
           

                    Los libros canónicos del Nuevo Testamento son: Evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y [2] Juan, Hechos de los Apóstoles, Epístola de Pablo a los Romanos, Iª y IIª a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Colosenses, a los Filipenses,[3] I y II a los Tesalonicenses, I y II a Timoteo, a Tito, a Filemón, Epístola a los Hebreos, Epístola de Santiago, Epístolas I y II de Pedro, Epístolas I, II y III de Juan, Epístola de Judas y Apocalipsis de Juan. _____________________________________________

                    Los libros llamados apócrifos, no hallándose entre los Canónicos que nos han sido trasmitidos por el pueblo judaico, no tienen autoridad alguna en la Iglesia de Dios. ____________________________________________________________
           

           

          II. [El Dios Trino]

                    Hay un Dios verdadero, vivo e infinito a quien adoramos: Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas, creador y conservador de cuanto existe. ____________________________________________________________
           
           
          III. [La creación]
           

                    Plugó a Dios Todopoderoso llamar a la existencia lo que no era, y crear para su gloria las cosas visibles e invisibles en los Cielos y en la tierra. _________________

                    Dios sustenta y gobierna al mundo por su Providencia, la cual se extiende a todas las criaturas y a todas las acciones de ellas. _____________________________
           
                    Después que Dios hubo creado en pro- [3] gresion creciente todas las cosas, creó al hombre a su imagen conforme a su semejanza, en conocimiento, justicia y santidad de verdad, le dotó de libertad y le dio un mandamiento de cuyo cumplimiento o infracción dependía su felicidad o su desgracia._______________
           
           
          IV. [La caída]
           
                    Seducidos por Satanás nuestros primeros padres, que vivían felices en la comunión de Dios, cayeron en el pecado y quedaron sujetos a la condenación con que Dios les había amenazado en caso de desobediencia. ______________________
           

                    En Adam, representante y progenitor del linaje humano, quedó viciada la naturaleza humana, de modo que los hombres todos descendientes suyos y solidarios de su desobediencia, nacen inclinados al mal, incapaces de hacer lo que es espiritualmente bueno según Dios, impotentes para salvarse y merecedores por sus propios pecados de la muerte eterna. _________________________________

           
          V. [La promesa y el cumplimiento]
           

                    Dios en su bondad, no queriendo que el género humano permaneciese en el estado de perdición a que quedó reducido por la primera desobediencia, determinó según el [4] consejo de su voluntad salvar a los pecadores, y a este fin hizo a Adam la promesa de un Redentor, promesa que fue amplificando por medio de los patriarcas y profetas. _____________________________________________________

                    Cuando los tiempos fueron cumplidos, el Verbo eterno de Dios, que en el principio era ya con Dios y era Dios, se hizo carne, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres, y fue concebido, por la virtud del Espíritu de Dios, en el seno de una virgen llamada María. _________________________________________________
           

                    En él se unieron indisolublemente las naturalezas divina y humana. _________

           
          VI. [La obra de Cristo]
           

                    Segundo Adam, y representante del hombre, Jesucristo, aceptó voluntariamente el oficio de Redentor, y de grado se sujetó a la ley que cumplió en todas sus partes. __

                    Su perfecta obediencia a la voluntad divina se extendió hasta su muerte expiatoria en la cruz para redimir al hombre de la esclavitud del pecado y reintegrarle en la gloria a que Dios le destinara primitivamente. ________________________
           
                    Aunque personalmente sin pecado, fue hecho pecado por nosotros pecadores para [5] que fuésemos hechos justicia de Dios en él. _______________________


                    Después de haber derramado su vida hasta la muerte como ofrenda y sacrificio hechos a Dios, fue sepultado, pero su cuerpo no sufrió la corrupción. ____________

                    Al tercer día resucitó de entre los muertos, y con el mismo cuerpo que tanto había padecido subió a los cielos, y sentado a la diestra del Padre intercede por los suyos, al mismo tiempo que permanece en ellos por medio de su Santo Espíritu.___________
           


          VII. [La obra del Espíritu]

                    El Espíritu Santo con que el Padre ungió al Hijo, es el que nos aplica para nuestra salvación la obra redentora de Cristo _________________________________
           

                    El Espíritu Santo es el que nos une con Cristo por medio de la fe, habita en los creyentes, los liberta del imperio del pecado, les hace comprender las Escrituras, los consuela y los sella para el día de la Redención. __________________________


          VIII.
           

                    Como nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo, el Espíritu Santo ilumina el entendimiento, renueva la voluntad y dispone el corazón de los pecadores para que arrepentidos de sus culpas, se vuelvan hacia el Señor y confíen para siempre en [6] sus promesas. _____________________________________________

                    De modo que el Espíritu Santo es el autor de ese cambio sobrenatural que la Santa Escritura llama conversión, regeneración, paso de la muerte a la vida. _______
           
           
          IX. [La justificación por fe]
           

                    El pecador es justificado, no por sus propios méritos, sino únicamente por la gracia de Dios por medio de la fe en Cristo. _____________________________

           

          X. [La santificación]

                    Aunque el creyente, así justificado, se halla libre de toda condenación, no se halla libre del combate que después de la conversión se establece entre el espíritu de vida en Cristo Jesús que recibe de Dios y su carne de pecado. Sin embargo, Dios le habilita por medio de su Santo Espíritu para el cumplimiento de los divinos preceptos, y para que se aproxime[4] más y más cada día a Él; en esto consiste la santificación sin la cual nadie verá al Señor. __________________________________________
           

                    La santificación no es igual en todos los fieles, pues aumenta en grados diferentes por la virtud de Dios y la mayor o menor sumisión a la voluntad divina. ____
          [7]

          XI. [La preservación]

                    Los que son verdaderamente justificados, y caminan en la santificación, no serán arrebatados de la mano de Cristo, pues son guardados por la potencia de Dios para alcanzar la herencia incorruptible que les está reservada en los cielos. ___________
           
           

          XII. [La fe]

                    La fe, por cuyo medio somos justificados, adoptados por hijos y hechos partícipes de todos los privilegios que como a tales hijos nos competen, es un don de Dios, obra del Espíritu Santo en nuestros corazones; por ella recibimos a Cristo como se nos ofrece en el Evangelio, y confiamos en él para nuestra salvación. _______________
           
           
          XIII. [Las buenas obras]
           

                    A la fe que justifica, siguen siempre las buenas obras, las cuales no son sino el cumplimiento de los preceptos divinos, y recibirán de Dios un eterno galardón, no porque sean meritorias, sino porque Dios ha prometido galardonarlas, y premia así su propia misericordia, puesto que él obra en nosotros tanto el querer como el ejecutar. _

                    Mas no habrá galardón para las obras [8] hechas sin la fe, porque sin la fe no se puede agradar a Dios. ___________________________________________
           
           
          XIV. [La elección]
           

                    Toda la obra de la salvación es un puro don de la misericordia de Dios que nos eligió, según su presciencia, para que disfrutáramos del beneficio de la sangre de Cristo, que purifica de todo pecado. __________________________________

                    El pecador que desoye el mandamiento de Dios, es responsable de su propia incredulidad, porque el Señor no rechaza a ninguno de los que a él acuden para ser salvos. ______________________________________________________
           
           
          XV. [La Ley]
           

                    Desde la creación de Adam existen leyes divinas que marcan los deberes del hombre para con Dios. Estas leyes, en el Antiguo Testamento se distinguieron en morales, ceremoniales y judiciales. Las ceremoniales y judiciales quedaron abrogadas bajo la dispensación del Evangelio. ___________________________________

                    No sucede lo mismo con la ley moral que es la que se halla sumariamente contenida en el Decálogo. Ella sirve para hacernos conocer nuestros deberes y la necesidad de la obra redentora de Cristo. ______________________________
           

                    [9] Sin embargo, no estamos bajo la ley considerada como alianza, sino únicamente como regla de vida. _____________________________________

           
          XVI. [La Iglesia]
           

                    Los creyentes en Cristo, antes y después de su venida, constituyen la Iglesia de Dios. ________________________________________________________

                    La Iglesia se divide en visible e invisible. Componen la invisible todos los recatados por Cristo, ya anden por la fe y en esperanza, ya anden por la vista y disfruten de las promesas de Dios. Esta es la Iglesia verdaderamente Católica, una, santa, y solo Dios conoce a todos los que son miembros de ella. _______________
           

                    Estando todos estos unidos con Cristo por su Espíritu y por la fe tienen[5] comunión con Él, y unidos unos con otros por el vínculo del amor, realizan la verdadera comunión de los santos. __________________________________________

                    La Iglesia visible se compone de todos los que profesan en este mundo la fe en Cristo juntamente con sus hijos; ella es la casa y familia de Dios sobre la tierra. La Iglesia visible existe bajo la forma de Iglesias particulares, las cuales son mas o menos puras según la pureza de las [10] doctrinas que enseñan y de la vida de sus miembros. Algunas degeneran tanto que dejan de ser Iglesias de Cristo, y se convierten en sinagogas de Satanás. ___________________________________________
           

                    No hay más cabeza de la Iglesia, tanto visible como invisible, que Nuestro Señor Jesucristo. ____________________________________________________

           
          XVII. [El culto]
           

                    La Iglesia visible debe tributar culto religioso a solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y no a los ángeles, santos ni a otra criatura alguna. ___________________

                    Ha sido la voluntad de Dios consagrar un día de la semana para que en el los fieles se dediquen de un modo especial al ejercicio del culto público y privado, y se abstengan de toda obra que no sea de necesidad o de misericordia. Desde la resurrección de Cristo este día es el domingo. ____________________________
           
           
          XVIII. [Los cargos]
           

                    Aunque la Santa Escritura enseña que todo cristiano es rey y sacerdote para Dios, ha sido, sin embargo, la voluntad del Señor instituir un ministerio compuesto de ancianos y diáconos, al cual [11] ha confiado la administración de su Iglesia. _______

           
          XIX. [Sacramentos]
           

                    El Señor Jesucristo ha instituido en su Iglesia dos Sacramentos, a saber, el Bautismo y la Cena del Señor, en los cuales están representados, sellados y aplicados a los creyentes por medio de signos sensibles, tanto el mismo Cristo como los beneficios de la alianza de gracia. ____________________________________

                    El beneficio que resulta de los Sacramentos no depende de virtud alguna que exista en los signos, ni de la piedad o intención del que los administra, sino de la bendición del Señor y de la fe de aquellos que los reciben. ___________________
           
                    Hay en los Sacramentos una relación espiritual entre el signo y la cosa significada, por lo cual sucede que los nombres y efectos de la una se atribuyen al otro. ________________________________________________________
           
           
          XX. [El bautismo]
           

                    Por el Sacramento del bautismo, mediante la aplicación de agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, el individuo a quien se bautiza es solemnemente admitido en la Iglesia visible. _____________________________

                    Este Sacramento representa la purificación de nuestros pecados por la sangre [12] de Cristo, nuestra muerte al pecado y sella nuestra participación de todos los beneficios de la alianza de gracia. Por él significamos nuestra sumisión al Señor. ____

                    Debe administrarse este Sacramento a los que actualmente profesan la fe en Cristo, y le prestan obediencia, y también a los niños, cuyos padres o uno de ellos, sean creyentes. ____________________________________________________
           
                    No debe administrarse el bautismo a una persona más de una vez en la vida.___
           
           
          XXI. [La cena del Señor]
           

                    Por el Sacramento de la Cena del Señor que se ha de observar en la Iglesia, se hace una memoria perpetua de la muerte de Cristo hasta que Él venga. __________

                    La cena del Señor debe administrarse bajo las dos especies de pan y vino que representan el cuerpo y la sangre de Cristo. _____________________________
            

                    Los que dignamente participan de la cena del Señor, reciben y se nutren de Cristo Crucificado y de los beneficios de su muerte, no carnal y corporalmente, sino espiritualmente y por la fe; reconocen además su obligación de dedicarse al [13] Señor, y de cumplir todos sus deberes para con Cristo. ______________________

                    En la cena del Señor, Cristo no se ofrece al Padre, ni en ella se hace sacrificio alguno para remisión de los pecados, sea de vivos o de muertos. _______________
           

                    Los ignorantes y los impíos no pueden participar de los elementos de la Santa Cena; los primeros porque ningún beneficio les resultaría; los segundos, porque pecan contra Cristo. __________________________________________________

           
          XXII. [El retorno de Cristo]
           

                    El Cuerpo humano después de la muerte torna al polvo y ve corrupción; pero el alma, teniendo una existencia inmortal, vuelve a Dios que la creó. ______________

                    Las almas de los justos son recibidas en el cielo, y las de los impíos son arrojadas en el infierno, esperando unas y otras la resurrección de los cuerpos. ____________
           

                    Cuando Jesús vuelva en su gloria, los cuerpos de los justos saldrán a su vez de los sepulcros, y unidos con los que aún vivan en la tierra, volarán a su encuentro para nunca jamás separarse de Él. _______________________________________

                    Fuera de estos dos lugares donde [14] moran las almas separadas de sus cuerpos, no reconoce otros la Escritura. ________________________________
           
           
          XXIII. [La eternidad]
           

                    Vendrá después el día en el cual Dios juzgará al mundo con justicia por su hijo Jesucristo, para que cada cual reciba el premio conforme a sus obras. ___________

                    Los justos irán a la vida eterna y heredarán la plenitud de gozo y bienaventuranza que existe en la presencia de Dios, para siempre. Mas los impíos que no conocen a Dios, ni obedecen al Evangelio de Jesucristo, serán castigados con la eterna separación de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. _______________
           

                    Como Cristo quiere que estemos persuadidos de que habrá un día de juicio para disuadir a todos los hombres del pecado y para consuelo de los creyentes; así también ha querido que este día sea ignorado de los hombres para que rechacen toda seguridad carnal y presunción y se hallen siempre vigilantes y dispuestos a decir, no sabiendo la hora en que vendrá su Señor: Ven, [15] Señor Jesús, ven pronto. Amen._

           
          Madrid 15 de Abril de 1872
           

          Los que firman se comprometen según su conciencia, a predicar la palabra de Dios tal como está contenida en los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, y en conformidad con la precedente confesión de fe.[6]

           

          Antonio Carrasco                                     Juan B. Cabrera

           

          Pablo Sánchez Ruiz

           

          Federico Fliedner                                     Pastor Félix Moreno Astray

           

          Julián de Vargas                                       Antonio Sánchez

           

          John Jameson                                          José Hernández y Ortega

           

          William Moore                                          Ángel B. Gérman

           

          Pedro Castro                                             A. L. Empaylaz[7]

           

          Francisco Antony Marian García[8]        José Allsamea[9]

           

          José Ximéno Coro[10] Zaragoza            Juaquín Masa Souceruor[11]

           

          Manuel Plácido Hernández                    Francisco de A. Cabrera

           

          Guillermo H. Gulick                                  Hugh Waddell

           

          Enrique R. Duncan                                   Joseph Viliesid

           

          Luis A. Fernández                                     Manrique Alonso Lallave

           

          [1] Antes de esta confesión de fe de 1872, se escribió otra en 1869 de 35 capítulos que fue creada por el presidente Juan Bautista Cabrera y el Secretario Luis A. Fernández.
          [2] Se lee “Español” en la fotocopia, pero parece que se ha cortado la “a” por el escáner.
          [3] La frase “a los Colosenses, a los Filipenses” está subrayada.
          [4] La palabra “aproxime” es difícil de leer debido; podría ser “aprojime”.
          [5] Originalmente se leía “tenemos”, pero fue tachado.
          [6] Muchos de las firmas son difíciles de leer, y sus lecturas no siempre son claras. Las dificultades son indicadas en las notas a continuación. También, en la parte inferior del folio 15, hay una frase que ha sido tachada, y cuya lectura no se puede comprobar. Es una frase de seis palabras: las primeras cuatro parecen ser “aquí debe ponerse la” y la última parece ser “jornada”.
          [7] Parece que hay una letra o marca después del apellido, pero la lectura no es clara.
          [8] Apellido difícil de leer; parece que hay el número “73” después del apellido.
          [9] Apellido ilegible en parte.
          [10] Palabra o apellido ilegible.
          [11] Apellido ilegible en parte.

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            El cristianismo: las enseñanzas fundamentales. La declaración de fe unida de Turquía

            Introducción

            En 2015, sucedió algo muy notable. Representantes de las tradiciones ortodoxa, armenia, siríaca, católica romana y protestante —todos de Turquía— publicaron juntos una declaración de fe de unas 90 páginas que se llama El cristianismo: las enseñanzas fundamentales. Este documento fue publicado en Turquía, escrito en turco (traducido al inglés en 2017) y presentado al gobierno turco como una declaración de fe unida. Estas circunstancias particulares han marcado a la declaración en ciertas maneras. Sin embargo, pese a su sabor local, han logrado publicar un documento que pretende ser universal y duradero. En esta breve reseña de esta obra, me gustaría explicar lo que han incluido y no incluido en el documento, y luego evaluar el verdadero significado del documento.[1]
             
            Lo que fue incluido
             
            Para empezar, hay que reconocer que esta publicación es histórica. Se han reunido cinco tradiciones cristianas para producir una declaración de fe de unas 90 páginas, que toca todos los temas principales de la fe cristiana. Los trece capítulos son los siguientes:
             
            1. Una visión general del cristianismo

            2. La existencia y unidad de Dios

            3. La doctrina de la santa Trinidad

            4. La doctrina de salvación

            5. La ascensión de Jesucristo

            6. La segunda venida de Jesucristo

            7. La actividad del Espíritu Santo

            8. El lugar y la importancia de la Iglesia

            9. La resurrección de los muertos

            10. La santa Biblia

            11. Los fundamentos de la ética cristiana

            12. El cristianismo y la cultura

            13. Una llamada a la unidad: el ecumenismo

            Hacen falta unos comentarios sobre la estructura y el contenido del libro. Primero, la estructura del documento es importante. Los capítulos 2–9 siguen más o menos el esquema de los Credos apostólico y niceno(-constantinopolitano). Por tanto, estos credos antiguos demuestran otra vez su valor para todas las tradiciones cristianas. Segundo, los capítulos más largos (el doble de muchos otros) son los que hablan de la Trinidad y la salvación. Dicho hecho refleja el interés histórico de la teología cristiana en la persona y obra de Dios. Tercero, y como los títulos de los capítulos sugieren, la declaración abarca muchos temas, y lo hace a un nivel más que superficial. De nuevo, esto es un testimonio de cuánto tienen en común las distintas tradiciones cristianas, tanto en su fe como en su práctica.
             
            En cuanto al contenido de la declaración de fe misma, confieso alegremente que, aunque sea protestante (generalmente conservador), hay muy poco —quizá nada— con lo que discrepo. ¡Esto, de verdad, anima mucho!
             
            Lo que no fue incluido
             

            Sin embargo, muchas veces lo que no se dice es igual de ilustrativo que lo que sí, y así ocurre aquí. Los siguientes temas no fueron abarcados en la declaración de fe:

            1. El canon. Aunque no fuera mencionado el debate entre los protestantes y los católicos sobre los libros apócrifos, veo notable que ninguno de los libros apócrifos fueron citados.

            2. El gobierno eclesial. En el capítulo de la visión general, se hizo una referencia a los obispos, presbíteros y diáconos, pero no había más explicación respecto a dichos puestos y si los de obispo y presbítero son sinónimos o no.

            3. La autoridad. En el capítulo de la visión general, se hizo una referencia al hecho de que el tema de la autoridad religiosa con respecto al Papa sigue siendo un tema que divide a los cristianos, pero no se incluyó ningún comentario más sobre el tema. En ningún sitio se incluyó algún comentario sobre el tema de sola Escritura. Sin embargo, se debe añadir que, aparte de tres citas patrísticas (ver abajo), la única autoridad citada fue la Biblia.

            4. La justificación solo por la fe. En el capítulo sobre la iglesia, se afirmó que somos salvos sola por la gracia, que para los protestantes es casi sinónimo con ser salvo sola por la fe y solo por Cristo, pero no se incluyó ningún comentario más sobre el tema.

            5. María y los santos. No se incluyó ningún comentario sobre oraciones dirigidas a María y a los santos, ni tampoco la veneración de ella.

            6. El purgatorio. No se incluyó ningún comentario sobre el purgatorio.

            7. La eucaristía. No se incluyó ningún comentario sobre interpretación de la eucaristía —es decir, la transustanciación, la consustanciación, la comunión espiritual o un acto conmemorativo.

            8. Los sacramentos. No se incluyó ningún comentario sobre el número o la naturaleza de los sacramentos. Sin embargo, en el capítulo de la visión general, se afirmó que hay “dos ceremonias o ritos especiales”, que son el bautismo y la comunión. (Curiosamente, en el capítulo sobre la iglesia parece que afirman una interpretación tanto sacramental como no sacramental del bautismo.)

            9. La cláusula filioque. El debate histórico entre Occidente y Oriente sobre la cláusula filioque, es decir, si el Espíritu procede del Padre o si procede del Padre y del Hijo, no fue abarcado. (Como un comentario parentético, fue interesante notar una pista del trinitarianismo social en su explicación de la Trinidad.)

            10. El reino milenario. Aunque sea un tema de poca importancia, no se incluyó ningún comentario sobre las varias interpretaciones del reino milenario.

            11. La Tradición. La doctrina típica de los Ortodoxos de la Tradición no fue abarcada (a no ser que cuente una referencia a la Tradición en el capítulo de la Biblia). Curiosamente, se citan muy pocos Padres de la Iglesia en la declaración; sólo vi dos citas de Agustín y una de Atanasio (¡y otra de Dostoyevsky!).

            12. Las imágenes. No se incluyó ningún comentario sobre el uso de las imágenes, ya sea para la instrucción o como parte de la adoración.

            El verdadero significado del documento
             

            En conjunto, creo que El cristianismo: enseñanzas fundamentales es muy iluminador por dos motivos. Primero, demuestra que las tradiciones ortodoxa, armenia, siríaca, católica romana y protestante tienen muchísimo en común, con respecto a tanto su fe como su práctica. Las distintas tradiciones no se reunieron para afirmar su lealtad a los credos históricos (es decir, el apostólico, el niceno, el de Calcedonia, etc.) y tampoco escribieron sus propias declaraciones de fe y entregarlas juntos. Al contrario, se reunieron y afirmaron a nivel oficial una declaración de fe que abarca unas 90 páginas. Esto, de verdad, es muy notable.

            Segundo, basado en las omisiones, esta declaración de fe demuestra que no hemos logrado más unidad en los temas que nos dividen desde que nos dividimos hace siglos. Aquellos que quieren encontrar en este documento los distintivos teológicos de su propia tradición, los buscarán en vano. Los católicos romanos no encontrarán nada acerca del Papa ni del purgatorio, los Ortodoxos no encontrarán nada acerca de la Tradición ni de la cláusula filioque, los protestantes no encontrarán nada acerca de la sola Escritura ni la sola fe, etc. Pero estos (y otros) son los mismos temas que nos han dividido por siglos ya. Los autores de El cristianismo: enseñanzas fundamentales concluyen su declaración de fe con una llamada a la unidad, donde incluyen lo siguiente: «Sin dudar, vemos a cada iglesia y creyente que aprueba los principios y las doctrinas de la fe fundamentales en este libro, como coherederos de la salvación en Jesucristo, considerándoles como nuestros ‘hermanos’ y ‘hermanas.’” Con una interpretación caritativa de las distintas tradiciones cristianas, creo que podría ser una afirmación justa. Pero, ¿es mejor interpretar a las distintas tradiciones de manera caritativa, o de manera realista? Es una pregunta digna de pensar para todos.
             
            Por tanto, en mi opinión, el verdadero beneficio de este documento es doble. Primero, tiene un tono celebratorio y unificador. Aunque no haya cambiado nada sobre el papel, sí que ha cambiado el tono de la conversación. Hay mucho que las distintas tradiciones cristianas tienen en común, y esto se debe celebrar. Segundo, por sus omisiones, nos ha recordado precisamente lo que todavía nos divide. En este sentido, ayuda a afilar el enfoque de nuestras conversaciones e inevitablemente nos hace volver a las Escrituras para encontrar las respuestas. Esto, en mi opinión, es un gran paso que dar.
             
            [1] Por tanto, esta reseña es bastante limitada, y queda mucho más por decir. Para otra reseña, cf. Thomas Johnson, “An Astonishing and Completely Normal Book from Turkey,” ERT 43 no 4 (2019): 81-87. Aunque dicha reseña sea afirmativa y animadora en su tono, no creo que interactúe con la declaración a nivel crítico.
             
             
             
             
             
             
             

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